El 94% de los trabajadores quisiera reducir las horas de jornada laboral

La reducción de la jornada laboral en el mundo se ha convertido en una tendencia global, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y aumentar la productividad laboral

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Hay argentinos con expectativas muy
Hay argentinos con expectativas muy altas respecto del cambio que esperan en su jornada semanal de trabajo: un 35% que espera cambios muy significativos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Jornada laboral deseada.

El dato del título de esta nota surge de un estudio privado que muestra que el deseo de los argentinos es trabajar menos. El 35% de los argentinos quiere trabajar entre 25 a 30 horas semanales, esto significa un promedio de 5 a 6 horas diarias, teniendo en cuenta un promedio de 5 días de trabajo durante la semana. Otro 32% de los argentinos se inclina por trabajar en el rango de entre 30 a 35 horas; lo cual implica un promedio de 6 a 7 horas diarias. Un 27% elige una jornada semanal de 35 a 44 horas, básicamente un promedio de 7 a 8 horas diarias. Y el restante 6% desea mantenerse como esta. Esto implica, que hay un 94% de argentinos que espera alguna reducción en su jornada semanal de trabajo.

Diferentes expectativas: altas, medias y moderadas

Teniendo en cuenta la conformación del 94%, podemos decir que hay argentinos con expectativas muy altas respecto del cambio que esperan en su jornada semanal de trabajo. Hay un 35% que espera cambios muy significativos, dado que su deseo de alguna manera es reducir la jornada laboral del 44% a 33%; lo cual sería de un impacto sin precedentes y difícil de imaginar o implementar en el corto plazo. Un segundo grupo, el 32% con expectativas medias, espera una reducción entre el 33% y 22% (esperan cambios de 9 horas diarias a 6 a 7 horas diarias). Y el último grupo, con expectativas más moderadas, dado que espera cambios del 22% al 11%; esto implica reducir su jornada laboral actual.

Expectativas vs. realidad

Si bien hay un deseo firme de los argentinos de pretender una reducción de su jornada semanal. Cabe reflexionar y preguntarnos:

  • ¿Cuáles son las posibilidades de las empresas para afrontar esta situación?
  • ¿Qué sucede con los márgenes y rentabilidades de las organizaciones para afrontar esta reducción?
  • ¿Este cambio implicaría contratar más personal en función de la reducción horaria?
  • ¿Se requiere de un incremento de la productividad de las personas para hacer en menos horas lo que antes hacían en 9 horas?
  • ¿Cuáles serían las condiciones del entorno laboral que podrían favorecer un tratamiento gradual de una tendencia que se visualiza con requerimientos crecientes?

Reflexionando sobre el primer interrogante, a priori, parecería imposible que las empresas estuvieran preparadas para afrontar cambios de tal magnitud. Una tendencia a nivel mundial, es que las empresas deben prepararse para surfear un contexto de mayor competitividad y caída de márgenes de rentabilidad. Si bien hay estudios, que indican que la reducción de la jornada laboral, con la incorporación en paralelo de hábitos saludables, beneficiarían la productividad laboral; hay un porcentaje de gente que no desarrolla este estilo de vida. Cuando hablamos de hábitos saludables, nos referimos al bienestar integral como pilar del rendimiento laboral. Para esto, es clave cuidar la energía, ánimo y actitud que le proporcionan a las personas la actividad física con una frecuencia semanal media a alta, alimentación adecuada y una buena cantidad (de 7 a 8 horas diarias) y calidad de sueño. Hay algunas variables, que pueden favorecer la productividad de un entorno laboral y ser viable para pensar en un escenario de reducción de la jornada laboral.

Estas serían: un estilo de vida saludable, tener claridad de objetivos, determinación para afrontar los problemas cotidianos de la vida personal y profesional, estar en un entorno laboral que favorezca las pausas activas y creatividad, encontrar la tarea que nos apasiona. Esta tendencia global, que se aceleró pospandemia, es creciente, pero amerita un estudio profundo para encarar con una planificación adecuada esta posibilidad de avanzar para favorecer el equilibrio vida personal y laboral. Esto evitaría entrar en un choque de intereses entre las posibilidades empresariales y los deseos de las personas.

¿Qué sucede en el contexto mundial?

La reducción de la jornada laboral en el mundo se ha convertido en una tendencia global, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y aumentar la productividad laboral.

En Chile, por ejemplo, se ha implementado la Ley de Reducción de Horas Laborales, que disminuye la jornada de trabajo de 45 a 40 horas semanales. Estudios han demostrado que la reducción de la jornada laboral puede tener un impacto positivo en la productividad. Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuanto más trabajan las personas, más disminuye la productividad ². Otro estudio realizado en Islandia encontró que la reducción de la jornada laboral de 40 a 35 o 36 horas no solo mejoró la productividad, sino que también aumentó el bienestar de los empleados.

En Europa, los jóvenes reclaman empleos que no los absorban. Indican que “no es falta de ambición, es ser inteligentes”. En España, según dos estudios recientes, se destacó que se comienza a dar más relevancia a la conciliación entre la vida personal y la profesional que a un ascenso o un sueldo mayor. Esto significa que cambian las prioridades, la vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado. Hay casos, de empresas del rubro tecnológico, con semana reducida y el horario flexible, que han mejorado la motivación y productividad de los empleados.

Argentina requiere de estudios y preparación para implementar medidas.

En definitiva, la reducción de la jornada laboral semanal se muestra como una tendencia cada vez más creciente. Habrá que estudiarlo rápidamente. Hay que tomarlo con la debida seriedad y profesionalidad, y tener en cuenta que los tiempos de preparación e implementación. Si no, se puede generar un choque de intereses entre los deseos de las personas y las posibilidades de las empresas.

El autor es consultor y autor de “Liderazgo 360″

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