”La ideología es una simplificación que mata: mata la realidad, mata el pensamiento, mata a la comunidad. Las ideologías reducen todo a una sola idea, que luego repiten de manera obsesiva e instrumental, superficial y como loros” (disc. del Papa Congreso Internacional sobre el Futuro de la Teología, diciembre de 2024)
Este cronista, en su nota del domingo pasado titulada “Francisco: la esperanza no defrauda” hizo una breve mención de las ideas elementales de algunas posturas filosóficas del siglo pasado instaladas en el pensamiento de Occidente acerca de la importancia del otro en la constitución del yo. De esas posturas de la academia derivan ideas y éstas se transforman en ideologías. En poco tiempo deforman la visión de la realidad pero se siguen manteniendo por conveniencias del poder a fin de modelar la sociedad. Por eso el Papa les dice a los teólogos que mirando al futuro “hay que pensar el pensamiento” (Francisco, op. cit.).
De el sí mismo y después el otro o primero el otro y después el sí mismo, se deriva “primero yo” o “primero tú” y esta diferencia de palabras trae inimaginables consecuencias en el mundo. Es loable que los grandes filósofos mediante sus obras, como también los buenos pastores de la Iglesia católica en sus homilías, manifiesten los fundamentos de su pensamiento. Pero frente a la influencia de los medios y las usinas del poder muchas veces la Palabra y la Verdad resultan contraculturales. El único que resiste con éxito conducir la barca con corriente en contra es un argentino: el papa Francisco. Como decía el poeta:
“El remo tuerce la barca,
manteniéndose derecho”
Las personas sabias y populares a través de sus declaraciones o gestos influyen poco cuando no se pliegan al “se”. La carencia de una ecología de los mass media, la contaminación de la comunicación audiovisual, la creación de ídolos e influencers de las redes de internet, los establecimientos de trolls , o simplemente, las personas públicamente conocidas, en mínima medida los políticos, inciden en la formación de la cultura. Influyen de manera más o menos importante en la formación del ciudadano, en la prensa, en la educación y en suma en la subjetividad de hombres y mujeres, ciudadanos, miembros de las comunidades y de la sociedad. Por eso, entiende este cronista, Francisco dice a teólogos y filósofos, que “hay que pensar el pensamiento”.
Sea cual sea la antropología, la ontología y la ética que se impongan así será la subsunción de los valores en las diversas opciones de modelos políticos y económicos y las normas jurídicas y los actos de las decisiones concretas que toman a diario los funcionarios. El Imperio inglés comenzó su dominación en América del Sur enviando pensadores, en especial economistas que convencieron a las élites hispanoamericanas de las bondades del “libre comercio” cuando ellos habían hecho grande a su reino con los beneficios del proteccionismo. Claro que eran medidas que eran buenas o malas según la coyuntura. Y muchos de nuestros patriotas dócilmente lo aceptaron como una verdad absoluta. Firmaron los empréstitos de la deuda pública en 1823 y entregaron las concesiones de los ferrocarriles para que transportaran nuestra riqueza del campo, los frigoríficos para que manufacturaran la carne y eliminaron los aranceles a la exportación de granos y de la carne que manejaban los ingleses.
Carrara y la importancia de los comedores en la consolidación de la vida comunitaria de los barrios populares<b> </b>
Antes de cederle la palabra una reflexión. Hoy nos preguntamos: ¿la concepción del déficit cero a cualquier costo es una idea que condice con un modelo de crecimiento con justicia social?
En un reciente reportaje a Monseñor Gustavo Carrara, Arzobispo de La Plata y presidente de Cáritas de Argentina destacaba -por ejemplo- la importancia de las medidas en materia de apoyo a los comedores de los barrios populares y los efectos que esos actos administrativos pueden tener en el desarrollo de una comunidad. Resumo: decía que su misión como nuevo Arzobispo consiste en llevar la alegría del Evangelio a los cinco partidos o municipios que conforman el mapa de la diócesis a su cargo: La Plata, Ensenada, Berisso, Punta Indio y Magdalena. Lo primero ha sido ver la realidad comenzando por las periferias. Sabemos que transmite, comunica, enseña, comenta la Palabra de Dios en los sermones u homilías y en especial a través del diálogo. Tiene un tono siempre amable y sereno -como lo destaca la periodista Romina Ryan de Radio Provincia que lo entrevista.
Por lo que sabemos a través de su obra llevada a cabo por más de diez años en el Bajo Flores, la denominada villa 1-11-14, prioriza la transmisión por medio de sus obras y acciones concretas, viviendo, caminando con las comunidades que le toca conducir, lavando las heridas y compartiendo las alegrías.
