El Papa está enfermo. Su voz se oye debilitada, casi silenciosa, en la habitación 309 del Policlínico Gemelli de Roma, donde está siendo asistido por un cuadro de salud que los partes médicos oficiales definen como crítico, reservado, y no exento de peligro. El Papa está débil.
Pero en la fragilidad del hombre sigue resonando potente la voz del profeta que atraviesa las sombras de un mundo en crisis y los desiertos de la historia.
Francisco y la casa que no se puede caer
Hace doce años Jorge Bergoglio eligió un camino: un estilo de liderazgo para una institución por entonces en profunda crisis de sentido, de representatividad, y hasta quizás de identidad y de destino. Se puso por nombre Francisco y con ese nombre eligió su misión, su visión y su propósito como líder de la Iglesia Católica, pero también como un líder global para el Siglo XXI.
Se inspiró en Francisco de Asís, aquel joven revolucionario de Dios que en el Siglo XIII escuchó una voz del cielo que le decía “reconstruye mi casa que se cae a pedazos”. Al elegir ese nombre, Francisco, el Papa, comprendió su lugar en la historia como aquel que debe hacerse cargo de una casa que se está destruyendo.
Pero ¿cuál casa es esa que se destruye?... Es la Iglesia, es el mundo, y es la humanidad.
La reforma imposible, barbas en remojo para la Curia
En la Iglesia, Francisco tomó el toro por las astas desde el día uno. Entre muchas otras medidas, creó una comisión de ocho cardenales (después fueron nueve) para reformar la Curia Romana, el órgano de gobierno de la Iglesia Universal. Esa tarea concluyó en marzo de 2022 con el documento “Predicate Evangelium” que sentó las bases de un camino de renovación para el gobierno central de la Iglesia. Es digno de mencionar, y solo a modo de ejemplo, que como fruto de esas reformas hoy hay dos mujeres ocupando altos cargos que hasta hace apenas meses habían sido exclusividad de cardenales. Lo cual abre la puerta para pensar muchas otras aperturas en ese sentido, quizás en un futuro no tan lejano.
Ecología o extinción: el grito de la “hermana madre tierra”
La casa que se cae a pedazos y que Francisco invita a reparar también es el mundo. La grave crisis ecológica ha sido ocasión para que el Papa nos hablara en Laudato Si -y también en otros textos- de “la hermana madre tierra”, esa “casa común” en la que habitamos y que con amor hemos de cuidar y sanar. La conciencia de una ecología integral es parte constitutiva de la fe cristiana pero también es un llamado a la responsabilidad a todos los hombres y mujeres de la tierra a sanar el presente y cuidar el futuro del mundo.
Humanidad fracturada: fraternidad o guerra mundial en cuotas
La humanidad también es una casa que parece destruirse. Las guerras, las enemistades, la pobreza, la exclusión, la violencia, etc. La raíz de todo esto somos nosotros mismos. Pareciera que somos una humanidad rota. Rota en primer lugar en cada uno de nosotros, en esta época de pandemias de soledad, de vacío, y de tantos problemas de salud mental. Y, divididos en nosotros mismos, también lo estamos entre nosotros: somos individuos confundidos, enojados, confrontados. Una humanidad en grieta.
Y ahí Francisco, el Papa, nos propone la fraternidad total, la cultura del encuentro, que consiste en abrir el corazón (y también las leyes y las estructuras) al otro, al distinto, al lejano, al débil. La cultura del encuentro nos invita a hacernos cargo de los inmigrantes, de los pobres, de los débiles, porque, señala el Papa, ése es el camino para restaurar el corazón humano que se agrieta y se rompe.
La unidad es superior al conflicto, nos recuerda Francisco y en Fratelli Tutti nos enseña que la política debe ser la forma más alta del amor y del encuentro fraterno, porque ella es el amor que busca el verdadero bien común. La humanidad rota se restaura en la apuesta por lo comunitario y en el diálogo a todo nivel.
Entonces… ¿amor o barbarie?
Francisco permanece internado en la habitación 309 del Policlínico Gemelli de Roma, donde Juan Pablo II pasó sus horas más difíciles. Ahora es a él, a Francisco, a quien le toca desde su fragilidad dar su propia batalla, pero a la vez seguir siendo faro potente para el mundo, para la humanidad y para la historia.
¿Sobrevivirá el Papa Francisco? Sí. Claro que sí. Porque esa respuesta no está en Roma, en el Gemelli. Esa respuesta está en cada uno de nosotros, en cómo elegimos vivir lo que el Papa ha proclamado y enseñado. ¿Elegiremos el amor o la barbarie? Es allí, en esa elección, que se nos define la vida.
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