
Los chicos crecen rodeados de redes sociales. Estas plataformas se han convertido en espacios donde construyen su identidad, expresan sus ideas y conectan con otros. Sin embargo, también son lugares donde pueden enfrentarse al fenómeno de los “haters”: personas que critican, insultan o descalifican de forma constante. Enseñarles a defenderse de estos ataques y a no depender emocionalmente de la opinión ajena es una tarea crucial para los adultos que los rodean.
Los adolescentes, en particular, son especialmente vulnerables a las críticas en las redes sociales. Durante esta etapa de desarrollo, buscan definirse y ser aceptados por sus pares, lo que los hace más susceptibles a los comentarios negativos. No hace falta recurrir a demasiados estudios para constatar que muchos adolescentes reportan haber sido víctimas de algún tipo de acoso en línea. Las consecuencias emocionales incluyen baja autoestima, ansiedad y, en casos graves, depresión.
Es fundamental que los chicos comprendan que los comentarios de los haters suelen reflejar más las inseguridades de quien los emite que las de quien los recibe. Este aprendizaje requiere de conversaciones abiertas, pero profundas, sobre el tema y de herramientas psicológicas que les permitan manejar sus emociones.
Una estrategia clave para que los adolescentes no dependan de la opinión ajena es fomentar una identidad fuerte y bien definida. Cuando los chicos están seguros de quiénes son y de sus valores, los ataques externos pierden fuerza. Para lograr esto, los adultos podemos:
ayudarlos a identificar sus cualidades y logros,
fomentar espacios donde puedan expresar sus ideas sin miedo al juicio, enseñarles a reconocer y desafiar las creencias negativas sobre sí mismos.
El objetivo es que desarrollen una mayor resistencia emocional frente a los obstáculos, entendiendo que las redes sociales, en especial los comentarios negativos, no son una sentencia definitiva sobre su valor.
La educación digital es otro pilar fundamental. Los chicos necesitan aprender a navegar las redes sociales con criterio y seguridad. Esto incluye, entre otras cuestiones:
- reconocer y denunciar comportamientos de acoso,
- usar herramientas de bloqueo y configuración de privacidad,
- distinguir entre críticas constructivas y ataques personales.
Enseñarles a los chicos a gestionar sus emociones es esencial para enfrentar los comentarios negativos. Existen algunas técnicas probadas como la respiración profunda y el mindfulness que pueden ayudarlos a procesar lo que sienten sin reaccionar impulsivamente. En un mundo lleno de distracciones que va tan apurado, ayudarlos “a parar”, más que una lección es un regalo.
Además, el journaling es una excelente práctica que consiste en escribir regularmente sobre pensamientos, emociones y experiencias. Este ejercicio no solo fomenta la reflexión y el autoconocimiento, sino que también actúa como una herramienta terapéutica y creativa para organizar ideas y aliviar el estrés. Aunque estas prácticas demandan tiempo y constancia, son muy útiles para fortalecer la autoestima a través del desarrollo personal.
En algunos casos, será necesario diferenciar entre un malestar temporal y problemas más profundos que podrían requerir apoyo profesional.
Los adultos tenemos un rol crucial como modelos a seguir. Si queremos que los chicos no dependan de la opinión ajena, debemos demostrar que nosotros mismos no lo hacemos. Esto implica:
- evitar comentarios despectivos hacia otros en presencia de los chicos,
- mostrar cómo manejamos críticas de manera constructiva,
- hablar abiertamente sobre nuestras propias experiencias con el rechazo o la aprobación.
Además, es importante que monitoreemos nuestra propia relación con las redes sociales. Si nos ven obsesionados con los “likes” o los comentarios, transmitiremos un mensaje contradictorio respecto a lo que intentamos enseñarles.
Enseñarles a los chicos a defenderse de los haters y a no depender de la opinión de los demás no es una tarea que se logre de un día para el otro.
El camino no está exento de desafíos, pero los beneficios de prepararlos para enfrentar el impacto de las redes sociales son inmensos. Es nuestra responsabilidad enseñarles que su valor nunca estará definido por un comentario en internet. El poder de decidir quiénes son y qué los define siempre debe estar en sus propias manos. Tarea titánica de la familia, pero necesaria.
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