“Yo, Hipólito, no dudo de que nos quieres, ¡pero obras son amores y no buenas razones...!” (Miguel de Unamuno, Fedra)
Fortalecer la comunidad popular
Volviendo a lo que decíamos, la comunidad popular es un grupo social que como él mismo señala a veces es pequeña, entre 12 a 20 familias y a veces excede las 250 familias. Su condición es muy humilde y en la mayor parte de los casos carecen de títulos de dominio y poseen casas precarias. Se construye desde la cultura. Cuando el arquitecto es un sacerdote y en especial si es un cura bergogliano, lo primero que hace es conocer la realidad y trabajar, desde su lugar sabe que si lo abandona sin ser sustituido por otro arquitecto, la comunidad de fieles y vecinos que conformaron los cimientos puede resentirse y corre el riesgo que se disgreguen las ovejas. Entonces es consciente de que su misión es mantener vigente ese proceso de trabajo arduo, para que se abran todas las puertas. El comedor, la escuela o el club son etapas cuya dirección se va transfiriendo hasta que la comunidad este en condiciones de bastarse a sí misma. Hasta que llegue el día que si la comunidad necesita una Sala de primeros auxilios tomará la decisión de construirla y dotarla de elementos materiales y recursos humanos. Como el director de un “hospital de campaña en un mundo que margina y descarta”, no es fácil. Nunca puede anteponer su propio interés de ascender u obtener una ganancia personal por encima del interés de la comunidad. Se reconoce como un ser en relación con los otros para quien primero está el bien común. El alimento y el techo del otro. Después sus necesidades. Esto vale para todos pero en especial para los que seguimos la filosofía de la fraternidad.
“Fortalecer la vida comunitaria es muy importante -dice Carrara -porque las respuestas no pueden ser ni mercadocéntricas ni estadocéntricas, sino que las tienen que dar las mismas comunidades” (rep. cit.). Y más adelante agrega: “…(como presidente de Cáritas) estuve escuchando a personas de movimientos populares de una rama rural. Me decían que necesitan hacer un zanjeo porque es una zona inundable. La gente que vive en ese lugar sabe qué necesita. Entonces, fortalecer los comedores no es para que permanezcan para siempre pero sí para que después esa comunidad vaya atendiendo otros problemas”.
La labor pastoral y la política económica
Y preguntado por su impresión sobre la actual conducción del gobierno nacional en relación con la vida en los barrios populares afirmó:
“Para ser justo digamos que dos cosas son positivas: la baja de la inflación que a los que más perjudica es a los pobres…y por otro lado se ha acrecentado la Tarjeta Alimentar y la Asignación Universal por Hijo (AUH) porque actualmente se le carga más dinero.” Al mismo tiempo y como un aspecto negativo señaló que “…se desfinanció de modo abrupto la política de integración de barrios populares”. Y explica: “…la integración de los barrios populares (Ley 27.453) es la intervención directa (del gobierno nacional) sobre la vida de un barrio popular… (así)…si se discontinuaron las obras de cloacas, alumbrado, la construcción del cordón-cuneta, si en el centro de salud que se estaba haciendo pararon las obras, no se está atacando la pobreza multidimensional, (para combatir la pobreza) no alcanza solo con mejorar el ingreso alimentario que es claramente necesario por supuesto” (ADN Celam).
El camino de Caín
La realidad histórica nos demuestra que la elección del punto de partida no es una cuestión baladí. Tomando por la avenida del ego cartesiano y la más actual del “primero yo” se provocó la Primera Guerra Mundial del 1914 que arrojó más de 15 millones de muertos y también la Segunda que dejó mucho más de 30 millones.
En el Gran Buenos Aires, los gobiernos también tomaron por el mismo camino y hoy son miles los pibes que desde los 8 o 9 años consumen paco en los barrios populares. Viven fisurados como se dice en la jerga popular a los que necesitan drogarse para seguir viviendo. Muchos de ellos mueren y según datos médicos de los Hogares de Cristo un 60% no logra su recuperación plena porque tienen daños cerebrales irreversibles.
La inacción o connivencia de los funcionarios no responde a otro motivo que el apetito desmedido de dinero sucio pero fácil. “Primero yo” dicen los intendentes, comisarios, ministros, miembros del poder judicial que reciben los becerros de oro para permitir la libre circulación de drogas prohibidas y la creación entre los pobres del mercado del “paco”.
Excepto informes esporádicos, no hay información de volúmenes, consumo, fisurados, muertos, ni hay campañas de prensa contra esa guerra sorda y muda. Los curas villeros, cuyo referente es el flamante Arzobispo Gustavo Carrara, son héroes porque como el maestro de escuela de Camus en el reino del error enseñan que dos más dos es igual a cuatro (La Peste). Un gran homenaje al mal.