
El viernes 7 de marzo, en la intersección de la 9 de Julio y avenida de Mayo, pequeños grupos de amigos de Jorge Mario Bergoglio – Su Santidad, papa Francisco- se fueron reuniendo con el fin de caminar juntos con un cirio encendido de ese lugar hasta la Plaza de Mayo y la Catedral de Buenos Aires. A la hora algo más de tres mil personas marchaban por la avenida.
Una plegaria colectiva y una manifestación de amor al Papa
La marcha fue convocada por Juan Grabois y dirigida principalmente a los amigos de Bergoglio. El motivo fue sintetizado por el dirigente social del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) quien dijo:
“Francisco realiza una extraordinaria obra de amor por nuestros pueblos, por nuestra hermana Madre Tierra, por todo lo que es noble, por todo lo que es frágil. Ahora que él pasa un momento de fragilidad, nuestro deber es pagar ese amor con amor.”
Y la reunión por el restablecimiento del Santo Padre y para pedirle a Dios que le devuelva la vitalidad y alegría que lo caracterizan fue creciendo en número y entusiasmo con el transcurrir de los minutos. Dijo quien fue su confesor hoy cardenal Luis Dri.
Palabras y bendición del cardenal Dri
“Me entero que van a la Catedral por la salud de nuestro querido y nunca bien ponderado Papa Francisco”, así inició su diálogo el cardenal Luis Dri, quien fuera confesor de Jorge Mario Bergoglio en su época de arzobispo en la Ciudad de Buenos Aires.
Y agregó:
“El Señor los bendiga a todos los peregrinos (que procesan por la salud del Santo Padre) en el nombre del Padre, del Hijo y el Espíritu Santo. Amén”.
Poco después sobre la salud del Papa y nuestra marcha y nuestra plegaria dijo: “Estoy confiado que (Francisco) va mejorar, va salir a flote, adelante, a pesar de los médicos, de la enfermedad, de los pulmones, de todo eso, para Dios todo es posible. Que el Señor los bendiga a todos y aleje todo mal físico, psíquico, de alma y cuerpo, que el Señor los bendiga a todos, a todos”.

A la convocatoria en muy poco tiempo se sumaron los principales líderes de los movimientos populares y expresiones sindicales entre quienes se encontraban Emilio Pérsico, Gramajo y junto a ellos muchos más. También Rodolfo Aguiar de ATE, Juan Carlos Smith de Dragado y balizamiento, unos pocos legisladores. Se autoconvocaron los amigos (la ausencia de otros dirigentes sindicales y políticos no se debe a una cuestión de falta de afecto o de fe como podría pensarse, sino a que ningún político o dirigente sindical fue invitado en particular).
La procesión
La marcha o procesión estuvo presidida por la imagen de la virgen Nuestra Señora de Luján. Fue llevada por dos fieles devotos; un hombre y una mujer que según dieron cuenta a este cronista son de la ciudad de la patrona de la Argentina y llevan hechos miles de kilómetros que recorridos en nuestro país y fuera de él como portadores de la Madre de Dios. Detrás de la virgen el andar de los fotógrafos y camarógrafos siempre de espaldas a la cabeza de la multitud para cumplir con su trabajo. Después los cartoneros. Cuatro de ellos pulcramente vestidos de blanco empujaban sus carros representando a los miles que vemos a diario en las calles de la ciudad de Buenos Aires; más atrás, un importante número de dirigentes y militantes sociales con paso resuelto, erguidos, sin vacilar. Sostenían una banderola de ocho metros donde reza la consigna: “Amor con amor se paga”.
El mensaje que Francisco repitió en el trayecto rezaba “Tierra, techo y trabajo”
No fue el marchar desordenado de otras manifestaciones, tampoco hubo piquetes, no era un acto de protesta, no era una marcha meramente reivindicativa, no era un ataque a quienes nos oprimen, no fue reprimida por la policía que supo actuar con moderación y respeto, era un andar digno, altivo, piadoso, un acto de culto de fe en una avenida que fue iglesia, mansión del Altísimo. Un pueblo fiel procesando consciente y respetuoso del Santo Padre paciente, que en su paciencia -a través de los altavoces- nos saluda y nos pide que tengamos esperanza. Los pobres pidiendo por su salud, Francisco recordando la consigna de los pobres por él mismo enunciada: “Techo, tierra y trabajo”.
