
Hace más de un año que se observa como los índices comerciales reales vienen disminuyendo con relación al año anterior técnicamente y, reconocida por el Estado nacional, la recesión económica es un hecho, ya que lleva más de tres meses consecutivos de estancamiento económico, combinados con una inflación que según el Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA será de 200% a fin de 2023.
Esto da como resultado la temida, pero realista, estanflación, una “mala palabra” en términos económicos que era tristemente esperada ya que existen 182 tipos de planes de asistencia social, 16,2 millones de personas recibiendo uno o más de esos planes, que implican, solo para Potenciar Trabajo y Tarjeta Alimentaria, la impresión de $4.200 millones por día, generando más gasto, más inflación y menos interacción en el mercado.
El último miércoles, el Indec dio a conocer el nivel de pobreza, correspondiente al primer semestre de 2023, arrojó 40,1% de la población en esa posición, y 9,3% en situación de indigencia. Números que han quedado absolutamente retrasados ya que, luego de la devaluación post PASO, se estima que gran porcentaje de los trabajadores en relación de dependencia se transformaron técnicamente en pobres, que presenta una situación más que injusta y trágica.
Son varias las generaciones inmersas en la pobreza, no solamente en la económica, que podría haber sido por los resultados transitorios de las crisis de 1989 o 2002, sino que, en este caso, esta pobreza es estructural de largo plazo, lo que es muy grave y difícil de revertir.

La Argentina tiene hoy una brecha cambiaria de, al menos, 120%. En los últimos días el dólar libre siguió subiendo y constantemente se anuncian tipos de cambio especiales, para diferentes sectores, lo que representan una devaluación encubierta. El último caso con destino “Vaca Muerta”.
Otra “estrategia”, del Ministerio de Economía, para luchar contra la devaluación causada por la cartera a cargo de Sergio Massa, fue anunciar un subsidio de $94.000 a trabajadores informales. Esto marca, claramente, un estilo de política pública.
¿Qué pasaría si en vez de imprimir dinero para un subsidio a los trabajadores informales, se trabajaría para incluirlos a integrarlos dentro de un sistema emprendedor, con capacitación genuina en educación financiera y en formación de marcas personales?
Pero no, imprimir más, en lugar de capacitar, parece la mejor opción, o la más rápida o la más fácil. Los estimados oficialmente 2,6 millones de personas destinatarios de $94.000, provocarán aún más inflación y es, de alguna forma, un nuevo IFE encubierto, como en época de pandemia de Covid-19.
Nótese también que, este subsidio, va a personas en condiciones de actividad de entre 18 y 64 años, lo que deja en evidencia absoluta el gran número de desocupados que registra el Indec en la Argentina.
La ecuación es simple: si se quiere cambiar hay que mejorar como sociedad, y para eso hay que exigirle a la clase política que genere valor, que el premio no sea un subsidio y más emisión monetaria; sino que la educación, en todos sus aspectos, sea la llave maestra para salir de la mediocridad.
No hay recurso que alcance. No importa ni la soja, ni el trigo, ni el maíz, ni el litio, ni Vaca Muerta, ni los vientos, ni el agro, ni la pesca. Si no hay educación avanzada, no hay nada más que fracaso y agonía.
El autor es especialista en Educación Financiera y Emprendedurismo
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