La democracia se cura con dignidad

Las últimas décadas estuvieron marcadas por una larga cadena de corrupción engrosada. El sistema aún adeuda una economía previsible y posibilitadora, mientras alberga legiones de pobres

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En 41 años de continuidad
En 41 años de continuidad democrática, de Alfonsín a Milei, el sistema sigue sin responder problemas de fondo

A 41 años de la continuidad democrática argentina, las dos caras del espejo exhiben, en sus extremos, al presidente Alfonsín y al presidente Milei. Una mirada injusta podría mostrar aquella cara de 1983 como la de la construcción democrática y a esta otra cara como la de la destrucción democrática. Este espejo, visto así, deforma, porque en el medio hubo acciones de actores políticos, de la Justicia, del sindicalismo, del empresariado y, fundamentalmente, de otros presidentes. Y esta degradación a la que hoy asistimos es producto, en las últimas décadas, de una larga cadena de corrupción engrosada.

La democracia aún adeuda una economía previsible, posibilitadora (tal vez no se logró producto de compromisos corruptos). Alberga legiones de pobres.

Los máximos exponentes de esta degradación, elegidos en las urnas, tienen nombre y apellido: Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández. Cada uno, a su manera, dejó su impronta en la declinación democrática, ahogando aquella esperanza conquistada por todos en 1983. Por entonces, el presidente Raúl Alfonsín y las fuerzas de aquella democracia lucharon para sostener y salvaguardar las instituciones. El propósito del referente radical era que la democracia sea la casa segura de todos los argentinos.

La renovación de la Corte Suprema realizada en el gobierno de Néstor Kirchner fue una buena política. Luego modificó el Consejo de la Magistratura, iniciativa criticada por aumentar la vulnerabilidad de los tribunales a las presiones políticas.

El caso actual del senador Edgardo Kueider debiera ser la expresión final de un largo proceso de corrupciones acumuladas, ensanchadas y, me animo a decir, con base estructural; con una Justicia -no toda- en general también amañada y con gran responsabilidad en esta cadena de decadencia. Pero el resultado está a la vista: eternos años para juzgar la corrupción del poder.

Hubo corrupción explícita, con bolsos revoleados y filmados. Hubo corrupción disfrazada de lícita, como la promoción industrial en Tierra del Fuego, que sigue estando y siendo disfrutada por los amigos del poder. Los planes sociales, que en su génesis fueron necesarios, convirtieron a sus “administradores”, en general, en millonarios, con “clientes” cada vez más pobres y sometidos a las peores bajezas para recibirlos y sostenerlos. En el otro extremo, empresarios ricos en general, con empresas fundidas y trabajadores en la calle. No está de más recordar que el ex ministro de Economía Roberto Lavagna dejó su cargo denunciando al capitalismo de amigos. Milei surge como expresión de esta cadena de degradación institucional.

Y la oposición actual muestra su incapacidad, que queda expuesta a la hora de reunirse y consensuar un plan alternativo al actual con un eje convocante distinto: la dignidad. Y, desde ahí, sanar nuestra herida democracia.

Hay un espejo con dos caras en esta actualidad. La contracara a la nacional, a la hora de construir gobernabilidad en su primer año de gestión, es la gestión política del gobernador santafesino Maximiliano Pullaro. Presentó y logró la aprobación del Presupuesto y la Ley Tributaria 2025, también la reforma de la Caja de Jubilaciones provincial. Reordenó las empresas del Estado. Obtuvo la ampliación y renovación parcial de la CSJ provincial. Y, finalmente, lo que sus antecesores intentaron y no pudieron: la habilitación para reformar la actual Carta Magna provincial, sancionada minutos antes del golpe de Estado en 1962.

La seguridad, indudablemente, sigue siendo lo más difícil. La lucha contra el negocio del narcotráfico es tan brutal como los efectos de la droga misma. Combatirlo implica estructura, tecnología y, fundamentalmente, decisión política. Los logros siempre son escasos ante la magnitud del enemigo. Pullaro tuvo oposición tanto en las calles como en lo político. Incluso dentro mismo de su coalición de gobierno, Unidos. Quizás aquí tuvo el mayor escollo en muchas de las leyes sancionadas, salvo voces opositoras sueltas. Por ejemplo, la ley de Reforma Constitucional finalmente fue acordada dentro de la coalición de gobierno el 27 de noviembre a las 19:21 en la casa del PRO en Rosario.

Cerca del gobernador, se ufanan diciéndole a Infobae: “Nosotros logramos transformaciones reales mucho más profundas que el discurso de Milei. Lo nuestro es con anclaje legal, dialogando, por consenso, sin agredir ni contestar agresiones. En la futura Constitución provincial quedarán grabados nuestros valores. La seguridad es un valor trascendente. Queremos la equidad fiscal, la ficha limpia y terminar con los fueros legislativos que convierten a la Legislatura en una madriguera”.

También supo este medio que después de Navidad el gobierno elevará a la Legislatura los tres pliegos para ocupar las vacantes de la CSJ santafesina. Y también que el gobernador Pullaro encabezará la lista de convencionales constituyentes. La misma fuente nos decía: “No hay una sola razón para que no lo haga”.

El ministro de Economía de Santa Fe, Pablo Olivares, le manifestó a Infobae: “Logramos una aritmética básica. Partimos con recursos por debajo de la inflación y debimos sostener obra pública y varios temas más. Para ello, bajamos costos sin afectar prestaciones, lo que nos permitió una deuda flotante baja. El presupuesto 2025 aprobado fue con el formato de las pautas macrofiscales de Nación en cuanto a inflación y crecimiento. No produjimos despidos, sí impulsamos planes de retiro voluntario. Para sanear nuestras empresas, produjimos un sinceramiento tarifario y mejoramos la gestión de cobranzas”.

Como ejemplo, el ministro menciona ASSA (Aguas Santafesinas): “Al principio de nuestra gestión, los gastos operativos dependían en un 80% del gobierno, hoy en un 30%”.

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