Inesperado shabat de duelo y memoria en Villa Crespo

Las desgarradoras noticias acerca de los rehenes israelíes impulsaron una convocatoria de organizaciones judías pacifistas donde se discutieron temas vinculados a los ataques terroristas, la guerra y el creciente antisemitismo

Guardar
Una mujer llora ante un
Una mujer llora ante un monumento de recuerdo a los rehenes asesinados Shiri Bibas, sus dos hijos Ariel y Kfir, y Oded Lifshitz, en la "Plaza de los rehenes", en Tel Aviv, Israel. (AP Foto/Oded Balilty)

Aunque vengo hablando y escribiendo sobre el tema, al igual que a tantos judíos siento que me faltan palabras para explicar lo que se vive alrededor del conflicto en Medio Oriente a partir del 7 de octubre de 2023. Siguen faltando palabras que expliquen la masacre que los terroristas perpetraron en el sur de Israel –y se ocuparon de mostrar a todo el mundo– pero también para explicar la respuesta brutal de Israel sobre Gaza, que se privilegió sobre el regreso de los rehenes, la guerra ya infinita y desoladora y, fundamentalmente, la fuerza del odio, que lo cubre todo y emerge por encima de otras emociones a uno y otro lado del conflicto.

Y si quedarse sin palabras es sentirse indefenso, estar en esas condiciones y además sentirse solo es llegar al límite de la inermidad. Tal vez fue por eso que en la noche del viernes, entre 100 y 120 personas aceptaron la propuesta de reunirse en un inesperado shabat de duelo y memoria para procesar en comunidad las desgarradoras noticias de los últimos días.

La trágica imagen de Shiri Bibas y sus hijitos es desde el comienzo uno de los grandes símbolos de esta lógica de la crueldad: una mujer con sus niños de 4 años y 9 meses en brazos es arrancada de su casa por los terroristas. Su marido es secuestrado también. Sus padres morirán quemados durante la masacre, su esposo será liberado y ella y sus hijos, trasladados a túneles del horror y asesinados en cautiverio. Vimos el video de cuando se los llevaron y asistimos al show perverso y macabro de Hamas en el proceso de devolución de sus cuerpos. Todo lo que vamos sabiendo sobre su martirio supera cualquier idea previa acerca de la crueldad.

El encuentro de shabat fue en Villa Crespo (Buenos Aires) y fue preparado en pocas horas por las organizaciones Tzavta, Meretz, Hashomer Hatzair y el periódico Nueva Sion, cuyas miradas sobre el judaísmo, sobre el conflicto con los palestinos y sobre las políticas del gobierno de Israel difieren drásticamente del pensamiento que expresan las instituciones mainstream. El shabat relámpago fue una manifestación de la soledad en la que muchos judíos que siempre apostaron por la paz y el diálogo se sienten a partir de aquel 7 de octubre, cuando la mayoría de las expresiones progresistas del mundo eligieron ignorar o justificar las atrocidades de las que fueron víctimas civiles israelíes de todas las edades.

La necesidad de procesar en compañía lo que aún no puede ser dicho pudo más que los 40 grados de calor porteño. Primero fue la bendición del shabat y luego, como confirmación de que para tramitar el espanto también se necesitan belleza y espesor, llegó la lectura de un poema. Tamara Rajczyk, docente y traductora de hebreo, pronunció en voz alta la tristeza añeja de un joven poeta israelí:

En alguna fase

el dolor renuncia,

como si dijera:

Todo este asunto me queda grande,

y dimite.

Y entonces te quedás

con algo indefinido,

una especie de tristeza silvestre

indecible,

extraña

pero conocida.

Sin fin.

Sin comienzo.

Un sentimiento nuevo

para el que aún no se inventó la palabra.

