El regreso del sarampión y la lucha contra la desinformación

Desde sus inicios, las vacunas ha enfrentado oposición, pero el auge de las redes sociales ha amplificado las teorías sin sustento

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Un niño infectado de sarampión
Un niño infectado de sarampión (AdobeStock)

Vivimos en un mundo extraño. La ciencia ha permitido que nuestra esperanza de vida llegue a valores que hubieran sido imposibles de imaginar apenas 100 años atrás, en gran medida por mejoras en nuestra calidad de vida, alimentación, bebida, control de desperdicios y avances médicos. Entre ellos, probablemente el de mayor impacto: las vacunas.

Un cálculo, no exagerado, publicado en The Lancet en colaboración con la OMS, establece que se han salvado 154 millones de vidas solo desde 1974 debido a las mismas.

Los orígenes, la Viruela

A fines del 1700, Edward Jenner, un médico inglés, notó que los campesinos que ordeñaban vacas contraían una enfermedad cutánea, limitada a una pústula localizada en sus manos, y que ellos, luego nunca enfermaban de Viruela.

La Viruela es una enfermedad generalizada que producía, en ese momento, epidemias incontrolables que mataban a los más débiles y desfiguraban de por vida a otros. Con la observación de los ordeñadores se le ocurrió una revolucionaria idea, comenzó a “inocular” la enfermedad de las “vacas” a la población sana. Los “vacunados” luego expuestos por el mismo Jenner, a la Viruela no la contraían. Se había dado inicio a una nueva era en la salud.

Tal fue el éxito del procedimiento, “la vacunación”, que rápidamente se popularizó. Tanto fue así que incluso fue llevado alrededor del Mundo, hacia los recientemente “descubiertos” territorios americanos, de la única manera que en ese momento se podía hacer, inoculando en forma secuencial a personas. Uno de los viajes más emblemáticos de estos, denominado “La Real expedición filantrópica de la vacuna”, llevó niños huérfanos (expósitos) para esta tarea. Estos niños susceptibles eran “vacunados”, uno tras otro, para mantener la efectividad del inóculo. Así la “solución” llegó a América, de mano de los “conquistadores” que habían traído la Viruela que ya había generado millones de muertes.

A pesar de sus resultados empíricos evidentes, ya en sus inicios las vacunas tuvieron detractores, pero los resultados eran tan evidentes frente a un riesgo real, conocido por casi toda la población, que lentamente se sostuvieron como un procedimiento seguro y necesario en la salud de la población.

Pasteur y la Rabia

El desarrollo posterior de la original idea de introducir una enfermedad leve, para prevenir otra más grave, se vio muy mejorada gracias al trabajo de un Bioquímico Francés, Louis Pasteur a finales del siglo XIX. Al regresar de un viaje a su laboratorio, uno de sus ayudantes observó que unos cultivos de células con virus de la rabia se habían arruinado. Le avisó a Pasteur que iba a descartarlos. Pero el genial Louis le dijo que no lo haga y que inocule esos cultivos “arruinados” en animales de experimentación. Estos animales, que no enfermaron de rabia, luego fueron expuestos al virus de la rabia natural y tampoco enfermaron.

Las “vacunas” a virus atenuados habían aparecido. Generando el comienzo del desarrollo de la vacunología moderna. La rabia humana, contagiada por perros, gatos y animales salvajes era en ese momento una enfermedad frecuente y siempre mortal. Miles de personas de todo el mundo viajaron a Paris a inocularse en el primer Instituto antirrábico de la historia.

Parálisis infantil, la Poliomielitis

Esta enfermedad de la que hay evidencias desde el antiguo Egipto, acompañó a la humanidad en todo su desarrollo. Corría la mitad siglo XX, y la poliomielitis era una epidemia incontrolable, esta enfermedad producida por un virus, genera lesiones neurológicas que producen parálisis permanentes y deformaciones con distintos niveles de compromiso y en sus formas más graves compromiso respiratorio y muerte. Solo en EE. UU en 1960 más de 60.000 casos y más de un tercio de ellos quedaron con secuelas permanentes. Argentina no estuvo exenta de esto, casi todos nosotros recordamos algún conocido con lesiones por esta enfermedad.

El Hospital de Niños en1957
El Hospital de Niños en1957 durante la epidemia de poliomielitis (AGN)

La aparición en 1955 de la primera vacuna a virus inactivado inyectable producida por Salk, y tiempo más tarde la vacuna a virus atenuados por vía oral, la Sabin oral, alejaron esta pesadilla.

