Ecuador: la encrucijada de la democracia

Ecuador es una de las pocas naciones que puede exhibir con orgullo que la reducción de la pobreza en los últimos 50 años

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La candidata a la presidencia
La candidata a la presidencia de Ecuador por el correismo, Luisa González, y al presidente y candidato a la reelección, Daniel Noboa (EFE/ Jonathan Miranda/José Jácome)

El 9 de febrero de este año el Ecuador mostró ser víctima de una polarización aguda entre los seguidores del ex presidente Rafael Correa y sus opositores, que carecen de un verdadero líder. Esa realidad difirió la selección presidencial a una segunda vuelta, que se llevará a cabo el 13 de abril. Pero lo cierto es que esa fecha se constituirá en un parteaguas de la historia del Ecuador porque de la decisión del soberano depende que se consolide en el Ecuador el milagro Peruano de desacoplamiento entre la economía y la política o que los avances alcanzados hasta ahora den marcha atrás.

Ecuador es una de las pocas naciones que puede exhibir con orgullo que la reducción de la pobreza en los últimos 50 años. Ese prodigio se logró por dos razones. El espíritu represivo y controlador de las dictaduras militares les llevó a unir el país con vías de comunicación. El país entero está cruzado por carreteras y autopistas asfaltadas. Esto le ha permitido a Ecuador tejer vínculos significativos con la economía mundial. En segundo lugar se ubica la dolarización de la economía. Esta medida (adoptada por el presidente Yamil Mahuad) le ha traído estabilidad económica al país y apertura económica a sus trabajadores.

El crecimiento económico empujado por exportaciones diversificadas que incluyen desde el petróleo hasta las flores pasando por el brócoli, los camarones y las bayas ha incorporado al desarrollo a cientos de miles de familias que solo habían conocido la pobreza. Hoy se constata con impresión la presencia de viviendas unifamiliares en las que se han añadido nuevos pisos con materiales de construcción modernos. Los barrios de bajos ingresos tienen vías y sus habitantes poseen vehículos. El índice de desarrollo humano se ha movido de los niveles más bajos hacia el centro en apenas 25 años. En síntesis, Ecuador hoy está encaminado a lograr el desarrollo en los próximos 25 años.

La decisión que tome el 13 de abril podría preservar o detener los logros alcanzados hasta ahora. Porque si bien es cierto que Noboa deja mucho que desear, González es un pasaporte seguro al pasado de pobreza y exclusión del país. En efecto, González representa el movimiento por la restitución del liderazgo de Rafael Correa, quien gobernara durante el más fabuloso boom petrolero de la historia de ese bien. Sin embargo, su gestión arrasó con los ahorros del país colocados en diversos fondos de pensiones y lo endeudó por varias décadas. De no haber mediado la dolarización decretada por Mahuad, seguramente Ecuador hubiera experimentado una cesación de pagos que hubiera paralizado su economía.

En segundo lugar -y esto es de fundamental significación para el resto de Sudamérica- una administración de González fortalecería la alianza entre narco estados sudamericanos como Bolivia, Colombia, Venezuela y Nicaragua. Esto además de aumentar la violencia, que ya es dramática, atraería la imposición de restricciones de carácter preventivo para el acceso del Ecuador al sistema financiero internacional. En el aspecto violencia solo hay que recordar como en 2022 las fuerzas pro-Correa recibieron apoyo logístico y material del régimen venezolano para encender al país en una hoguera de violencia que provocó el mayor descenso económico de la última década. Además, desde luego que el estado de derecho se vendría abajo ante la utilización de las leyes y de las agencias de su observancia en armas de persecución a todo aquel que piense distinto al correísmo. Todo esto se traduciría en un colosal frenazo a la marcha de progreso que el país tomara hace más de 30 años.

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