Todos rezando en sus corazones y oyendo al Santo Padre en su discurso dirigido a los movimientos sociales en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, que se propalaba acompañando la caminata. Multitud que olvida sus propios padecimientos que no son pocos para convertirlos en plegaria caminante a Dios pastor por el amor y la salud del Padre viviente y sufriente que reposa en la lejanía y soledad del Gemelli.
Procesión de corazones y cirios encendidos por la salud de quien desarrolló en el mundo de la pobreza la doctrina de la fraternidad universal sin disimulos. Doctrina que los movimientos populares tomaron y por la cual soportan las limitaciones, los ajustes, la persecución y las falsas acusaciones de los gobiernos entregados a la economía de la recolonización de las riquezas y la esclavitud de los pueblos sumergidos.
Muchas velas encendidas sobre las manos sostenidas por los brazos que, cual candeleros vivientes marchan iluminando la pasión y el deseo profundo de que Dios resguarde la vida de Jorge Mario. Se puede leer en las mentes iluminadas por las luces que arden y caminan hacia la Plaza adonde quedarán como promesa.
En el Templo y el Altar del Templo de la Catedral
En la catedral las puertas nos fueron diciendo cosas, fuimos dejando fuera del templo las angustias y las necesidades, las ausencias, los dolores, las cosas vanas y fuimos ocupando las gradas. Adentro donde nos aguarda lo bello de las imágenes y lo sagrado. Una belleza que te toca, te purifica, te restaura. Casa viva de Dios que como otras veces se llenó de pueblo.

Y así llegamos al Altar de la catedral donde el párroco padre Alejandro estaba pronto para dirigirnos unas palabras.
Decía del Altar un célebre teólogo que es el “signo visible de esta recámara secretísima, sosegadísima y fortísima del hombre”.
Ocupa el lugar más sagrado de la iglesia, dominando, desde las gradas en que se eleva, todo el recinto del templo, que ya por su misma configuración externa difiere de las construcciones humanas y está aislado como el santuario del alma.
Palabras del párroco de la Catedral de Buenos Aires padre Alejandro Russo y el “sentido de la verdad popular”
El párroco hablará de pie junto a la mesa, llana, sin rincones ni penumbras ni cosa alguna que se preste a manejos sospechosos, antes bien, abierto a todas las miradas.Vestida con el mantel de lino blanco. Con voz clara, estentórea, precisa, segura cuya dulzura le devuelve paz y entendimiento a tus oídos.
“Hoy -dijo- venimos todos aquí a rezar, después de esta marcha con las luces por las calles de Buenos Aires por la salud de nuestro querido papa Francisco, sabemos que esta en una situación difícil pero también sabemos que el papa Francisco va mejorando día a día, que no se trata de una situación fatal…"
“En la Iglesia se entiende que hay un “sentido de la fe” que tiene el pueblo de Dios… este sentido de la fe debe ser consultado, consulta que todos los papas hacen para ver mejor y en este caso que nos dice el sentido de la fe del pueblo de Dios acerca de la salud de Francisco? nos dice que el papa Francisco va a mejorar y se va a poner bien para seguir trabajando… este es el sentido del pueblo de Dios…y esto se debe a que todavía necesitamos de la presencia del papa en esta tierra, el pueblo de Dios sabe que va a mejorar porque así como tiene que ir recuperando el oxígeno en sus pulmones también tiene que seguir dando oxígeno al pueblo para que el pueblo pueda seguir caminando por el camino que Dios le señala…"
“Hoy podemos afirmar que el papa se va recuperando y no como quieren los contreras…los aguafiestas y por eso… con alegría antes de recibir la bendición recemos el padre nuestro y repitamos juntos tres veces: ¡Viva el papa Francisco! ¡Viva el papa Francisco! ¡Viva el papa Francisco!"
“Ahora, recemos juntos el Padre nuestro, para luego recibir la bendición de Dios” (aplausos continuados durante más de 2 minutos)
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