
Todos conocemos, de manera directa o indirecta, a alguien que evita los conflictos. Es una característica singular, ya que, si se piensa con detenimiento, estos pueden surgir cuando hay intereses o necesidades contrapuestas. No es posible estar de acuerdo con todos, y mucho menos todo el tiempo.
Un conflicto puede ser algo serio que derive en agresión o violencia. Y casi nadie desea eso. Sin embargo, en algunos contextos, las diferencias se expresan como rivalidades o controversias que, cuando se enfrentan y se superan, implican crecimiento y mejora.
Los aficionados al deporte conocen bien las rivalidades. Hay muchas, y muy famosas. El tenis ha tenido varias, generación tras generación: Chris Evert y Martina Navratilova, Pete Sampras y André Agassi, Roger Federer y Rafael Nadal, por mencionar algunas.
En deportes colectivos, como el básquet de la NBA, los Boston Celtics y Los Angeles Lakers disputaron varias finales hacia fines del siglo pasado. En el fútbol, estas rivalidades abundan y se entrelazan con la identidad personal. En Argentina, clásicos como Boca-River, Talleres-Belgrano y Rosario Central-Newell’s son solo algunos ejemplos. También allí se encuentra una de las rivalidades más folclóricas y filosóficas: la de menottistas y bilardistas. Estas confrontaciones generan interés, cercanía y debates.
La ciencia también se debate
Mucho menos conocidas son las rivalidades científicas, aunque no por eso menos apasionantes. La ciencia avanza a través de conjeturas y explicaciones alternativas sustentadas en los hechos. Un ejemplo célebre es el debate entre Einstein y Bohr sobre la constitución de la realidad. En ese contexto, Einstein pronunció su famosa frase: “Dios no juega a los dados”. Sin embargo, fue la física cuántica, representada por Bohr, la que prevaleció.
A veces, las controversias van más allá de las teorías y ocurren entre perspectivas o campos disciplinares. Una de ellas fue, y todavía es, la que Charles Percy Snow describió en 1959 como “las dos culturas”: una científica y otra humanista o literaria. Snow lamentaba la creciente distancia entre ambas visiones en la vida intelectual y práctica de la sociedad de su época. Para él, esta oposición era un error peligroso, y proponía que la educación humanista y la científica fueran complementarias. No puede decirse que su propuesta haya tenido éxito, aunque sus ideas siguen siendo debatidas.
Hoy en día, al menos en Argentina, esa falsa rivalidad se ha extendido y ha permeado a buena parte de la sociedad. Ya no se trata de la oposición entre ciencia y literatura, sino entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, como si estas últimas hubiese ocupado el lugar del enemigo de turno.
En el marco de esta controversia, una crítica frecuente a las ciencias sociales es que se ocupan de temas irrelevantes. A diferencia de lo que ocurre con las ciencias naturales, la gente, con mayor o menor desconfianza, suele preguntarse para qué sirven. Una posible explicación es que, cuanto más cercano a la experiencia cotidiana es un fenómeno, más tendemos a pensar que ya lo entendemos.
Otra, que los científicos sociales no siempre explican con claridad en qué consiste su trabajo. Una tercera, relacionada con la anterior, es que muchas personas atribuyen a los investigadores funciones que no les corresponden. Se espera de ellos que transformen la realidad, cuando en verdad su principal tarea es generar el conocimiento necesario para comprenderla y orientar acciones más efectivas.
La historia, la sociología y la antropología son ejemplos de ciencias sociales. Para algunas personas, la psicología también lo es. Sin embargo, la psicología tiene un doble estatus: es una ciencia natural y social a la vez. Esta doble condición se explica porque la mente es el aspecto funcional del cerebro, un órgano altamente plástico cuyo desarrollo está condicionado por el entorno sociocultural.
Por ello, la psicología produce conocimiento científico utilizando tanto métodos de las ciencias naturales como de las sociales. Los experimentos, la investigación neuropsicológica y comportamental son tan comunes como las encuestas o el análisis del discurso.
Psicología vial: comprender para prevenir
El área en la que trabajo, la psicología aplicada al tránsito, puede considerarse una forma de psicología social aplicada. Su objetivo es generar información sobre el comportamiento humano en el entorno vial, con el propósito de mejorar la seguridad y el bienestar de los usuarios.
