La economía liberal frente al fascismo y el nazismo

“Ante las doctrinas liberales, el fascismo se mantiene en actitud de absoluta oposición, así en el campo de la política como en el de la economía”, sostenía Benito Mussolini en 1932

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Hay enormes diferencias entre los
Hay enormes diferencias entre los movimientos o “sistemas de pensamiento” del nazismo y fascismo y lo que representa el liberalismo, como el que separaba el Muro de Berlín (Foto: EPA)

Javier Milei ha sido acusado recientemente de fascista y nazi, lo que abre una oportunidad para volver sobre las diferencias entre estos movimientos o “sistemas de pensamiento” y lo que representa el liberalismo.

Quizás haya que señalar al comienzo de esta breve exposición que el fascismo de Benito Mussolini dejó entre 500.000 y 1.000.000 de muertes, sumando la represión política en Italia (1922-1945), con una dictadura que persiguió y eliminó opositores políticos, comunistas, socialistas y antifascistas, usando métodos como ejecuciones, torturas y encarcelamientos en las islas-prisión. Se suman la Guerra de Etiopía (1935-1937) con el uso de armas químicas y bombardeos indiscriminados, o la Guerra Civil Española (1936-1939) donde Italia apoyó a Franco con tropas y bombardeos. En la Segunda Guerra Mundial el fascismo dejó entre 300.000 y 500.000 muertos, así como las represalias y guerra civil en Italia (1943-1945), con otros 100.000 a 200.000 muertos adicionales.

El Nazismo de Adolf Hitler (1933-1945) fue aún más violento con una estimación de 17 a 25 millones de muertos, incluyendo el Holocausto con 6 millones de judíos asesinados, el genocidio de otros grupos como prisioneros soviéticos, gitanos, personas con discapacidad, polacos no judíos, homosexuales y opositores políticos, ejecutados o enviados a campos de concentración. En la Segunda Guerra Mundial se sumaron 50 a 60 millones de muertos, además de las masacres y represalias.

Estos datos deberían resultar suficientes para alejar cualquier idea de que el actual presidente de la República Argentina sea fascista o nazi, además de hacer un llamado a la prensa y a la sociedad para condenar a aquellos que ante diferencias con la filosofía liberal llegan a estos extremos en sus declaraciones.

Características del liberalismo económico

El presidente Javier Milei ha expresado en innumerable cantidad de veces que el liberalismo es, siguiendo la definición del doctor Alberto Benegas Lynch (h): “…el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”.

El liberalismo es el respeto por el proyecto de vida del prójimo, esto es, por su libertad individual. Respetar los deseos, valoraciones, y preferencias de cada persona es el fundamento central de una filosofía liberal y de la construcción de la arquitectura institucional que permite alcanzar una sociedad libre. Para un liberal el individuo está por encima del Estado. Pueden no gustarle al lector las elecciones o preferencias de algunas personas, pero en la medida que no obstruyan la libertad individual de terceros, no se justifica ningún tipo de intervención estatal. En el liberalismo, de hecho, el Estado es precisamente la institución que protege al individuo, es decir su vida, su libertad individual y su propiedad.

El presidente Javier Milei ha
El presidente Javier Milei ha expresado en innumerable cantidad de veces que el liberalismo es, siguiendo la definición del doctor Alberto Benegas Lynch (h): “…el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo (Foto: AFP)

Respetar estos proyectos individuales, significa que el resultado del orden social no se forma de modo “constructivista”, siguiendo a Friedrich Hayek, desde arriba, a través de algún tipo de planificación central. Sino que el resultado es un orden espontáneo -siguiendo a autores clásicos como Adam Smith, David Hume y Adam Ferguson-, o un “orden sin plan”, como le llamaba el filósofo italiano Lorenzo Infantino, recientemente fallecido.

En los intercambios libres, surgen precios libres, y son estos los que le dan forma a la economía de mercado. Explicaba Ludwig von Mises en su libro Planificación para la libertad que no se trata de elegir si hay o no planificación. De lo que se trata es de contraponer la planificación centralizada que proponen distintos tipos de movimientos colectivistas, frente a una planificación descentralizada, que es lo que propone el liberalismo.