(“Después del dolor”, de Noam Horev)

El rehén israelí liberado Tal
El rehén israelí liberado Tal Shoham, retenido en Gaza desde el los ataques del 7 de octubre de 2023, luego de ser liberado por sus captores. REUTERS/Nir Elias

La “agitación moral” de los judíos

El encuentro tuvo emoción y tuvo también espacio para reflexiones desde el campo de las ideas. El sociólogo Kevin Ary Levin analizó la contradicción de haber pretendido, al mismo tiempo, terminar con Hamas y recuperar a los rehenes que se estableció como respuesta de Israel a los ataques terroristas. Levin se detuvo en un concepto interesante, el de la “agitación moral” de la sociedad israelí y, por extensión de los judíos del mundo, un conjunto de emociones no necesariamente positivas incentivadas desde el poder en Israel. También cuestionó las “voces de venganza” que se levantan en la comunidad entre aquellos que descalifican por default la inclinación al diálogo de paz y la posibilidad de los dos estados como solución al conflicto, algo que podría expresarse en la idea de que con el 7 de octubre el pacifismo judío “aprendió la lección”.

“El verdadero triunfo de Hamas sería que cada vez nos parezcamos más a ellos”, dijo Levin a modo de respuesta.

Liora Gomel es experta en comunicación y en temas de memoria y feminismo. Liora habló de un cóctel dramático como es el del dolor y la ira y se centró en las contradicciones que no existían antes del 7 de octubre.

Vale la pena recordar que los ataques de Hamas y otras agrupaciones terroristas ese día fueron sobre la población civil más cercana a Gaza y a los palestinos, no solo en términos geográficos sino también en cuanto a los ideales humanistas. Muchas de las víctimas de esos ataques fueron líderes de organizaciones que trabajaban con sus pares palestinos y es ahí cuando aparecen las contradicciones arrasadoras de las que habla Liora y el sentimiento de traición.

Con gran decepción, Gomel recordó que el trabajo que hizo durante años en organismos tenía como lema “La paz la hacemos las mujeres”, pero habló de la perplejidad y el dolor de haber encontrado un inesperado límite ya que ese lema “estaba recortado para nosotros”, dijo, a propósito de la ausencia de solidaridad por parte de la mayoría de las organizaciones feministas, que optaron por no mirar o por calificar la barbarie como un “acto de resistencia palestina”.

No deja de ser curioso que algunas de esas personas, que para tomar distancia del integrismo de Hamas eligen separar a la población palestina de la Franja de sus dirigentes, sin embargo no consiguen efectuar la misma diferenciación con Israel. Así, no hubo de su parte ningún cuestionamiento al ataque arrasador sobre los kibutzim israelíes y el festival de música Nova, ni un reconocimiento de los crímenes que dejaron 1.200 muertos ni de las probadas violaciones a las mujeres israelíes y tampoco del secuestro de más de 250 personas de todas las edades. Para esas expresiones de cierta izquierda, ser israelí parece conllevar una culpa de origen, por lo que todo castigo tiene una justificación.

No soy creyente ni religiosa y, así y todo, en la desesperación necesito el consuelo que solo puede dar el apoyo espiritual. Escuchar en ese local lleno de gente sin respuestas al rabino Dany Goldman fue el abrazo que muchos estábamos necesitando. El rabino habló del duelo colectivo y se centró en la idea de que para los judíos toda muerte es “un escándalo religioso” y que el mayor de esos escándalos sucede cuando hay que enterrar a un niño, porque ese acto “sepulta la ternura y la poca inocencia que puede subsistir en un adulto”.

Goldman hizo un recorrido por la tragedia judía (“somos hijos de la generación de un trauma”) y habló también del “hondo cuestionamiento de nuestros ideales” al referirse a la inocencia de las víctimas de los ataques. “Su único delito fue de orden ontológico. Haber nacido o elegido vivir como judíos en la tierra de Israel. O expresémoslo en términos más prosaicos: el delito de vivir en un kibutz, o de haber ido a escuchar música y bailar”.

“Este rabino no es tan creyente”, señaló, y fue entonces cuando pronunció la frase capital de su doloroso sermón: “Perdonen mi ignorancia, pero no hemos pecado tanto como para tanto desasosiego”. Pese a la amargura, Goldman subrayó que abandonar la esperanza sería “negar nuestra identidad” como judíos y también que “una de las máximas pruebas de fe es vencer al fanatismo y al fundamentalismo”.

De izquierda a derecha: Ariel
De izquierda a derecha: Ariel Bibas, su mamá, Shiri Silberman Bibas y su hermanito Kfir Bibas. Fueron secuestrados en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023 y asesinados en cautiverio.

