El año en que le declararon la guerra a la diversidad

De la mano de la desinformación, el mundo es cada vez más radical e hiperpolarizado y, al mismo tiempo, más fragmentado que nunca

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Lejos de la muerte de
Lejos de la muerte de la diversidad que a tantos entusiasma, el mundo nunca fue tan diverso ni polarizante como hoy (Imagen Ilustrativa Infobae)

Era viernes y los directores estaban en una capacitación de Liderazgo Inclusivo y Diversidad. De repente, Carlos le envía a Juan por WhatsApp una nota cuyo título era: “Toyota anuncia la baja de sus políticas DEI” acompañado de un reel de Instagram donde una influencer comentaba que “desde Trump ya no existirá nada Woke”. En el medio de la capacitación, Juan le responde con otro link donde le manda información sobre Elon Musk diciendo “DEI debe morir”. Ambos asienten, diciendo que ya era hora.

En esta sucesión de links que pasan de un lado a otro nos encontramos a la vez sumidos en una enorme desinformación, pero llena de datos. Quiero subir la apuesta para decir que estamos en la era de los sesgos de confirmación. Porque tanto Carlos como Juan –y como tantos otros– solo buscan y encuentran dentro de sus algoritmos, redes y contenidos aquellos datos que confirman lo que piensan desde siempre: que la diversidad no tiene sentido, que es una postura de inclusión forzada injusta en contra del mérito de las personas, que es una cuestión de corrección política. Y van por ahí confirmando que tenían razón. Pero, ¿esto es así? En esta línea, conocimos recientemente que Mark Zuckerberg anunció un cambio en sus políticas de contenidos de Meta donde se liberan restricciones respecto a la verificación de datos afectando temas de género, racismo y diversidad, en línea con la nueva era presidencial Trump.

Quiero señalar que lejos de la muerte de la diversidad que a tantos entusiasma, el mundo nunca fue tan diverso ni polarizante como hoy. Varios sociólogos anticiparon hace años lo que hoy grandes consultoras de marketing e investigación nos cuentan de otra forma: de la mano de la desinformación, el mundo es cada vez más radical e hiperpolarizado y, al mismo tiempo, más fragmentado que nunca. Las generaciones duran menos que hace 20 años: en el caso de la Gen Z se habla de dos generaciones en una, varones y mujeres Z son muy distintos.

Lo que estamos observando es una crisis en el abordaje que muchas compañías han tenido a lo largo de los últimos 10 años respecto a cuestiones de diversidad:

  1. Sin estrategia, dando charlas aisladas en fechas específicas (conocido como rainbow washing o pinkwashing).
  2. Poniendo a cargo del área a personas con interés pero sin formación en el tema.
  3. Abordando sólo el aspecto activista y descuidando la visión integral que hoy hace que tengan que salir corriendo a despedir y desmantelar áreas DEI que solo tenían una mirada WOKE del tema.

Sobre esto hemos venido alertando bastante algunos especialistas en management, donde afirmamos el peligro de la “Fatiga de la Diversidad”. Una buena gestión de la diversidad o DEI en empresas debe contemplar una estrategia de negocios que atraviese varias áreas de las compañías con mirada de negocios.

La batalla WOKE

WOKE no es diversidad ni DEI, pero se la ha asociado a eso dentro de las compañías: en los porcentajes de minorías que contratan, en las minorías en las películas, en los cupos (o el fantasma de los cupos ya que son pocas las que lo han implementado realmente), en el supuesto favoritismo a las mujeres para ascensos en un mundo donde aproximadamente el 97% de los CEOs de las empresas más exitosas siguen siendo hombres como hace décadas.

Entonces, ¿qué es lo que está de trasfondo en el concepto WOKE? La idea de representación es fundamental en la sociedad, en las empresas y en los medios de comunicación. Pero WOKE alude a la idea de la inclusión forzada de personas que ocupan un lugar en espacios que no se merecen.

El discurso de la meritocracia siempre ha encubierto su falsedad: postula que las personas lleguen a determinados lugares de poder por su talento y no por su género u orientación sexual; pero la evidencia científica y las investigaciones demuestran que quienes llegan no siempre son quienes más se lo merecen sino los que tienen el mejor combo de privilegios, talento y contactos correctos –los hijos de, los amigos de, los que estudiaron en determinadas elites.

En la era de los datos, éstos sostienen que los equipos diversos obtienen mejores resultados en innovación, productividad, impacto en marca empleadora y engagement. Y la evidencia científica nos muestra que el género, como otras minorías, sí tienen sesgos al momento de ser evaluados en cuanto a su performance, enfrentando muchas desventajas. Entonces, ¿es realmente importante el mérito o los datos? ¿Por qué no se los tiene en cuenta? ¿O los datos solo sirven a fines políticos para instalar determinadas agendas?

Mientras se sostiene que “la diversidad ya fue”, hay cambios sociodemográficos enormes proyectados para los próximos años que impactarán en los equipos y, a la vez, generaciones enteras que no los están entendiendo, mientras invierten en “innovación”.

Mi pronóstico: el mundo es más diverso que nunca. Hacer negocios, pensar en marcas, en estrategias, en salud e innovación, están atravesados por esta multiplicidad y diversidad. Los equipos de DEI en muchas compañías desaparecerán pero solo para reinventarse: o bien contratando especialistas reales en el tema o derivando el tema a marketing, innovación y dirección sin ponerle la palabra diversidad.

La diversidad no se puede borrar porque ya existe en la sociedad y en las empresas, solo queda aprender a gestionarla.

La autora es CEO Bridge The Gap, consultora especializada en Management, Liderazgo y Diversidad

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