Progreso y detractores

Los avances científicos en estas áreas han permitido la eliminación de la viruela, y están cerca de eliminar totalmente la poliomielitis. Y han permitido el control de numerosas y graves enfermedades, en todas las etapas de la vida. La mitigación de la pandemia de COVID-19 ha mostrado nuevas tecnologías disponibles de “vacunas” que abren múltiples posibilidades terapéuticas impensadas hace algunos años.

Sin embargo, en forma paralela han aparecido detractores de estos métodos de prevención. Con distintos argumentos falaces y sin ninguna evidencia han generado dudas en parte de la población. Una de las más dañinas fue la falacia luego claramente desmentida de la relación de la vacuna triple viral, contra sarampión, rubeola y paperas y el autismo. Si bien la publicación que las relacionaba y su autor fueron desmentidos y acusados de fraude, y que estudios muy amplios en varios lugares del mundo mostraron que la frecuencia de las distintas formas del espectro autista no era mayor en vacunados que en no vacunados, aun esta falacia se sostiene en redes sociales incluso el CDC va a invertir millonarias sumas en “volver” a demostrar lo ya demostrado en este tema, obviamente desfinanciando otro tipo de estudio de más utilidad, y generando dudas donde las certezas son enormes. La única explicación a este dislate es la posición anticientífica del gobierno de EE.UU y de su ministro de Salud, Robert Kennedy.

Pero no es esta la única falacia, también se ha difundido la idea de que es mejor sufrir la enfermedad “natural” que ser vacunado, para generar sistemas inmunitarios más fuertes, lo que incluso ha generado fiestas “de contagio” en EE.UU, es decir juntar a niños enfermos con amiguitos sanos para contagiarse “naturalmente”; o la idea de tomar “suplementos” y “vitaminas” en lugar de vacunarse, que han generado la reaparición de brotes de enfermedades cuasi eliminadas y sus complicaciones, y que además han significado negocios multimillonarios en quienes ofrecen los suplementos y vitaminas absolutamente ineficaces.

Sarampión, el regreso

El sarampión es una enfermedad viral (producida por un virus), exantemática (genera una erupción en la piel), muy contagiosa. Imaginen que una persona con sarampión ingresa a una habitación cerrada donde hay 10 personas que no han tenido la enfermedad y no están vacunados, el cálculo es que 9 de esos 10 se contagiarán. Si todos fueran vacunados una vez quizás se contagiaría solo uno y si fueran vacunados 2 veces ninguno lo haría. Tal es la efectividad de esas vacunas hoy injustamente discutidas.

Es una enfermedad muy molesta, genera fiebre elevada (39, 40 grados) por varios días, triple catarro (mocos, tos, conjuntivitis) y el brote cutáneo. Puede complicarse con neumonía, encefalitis aguda, una forma grave de encefalitis subaguda permanente e incluso en 1 cada 1000 casos puede ser mortal.

La vacuna disponible se aplica en Argentina al año de vida, pudiéndose adelantar en situación de brote a los 9 meses. Se aplica un refuerzo a los 5 años, que también puede adelantarse a los 18 meses si hay necesidad. Se requieren 2 dosis para garantizar la inmunidad total. Los lactantes lamentablemente no pueden vacunarse y la única manera de protegerlos es que el resto de los convivientes y contactos se vacunen, esa inmunidad de “rebaño”, se consigue con coberturas poblacionales del 95%.

Lamentablemente en Argentina y también en muchos países esas coberturas no se están alcanzando. Por eso son necesarias fuertes campañas de comunicación para revertir esta situación. Las redes sociales son un terreno propicio para las falacias antivacunas y debemos tener estrategias destinadas a ellas.

La ausencia del Ministerio de Salud de la Nación en estos temas es muy notoria. No ha habido un mensaje a favor de vacunarse. No se ha incorporado ninguna vacuna a calendario, incluyendo la no incorporación de la vacuna contra COVID-19, de la que nadie sabe en Argentina cuántas dosis son necesarias, ni quiénes deben y cada cuánto revacunarse, otro fracaso de la rectoría.

Tampoco sabemos si los brotes epidémicos de sarampión en CABA y en AMBA van a generar alguna decisión sobre las vacunas, por ejemplo, adelantar la segunda dosis de la triple viral no sería una exageración ante la situación epidémica mundial y las bajísimas coberturas locales, pero el silencio aturde.

Vivimos en un mundo extraño, pero podríamos aprender de la historia y hacerlo más saludable para todos.