Volver a conversar: el aporte del streaming al debate público

Desde que surgieron hasta su consolidación actual, estos programas estuvieron inspirados por el espíritu de la charla de café, abordando los temas desde un registro cotidiano y desprejuiciado, creando una dinámica de intercambio novedosa frente a la lógica cerrada que ofrecía la polarización mediática

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El streaming sirvió como herramienta
El streaming sirvió como herramienta para fomentar el diálogo intergeneracional y cultural

Si tuviéramos que identificar un cambio principal en el paradigma comunicacional de la época, hay que señalar la irrupción que tuvo el streaming como medio de comunicación alternativo, junto a sus nuevos formatos y contenidos.

Como medio, contribuyó a dar mayor pluralidad frente a la lógica instalada que respondía a la polarización mediática. Por otro lado, en sus formatos ofreció lo que ha sido su aporte más significativo para el debate público: revitalizar el valor de la conversación.

Desde que surgieron hasta su consolidación actual, los programas de streaming interesados en debatir lo público (en los que nos vamos a concentrar) estuvieron inspirados por el espíritu de la charla de café. ¿En qué sentido? Por fuera de la estructuración de la entrevista televisiva individual o grupal, estos formatos intentaron abordar los temas desde un registro cotidiano y desprejuiciado, creando una dinámica de intercambio novedosa frente a la lógica cerrada que ofrecía la polarización mediática.

Es fácil mencionar ejemplos de este cambio en lo cuantitativo. Como el streaming no tenía que responder a las exigencias de rating o programación de la televisión o la radio, podía ofrecer entrevistas cuya duración se extendían por 2 horas o más, produciendo contenidos con los que luego las audiencias digitales podían interactuar independientemente sin la urgencia o inmediatez que presuponen otros medios de comunicación. De fondo, la duración más extensa del contenido es solo un aspecto expresado del fondo de un paradigma en transición: la transformación de cómo la audiencia (nosotros) interactúa con la nueva tecnología de comunicación y sus reglas. Ello, inevitablemente, también ofreció un margen para repensar el rol de los medios digitales en el debate público.

En lo cualitativo, el cambio se reflejó en los nuevos testimonios, perspectivas y alternativas para abordar los problemas sociales y desafíos políticos, visibilizando la experiencia de los “comunes” (para exagerar la observación) que antes estaban invisibilizados por un estado del debate conservador y disociado de la realidad.

Además de estos cambios, el principal aporte del streaming consistió en ofrecer el espacio adecuado para satisfacer una demanda histórica: que el debate se base en conversaciones.

Un factor que podría explicar la preeminencia de la cultura de la conversación abierta, cotidiana y desprejuiciada que vemos en estos medios, es su entorno de origen. La mayoría de los referentes de este universo, al igual que sus comunidades, empezaron dentro del entorno digital; particularmente, emergiendo desde la interacción de las redes sociales. Esta modalidad de sociabilización explica el modelo de comunicación orientado a los ”nichos“, y no a una audiencia masiva; y, principalmente, la construcción de un lenguaje con códigos de humor, símbolos y normas que muchos jóvenes comparten para conversar en la digitalidad, y que los medios tradicionales no representaban.

Por otro lado, el contexto de origen de estos nuevos medios fue siempre la pluralidad de voces y representaciones, un atributo que, a pesar de las burbujas que crean las redes sociales, ayudó a visibilizar agendas y construir afinidades entre nichos distintos. La conversación en las redes sociales, aunque viciada, siempre ocurrió.

Antes de su irrupción, era inconcebible sentar en una mesa a empresarios, dirigentes políticos, artistas o referentes sociales para conversar como si el encuentro se diese en el patio de sus casas, o como si nosotros mismos estuviésemos participando.

Estos formatos lograron recuperar la confianza interpersonal que posibilita y hace creíble que dos o más personas conversen sobre un tema, sin eludir el disenso ni tampoco la rigurosidad. En la charla de café, para seguir la analogía, es más importante escuchar y razonar que opinar. Esa premisa fue la que programas como el Método Rebord en 2023 aportaron a nuestro debate.

En su contenido político, estos formatos se distinguieron por su capacidad para lograr crossovers insólitos y enriquecedores. También resaltaron por su intención de interpelar desde una perspectiva cotidiana a los protagonistas y sus decisiones. Esto sucedió por una interpretación correcta sobre qué registro debían tener los medios en función de lo que la época pide: quebrar lo que se percibe como un statu quo. Como una reacción a ese estado, el espacio de conversación que propuso el streaming introdujo la oportunidad para dialogar desde la curiosidad de entender y el esfuerzo de reducir los sesgos y estigmas construidos por la polarización mediática y política.

En esta línea, el streaming sirvió como herramienta para fomentar el diálogo intergeneracional y cultural mediante la construcción de puentes entre entornos que por no podían interactuar por falta de un espacio que los encuentre. De repente, un chico de 20 años escuchaba por primera vez a Carlos Pagni a través de un podcast; o podía oír a 10 empresarios y emprendedores hablar sobre la coyuntura mientras comían entre risas un asado. Eso nunca había pasado.

Como conclusión, aunque a veces tengamos la impresión de que el formato está agotado por la enorme cantidad de contenidos que se desarrollan, la conversación como modalidad de debate irrumpió para quedarse. Quizá no todos los programas prosperen en el tiempo, y se genere mainstream y contenidos estandarizados, pero siempre surgirán orgánicamente nuevas propuestas de charla. Porque lo que sin duda va a perdurar es el valor que sumó tener un espacio sin restricciones para debatir, como si lo hiciéramos una tarde de domingo entre amigos, sobre cómo nos afecta lo público en este presente y en el futuro.

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