Izquierda, derecha y humanismo

Las diferencias en el seno de la comunidad judía son enormes y no es que antes no hayan existido: la libertad para pensar y expresarse es una de las características de mis paisanos y por algo siempre se menciona aquello de que donde hay dos judíos, hay tres opiniones.

Hoy, la corriente dominante entre los judíos ya no es el progresismo. No existe un ideal socialista, ya ni siquiera hay una socialdemocracia realista y las posibilidades de grandes acuerdos de paz estaban derruidas antes de los ataques y de la guerra en Gaza. En el gobierno israelí no parece tampoco haber pragmatismo sino mero cálculo personal: la conducta del presidente Netanyahu, su alianza con los sectores más extremistas del arco político y con supremacistas que en otro tiempo habrían dado vergüenza y generado indignación, evidencian que siempre antepone su supervivencia política a cualquier otra cuestión, incluida la vida de los rehenes.

No solo hay juicios por corrupción que lo tienen como protagonista, todavía queda un largo trecho en la investigación para saber por qué sucedió lo que sucedió y cómo los responsables de proteger a sus ciudadanos fallaron del modo en que lo hicieron. No deja de ser una paradoja la forma en que se conduce el mandatario israelí con el tema de los ciudadanos secuestrados: su hermano mayor fue Jonathan Netanyahu, héroe israelí que murió a los 30 años en la Operación Entebbe (1976), una misión de rescate en un aeropuerto de Uganda que aún se recuerda como uno de los grandes éxitos de la historia de los rescates de rehenes. Netanyahu fue la única baja militar de aquella exitosa operación militar.

El péndulo de la política se inclinó hacia la derecha en su máxima expresión y no solo en Israel. De lo contrario, no podría nunca entenderse que haya sido Marine Le Pen la persona que lideró la última marcha contra el antisemitismo en Francia. El acercamiento a los judíos por parte de líderes como Le Pen o de personas que comparten su modo de ver el mundo, la cultura y las sociedades, no debería confundir. Se trata de aliados ocasionales que en otro tiempo habrían despreciado a los judíos y hoy, en realidad, tienen altísima consideración por el ala guerrera y ultranacionalista de la comunidad. No quieren a los judíos: solo sienten más desprecio por los musulmanes.

Empecé hablando de la soledad y quiero cerrar con esa misma idea. El dolor, la ira, la indignación desesperada no debería confundirnos. Cuando tantas palabras y discursos están devaluados, ya no sé cómo llamar la forma en que pienso ni cómo describir el universo de mis ideas aunque sigo identificándome con el concepto de humanismo. Siempre me encontré segura en el campo llamado progresista, cuando fue cool y también cuando se hizo meme. Pienso que todas las vidas valen lo mismo y descreo del campeonato de víctimas, por eso me desilusiona y me rebela lo que hacen quienes, en nombre de la defensa de un pueblo atropellado como el palestino, trabajan hace años en la transformación de la palabra “sionista” en un insulto.

Desde el mismo momento de
Desde el mismo momento de los ataques y los secuestros, los familiares de los rehenes salieron a la calle en Israel a exigirle al gobierno un acuerdo con Hamas. (REUTERS/Itai Ron)

El esfuerzo en esta oportunidad les regaló un hitazo: muchos jóvenes la pronuncian con desprecio sin tener la menor idea de su génesis y de su historia y, me temo, sin tener tampoco la menor idea de la historia general de sufrimiento, castigo y persecución del pueblo judío a lo largo de los siglos. Esa izquierda, que se considera progresista y que hace actos en contra de Israel y exige boicots en todas las esferas, parece ignorar que gran parte de la sociedad israelí hasta ahora pensaba como ellos y que su hostilidad contra Israel funciona como fenomenal anabólico en el crecimiento del antisemitismo.

Asistimos a una era de crueldad obscena, donde se corrieron los límites de todas las canchas. Si la corrección política fue una farsa, el regocijo en el daño es un espectáculo inquietante y por momentos abominable. No es sencillo cuando toda la estantería se viene encima y es hora de preguntarse si lo que pensamos siempre fue un error o una ingenuidad, así como es duro superar la tristeza y la frustración cuando algunas de aquellas personas que pensabas que estaban cerca te soltaron la mano mientras seguís convencido de que las amistades por interés no son lo que andás buscando. Se llama crisis.

Guardar