Catástrofes anunciadas: inundaciones e imprevisión

Hay un modelo de gobernabilidad concentrado en el corto plazo. Las catástrofes ambientales y sociales no resultan de una única causa sino de una sucesión reiterada de pequeñas negligencias que se acumulan hasta que el sistema explota

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La catástrofe de Bahía Blanca
La catástrofe de Bahía Blanca dejó al menos 10 muertos. Foto: EFE/ Cristian Romero

El dolor humano debe conmovernos.

No podemos ser indiferentes cuando las imágenes nos muestran los rostros de personas abrumadas; los chicos con miedo y los adultos con esperanzas destruidas porque han perdido todo lo que han construido a lo largo de una vida.

Es inmoral pensar que es algo anormal, pero que no nos afecta porque les pasó a otras personas, y sobre todo, creer que no volverá a ocurrir.

Es cierto que llovió mucho, pero también que la tragedia aumentó considerablemente por la imprevisión, y no solo eso; hubo informes previos e inundaciones, como en La Plata o Nueva Orleans, que podrían haber motivado alguna estrategia preventiva.

No se trata de culpar a nadie en particular, sino de poner en evidencia que hay un modelo de gobernabilidad concentrado en el corto plazo, en reaccionar en el día a día, pero que no logra contemplar los efectos en el largo plazo y gobernar la complejidad del mundo.

Es frecuente que nos sorprendan las catástrofes.

En el caso de Bahía Blanca, un estudio sobre la hidrografía urbana de esa ciudad, publicado por el Conicet el 1° de enero de 2012, afirma que la ciudad se emplaza en la cuenca inferior del arroyo Napostá y que en esa posición recibe el escurrimiento generado aguas arriba, aumentándose el peligro de inundación por sus crecidas, entre otros factores. Los informes señalan que, además de las causas naturales, hubo un desborde del canal Maldonado y del Napostá que ha inundado la ciudad.

La ciudad de Bahía Blanca
La ciudad de Bahía Blanca quedó bajo el agua por las fuertes lluvias. Foto: AP/Juan Sebastián Lobos)

No quisiera abrir un debate específico, porque no hay una sola causa: es un modelo de actuación.

Las catástrofes urbanas producidas por inundaciones son recurrentes y hay experiencia sobre estos problemas.

En Nueva Orleans vemos que las más afectadas fueron las nuevas construcciones, no las antiguas de los primeros pobladores que hicieron edificaciones que tenían en cuenta el entorno natural: eran altas, sabían que iba a crecer.

Pero en lo sucesivo, cuando vino el progreso, se comenzó a construir en lugares bajos, cerca de los ríos y sobre éstos; el pavimento extendió las zonas en las cuales no hay absorción del agua y así, sucesivamente, una autorización, otra autorización y fueron pasando y aumentando y finalmente cuando llovió mucho se inundó la ciudad.

Recordemos otras catástrofes: un edificio que cayó por defectos de construcción y mantenimiento, un tren que colisionó por falta de inversión; un recital en un lugar en el que nadie se preocupó por la seguridad, un barrio entero que se quedó sin luz, un sistema que colapsó.

Cuando esto acontece reaccionamos buscando la última causa: “llovió mucho en poco tiempo”, un viento fuerte, un exceso de consumo de energía por el verano, un maquinista que se durmió, alguien que encendió una bengala. Es entendible que nos concentremos en estas conductas para juzgar legalmente a los responsables, pero no constituyen un enfoque adecuado para prevenir.

Vehicles are flooded after a
Vehicles are flooded after a powerful storm struck the city of Bahia Blanca, 600 km south of Argentina's capital, on March 7, 2025. The severe rainfall left at least six dead and triggered mass evacuations, inundated hospitals, and caused sections of asphalt to collapse. (Photo by PABLO PRESTI / AFP)

​En general, las catástrofes se anuncian con mucho tiempo, sobre todo en materia ambiental, pero también en otros campos.

En las catástrofes nucleares o de aviación se le echa la culpa al piloto o al error humano, pero en realidad siempre hay una cantidad de errores latentes, (James Reason en el libro “El error humano”). “Que esto no se hizo, que aquello se dejó pasar, que este no controló”. Poco a poco los sistemas van avanzando hacia su propio nivel de corrección y, cuando esa corrección se produce, hay una catástrofe.

Hay una falla, otra, luego una más, alguien no presta atención, un descuido, una negligencia, una falta de inversión; es decir, hay una sumatoria de pequeños incumplimientos que hacen que un sistema vaya absorbiéndolos hasta que colapsa por un hecho detonante.

Si no invertimos en energía de modo constante, tarde o temprano habrá un colapso por una ola de calor; si no hay inversión en telefonía, es probable que en las fiestas se saturen los teléfonos y no podamos hablar; si se construye en zonas inundables y no se hacen obras de prevención, es alta la probabilidad de que una tormenta fuerte provoque una gran inundación.

​Son temas estudiados en el campo científico, pero ignorados en la gobernabilidad mundial, cuyos costos los pagan las personas.

​La inundación de las ciudades, los accidentes reiterados, las catástrofes ambientales y sociales no resultan de una única causa. Por el contrario, se trata antes bien de una sucesión reiterada de pequeñas negligencias que se van acumulando hasta que el sistema explota.

​Por esta razón es que hay que cambiar el modo de mirar estos problemas y de gobernar pensando sistémicamente.

Es muy importante que en cada inversión o decisión relevante se considere el mediano plazo, se hagan estudios complejos, se permita la participación social, el debate con distintos puntos de vista, porque todo eso ayuda a examinar la complejidad del mundo en el que nos toca vivir.

La acción presente debe contemplar sus efectos futuros: consumimos recursos como el agua potable si pensar en su agotamiento, gastamos sin ahorrar.

A man stands outside his
A man stands outside his home after a storm flooded the street in Bahia Blanca, Argentina, Friday, March 7, 2025. (AP Photo/Juan Sebastian Lobos)

El acto individual debe contemplar los efectos de la acción colectiva; por ejemplo, arrojamos a un rio un líquido contaminante porque es una pequeña cantidad, pero no tomamos en cuenta que si millones de personas hacen lo mismo, arruinamos el río; permitimos muchos vehículos pero no pensamos en que tantos automóviles juntos precisan de más autopistas y por lo tanto aumentan los accidentes, la contaminación y circular en automóvil es un verdadero trauma diario.

El pensamiento sistémico implica comprender la interacción compleja que toma en cuenta los efectos individuales y colectivos, presentes y futuros de la acción humana.

​No actuamos de esta manera por varias razones.

​Primero porque tenemos una cultura del amanecer, nos gustan los anuncios de la salida del sol, pero por la tarde nos cansamos y olvidamos de qué se trata; probablemente volvamos a anunciar algo similar al día siguiente. Por eso es que hay que cambiar esta práctica, para que las políticas públicas no tengan por objetivo a las próximas elecciones sino a las próximas generaciones.