Recientemente, realizamos un estudio sobre motociclistas en el marco de la Iniciativa Bloomberg Philanthropies para la Seguridad Vial Global. Incluyó la cooperación entre investigadores de distintos países y disciplinas pertenecientes a Vital Strategies y al CONICET, la colaboración con gobiernos municipales y la aplicación práctica de los resultados. Mediante una técnica que se conoce como grupos focales de discusión buscamos conocer sus experiencias, creencias y percepciones sobre el riesgo y la seguridad.
Aprendimos que los motociclistas perciben la calle como un espacio de disputa, en el que compiten por un lugar con otros usuarios. Para ellos, las malas condiciones de la infraestructura y el clima adverso son fuentes de peligro. Ser asaltados es un problema cotidiano que los lleva a infringir normas y ponerse en riesgo.
El exceso de velocidad es tolerado porque resulta útil, aunque solo hasta cierto punto. El uso del celular, aunque mal visto, se justifica cuando trabajan en servicios de reparto. Consideran que no usar casco es una mala idea, salvo en trayectos cortos, lo cual revela una escasa comprensión de las probabilidades de estar involucrado en un siniestro. Todos coinciden en que los controles y las multas son efectivos para que se respeten las normas, pero creen que se aplican con fines recaudatorios, que son escasos o que apuntan siempre a los mismos grupos. La preocupación de sus familiares, el afecto y el miedo a lastimarse son factores que los motivan a cuidarse.
Del conocimiento a la acción: campañas que salvan vidas
Estos resultados son valiosos en sí mismos, pero se vuelven aún más útiles cuando se traducen en intervenciones concretas. Una oportunidad para ello es el diseño y la evaluación de campañas de comunicación masiva. En seguridad vial existen distintos tipos de mensajes: los que apelan a las consecuencias de los siniestros, los que buscan ampliar o mejorar la información disponible, los que destacan el rol positivo de la fiscalización y los que se basan en el contenido emocional de los testimonios de víctimas.
Antes de lanzar una campaña, los mensajes pueden evaluarse en términos de comprensión, memorabilidad, relevancia, eficacia, adecuación cultural y llamado a la acción. El objetivo de estas evaluaciones es identificar qué estilo resulta más efectivo para la población destinataria. Las campañas pueden difundirse a través de diversos medios —vía pública, televisión, radio o redes sociales—, y su alcance puede evaluarse mediante técnicas de investigación social. Esto permite saber si el mensaje llegó a su público objetivo, si fue comprendido y recordado, si generó intención de cambio de comportamiento, y cuál fue la relación entre el dinero invertido en cada tipo de medio y su impacto en términos de personas alcanzadas. Este tipo de estudios está detrás de algunas campañas de salud pública que los cordobeses y los porteños han visto —y siguen viendo— en sus ciudades.
Las controversias, los conflictos y las rivalidades son parte inherente de la vida. Animan nuestras conversaciones, motivan nuestras acciones, nos entretienen, nos enseñan a tolerar las diferencias y nos impulsan al cambio. Pero también pueden fomentar el menosprecio hacia los demás, basarse en argumentos falaces, incentivar el exitismo y cultivar el resentimiento.
Como ocurre con casi todo lo que hacemos, podemos elegir con qué versión comprometernos. La más productiva es aquella que, en lugar de menospreciar al rival o punto de vista opuesto, lo reconoce, lo comprende y se propone mejorar a partir de los desafíos que le presenta, para luego empezar otra vez.
ultimas
Trato con el FMI: oxígeno y renovadas pruebas después de días políticos amargos
Milei buscó reforzar con su mensaje el anuncio sobre el acuerdo con el FMI. Señal clara, lo presentó como reaseguro frente a turbulencias financieras locales y externas. También restó trascendencia a la inflación de marzo. Todo, frente al debut de la nueva política cambiaria

Los secretos del éxito del negocio de la Fórmula 1
Su modelo de valor se basa en vender una experiencia aspiracional, multisensorial, cargada de emoción, tecnología y exclusividad

El rol de la tecnología en una sociedad sostenible
Es necesario repensar las visiones para aplicar desarrollos con una estrategia concreta de usos responsables y así potenciar el gran valor que tiene la tecnología para impulsar la eficiencia energética

El fin de la hegemonía de los Estados Unidos
De aquí en más la principal potencia deberá aceptar que la conducción mundial tendrá que negociarla y compartirla con otros actores que cada vez tienen más poder, como China o Rusia

Pésaj: mantengamos viva la llama de la tradición milenaria que nos guía
La historia del Seder aún no ha terminado. Todavía no ha sido completada. Cada uno de nosotros es parte de esa historia viva que se llama el pueblo de Israel
