
Si bien el mercado laboral se encuentra frente a un cambio de paradigma en donde muchos trabajos quedan obsoletos por los avances en la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial, también se encuentran aquellos que se ven beneficiados por esta transformación.
Tal es el caso del cuidado del otro, que se estima que crecerá exponencialmente en los próximos años y requerirá, no solo conocimientos técnicos adecuados, sino también habilidades que no ofrecen estos avances y nos hacen diferentes como especie humana.
Esto se produce ya que, por un lado, hay un crecimiento exponencial de la población y la expectativa de vida es cada vez más alta. Por otra parte, el nuevo paradigma del ecosistema del cuidado demuestra un desplazamiento de dicho trabajo, que antes tenía lugar sólo en las instituciones, y hoy en día, se encuentra con mayor frecuencia en los hogares. Es así que, cada vez son más las familias que buscan un cuidador calificado que logre cubrir las necesidades del paciente en su propio hogar, poniendo en valor esta profesión y brindándoles un impacto exponencial en la posibilidad del desarrollo profesional.
De todas maneras, lo que caracteriza el ecosistema del cuidado en los hogares en toda Latinoamérica guarda una fuerte relación con la carencia respecto a la coordinación y el trabajo autónomo que derivan en una completa precariedad e informalidad laboral.
Este contexto se complejiza por una serie de situaciones que se replican en toda la región, entre las que se pueden encontrar: las problemáticas de género; la falta de capacitación y de conocimientos adecuados; la ausencia de organización y seguimiento y los problemas de trato, tanto de cuidadores a personas mayores como de familiares a cuidadores.
Además, el trabajo y la responsabilidad de cuidar a otro todavía no es lo suficientemente valorado, por lo que es importante contar con distintas iniciativas que promulguen la jerarquización de dicho rol y pongan en valor la profesionalización de los cuidadores domiciliarios, como así también aseguren a los pacientes una mejor calidad de vida en todo el proceso del acompañamiento.
Al mismo tiempo, es fundamental profundizar en el desarrollo y promoción de espacios de capacitación y formación para que aquellos que asuman este rol puedan tener las herramientas necesarias para tratar de entender el momento de salud que se está atravesando y cuidar adecuadamente a las personas según la necesidad específica que hay que abordar.
De todas maneras, resulta relevante destacar que, si bien los cuidadores son esenciales para la correcta asistencia, el entorno de la persona cuidada constituye su principal fuente de ayuda, por lo que las familias deben contar con diversas herramientas y saberes vinculados al envejecimiento activo, el cuidado en el hogar a fin de poder acompañar, sana y empáticamente, a su ser querido.
Por este motivo, es necesario trabajar en conjunto entre el sector público y privado para ofrecer soluciones, herramientas y plataformas que fortalezcan no solo a los cuidadores sino también a aquellas personas que tienen un familiar en estado de vulnerabilidad que precisa asistencia.
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