El colectivismo propone planificar un orden desde arriba para toda la sociedad. El liberalismo propone planificar desde abajo, desde las voluntades de los hombres y mujeres de a pie, un proceso en el cual se deciden las respuestas centrales a ciertas preguntas económicas claves cómo “qué producir”, “cuánto producir” y “cómo distribuir”.

El mercado, a través de la función empresarial de múltiples agentes, define con su “estado de alerta”, su “perspicacia”, y a través de un “proceso de prueba y error”, qué cosas producir, pero la voluntad última la tiene el consumidor, quien es soberano, amo y señor del resultado que obtenemos del proceso.

El fascismo económico

La doctrina del fascismo, publicado en 1932 por Benito Mussolini, es posiblemente el libro que el lector interesado en este movimiento debería leer. Allí se afirman ciertos principios que claramente se oponen a todo lo dicho anteriormente en el marco del liberalismo comenzando por señalar que: “El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”. (En la Cámara de Diputados, 26 de mayo de 1927; en Discorsi del 1927, pág. 157).

Adolf Hitler (1889 - 1945)
Adolf Hitler (1889 - 1945) con Benito Mussolini (1883 - 1945), en un encuentro en Venecia (Foto: Getty Images)

El fascismo además de ser un sistema de gobierno es también, y sobre todo, un sistema de pensamiento que defiende una ideología colectivista, nacionalista y estatista, promoviendo un fuerte control del estado sobre la economía y la sociedad, dejando la vida, la libertad y la propiedad de las personas sujetas a un fin superior que se planifica desde arriba.

Es lógico preguntarse quién define estos “valores del Estado”, los que a su vez definen aquella “libertad” compatible con el fascismo. La respuesta está en ciertos “iluminados”, como el propio Mussolini. En la práctica el fascismo es totalitario, y es adoctrinador, intentando educar a los individuos con aquellos valores que los iluminados consideran fundamentales para esta construcción de sociedad.

En el mismo libro, Mussolini titula una sección “El Estado fascista como Estado educador” y señala: “En resumen, el fascismo no es solamente dador de leyes y fundador de instituciones, sino también educador y promotor de vida espiritual.”

Dicho todo esto, debe quedar claro que el fascismo es autoritario porque su ideología se basa en la primacía del Estado sobre el individuo, la eliminación del pluralismo político y la supresión de cualquier forma de oposición. Su estructura de poder concentra la autoridad en un líder o partido único, justificando la represión en nombre de la unidad nacional y la estabilidad.

El fascismo es autoritario porque
El fascismo es autoritario porque su ideología se basa en la primacía del Estado sobre el individuo, el control de precios y las intervenciones de empresas, en contraste con el liberalismo (Maximiliano Luna)

Seis conceptos económicos claves que contrastan con la política del Presidente:

  1. Corporativismo. La economía se organiza en corporaciones o gremios donde empresarios y trabajadores son obligados a cooperar bajo la supervisión del estado. No hay libre mercado en sentido estricto, sino una economía dirigida. Desde el 10 de diciembre de 2023 puede observarse, sin embargo, una política económica que ha atacado a la economía dirigida. Hoy no hay un Guillermo Moreno planificando desde arriba la sociedad, o definiendo qué personas puedan adquirir divisas a precios especial, sino que se aplica un modelo de igualdad ante la ley.
  2. Intervención estatal fuerte: aunque se permite la propiedad privada, el estado regula fuertemente la producción, los precios, los salarios y las inversiones. También ha atacado el presidente Milei al arsenal de regulaciones, y los controles de precios y salarios. El Ministerio de Desregulación es un ataque directo al plan económico de características fascistas heredado. Un párrafo aparte merece el cepo cambiario, que resulta en un control de cambios que se retiraría en el corriente año, luego de conseguir una serie de objetivos que permitirán reducir los costos sociales del cambio.
  3. Autarquía económica: se busca la autosuficiencia nacional, reduciendo la dependencia del comercio exterior mediante proteccionismo y políticas de sustitución de importaciones. El liberalismo propone apertura económica y terminar con el proteccionismo. Lejos del modelo de “vivir con lo nuestro” y aplicado en Argentina durante décadas, el país se encamina a buscar acuerdos de libre comercio con el mundo, incluso a riesgo de perder el Mercosur. En tiempos de globalización, la autarquía nos ha quitado del mundo y los beneficios del comercio global. El objetivo de Milei es regresar al mundo, y en concreto establecer acuerdos con Occidente.
  4. Gasto público en militarización e infraestructura. Se impulsa la inversión estatal en obras públicas y armamento para fortalecer el poder nacional. En esta materia, la Argentina ha interrumpido la obra pública, porque precisamente desconfiamos los liberales de la capacidad del estado de llevar adelante obras faraónicas. Es un problema de incentivos. Y esta medida no es transitoria. Lejos de recuperar la obra pública el presidente Milei ha señalado que la reemplazará con concesiones privadas, comenzando con más de 9.000 kilómetros de rutas, además de una ola de privatizaciones.
  5. Rechazo del marxismo y el liberalismo clásico. Se considera que la lucha de clases es perjudicial para la unidad nacional, y se rechaza el libre mercado sin restricciones por considerarlo caótico o peligroso para la estabilidad del país. El fascismo rechaza al marxismo, y quizás este es un punto común con el liberalismo, pero las diferencias sobre los fundamentos aquí resulta central. El manifiesto comunista, por caso, plantea también una sociedad dirigida desde arriba. Cambian los detalles, pero el liberalismo es el sistema de ideas que presenta un esquema descentralizado en la toma de decisiones, y basado en la libertad individual.
  6. Política laboral controlada: se eliminan los sindicatos independientes y se reemplazan por organizaciones laborales subordinadas al Estado, con el objetivo de evitar conflictos de clase.

En esta materia las diferencias entre lo que propone el presidente Milei y lo que plantea el fascismo queda aún más claras. El liberalismo, en este caso encarnado en la figura del Presidente desea el poder para devolverlo al individuo, desmantelando el Estado. Para el fascismo, el sindicalismo es un brazo de poder que permite evitar “conflictos de clase”, alineando con los trabajadores el ideal de los iluminados.

Para el fascismo, el sindicalismo
Para el fascismo, el sindicalismo es un brazo de poder que permite evitar “conflictos de clase”(Foto: Getty Images)

En resumen, el fascismo combina un capitalismo altamente regulado con una fuerte presencia del Estado en la economía, promoviendo la producción privada bajo directrices estatales y con una fuerte orientación nacionalista. El liberalismo defiende un capitalismo más puro.

Quizás esta cita del liberal clásico Frédéric Bastiat permita mostrar el punto: “Yo, lo confieso, soy de los que piensan que la capacidad de elección y el impulso deben venir de abajo, no de arriba, y de los ciudadanos, no del legislador. La doctrina contraria me parece que conduce al aniquilamiento de la libertad y de la dignidad humanas” (“Lo que se ve y lo que no se ve” en Obras escogidas Madrid: Unión Editorial, 2004).

¿Era Juan Domingo Perón fascista?

Habiendo mostrado la distancia que existen entre el liberalismo y el fascismo, toca ahora sí, analizar una posible vinculación del fascismo con Juan Domingo Perón. Existen ciertas sospechas de que el peronismo podría estar asociado a cierto ideal fascista. Recordemos que Perón estudió el modelo corporativista de Mussolini en los años 30, cuando era agregado militar en Italia. Además, mantuvo una postura neutral y tardó en romper relaciones con Alemania e Italia, a diferencia de otros países.

Pero, además, al igual que el fascismo italiano, Perón promovió un modelo de economía mixta con fuerte intervención estatal, sindicatos controlados y cooperación entre empresarios y trabajadores bajo la supervisión del Estado.

También impulsó una industrialización con una fuerte presencia del Estado, buscando la autosuficiencia económica, similar a la autarquía fascista. Nacionalizó sectores estratégicos como los ferrocarriles, el gas y la electricidad. Asimismo, construyó un liderazgo carismático con una fuerte conexión con los trabajadores, similar a la exaltación del líder en los regímenes fascistas. Además, durante su gobierno hubo persecución de opositores, censura y represión, aunque sin alcanzar el nivel de violencia de los regímenes fascistas europeos.

Habrá que reconocer, sin embargo, la distancia entre Mussolini y Perón, que este último fue impulsor de tendencias autoritarias, pero sin establecer un Estado totalitario ni llegar a los extremos del dictador italiano.

El autor es director académico de la Fundación Faro