
“Nada más cobarde que el capital”, dice la conocida frase, y es que el dilema de los inversores y ahorristas es saber cuál será el destino de su dinero. Para lo cual deben poner en la balanza varios temas a resolver, como ser el retorno, que sea en una moneda fuerte, que sea un resguardo seguro, entre otras preocupaciones. Y muchas veces la pregunta recae en mantener el dinero, o hacer una apuesta para hacerlo crecer.
Por un lado, podemos hablar de los famosos paraísos fiscales. Cerca de un tercio de la riqueza privada global está oculta en estas guaridas, que alojan a las empresas que permiten a las personas más ricas del mundo controlar su fortuna evadiendo responsabilidades sociales. Ya que es un territorio donde la tributación fiscal es muy baja o prácticamente nula y pueden hacerse transacciones y operaciones de casi cualquier tipo sin necesidad de registros o controles. Por supuesto, no todos tienen las mismas características.
Aunque son una pieza clave de la economía moderna, sus orígenes se remontan a la antigüedad. En “Relatos de los paraísos fiscales: chiflados, bandidos y estafadores”, el especialista en impuestos e historiador estadounidense, Charles Adams, señala que los paraísos fiscales jugaron un papel muy importante en el crecimiento y estabilidad del Imperio romano. “El gobierno romano premiaba a ciudades que le eran fieles dándoles el estatuto de puertos libres de impuestos o Libertas”, indica. En cambio, el tributo, según el historiador Cícero, era más bien un castigo para todos los que se rebelaban contra Roma.
El FMI y el economista norteamericano experto en paraísos fiscales, James Henry, estiman que cerca de un tercio de la riqueza privada global está oculta en el sistema global de paraísos fiscales. En el caso de Argentina, el economista e investigador local, Jorge Gaggero estima que 500 mil millones de dólares, casi un PBI argentino, se encuentra allí alojado.
Pero por otro lado, está la opción de acudir a lo que denomino “un paraíso institucional”. Para el caso de los latinoamericanos, Estados Unidos sería una referencia de esto. Se trata de un país con una moneda fuerte, que pese a las turbulencias que atraviesa el mundo, sigue siendo confiable para nuestros ahorros.
De acuerdo a una encuesta realizada por ThinkinWorld a 2.000 latinoamericanos -muchos de ellos argentinos- en condiciones de invertir, y que desean resguardar sus ahorros, Estados Unidos es el país elegido. Las zonas preferidas son Florida, Texas y California; y los sectores más populares son negocios y franquicias (61,9%), real estate (56,9%) e inversiones no tradicionales (44,2%).
Asimismo, Estados Unidos es un país que permite acceder a una gran variedad de inversiones, dándole la posibilidad tanto a pequeños como a grandes ahorristas que puedan elegir el mercado que mejor se ajuste a sus intereses.
El inversionista de América Latina encuentra el mercado del real estate en Estados Unidos muy interesante debido a la estabilidad económica del país, lo que hace que el riesgo asociado a la inversión sea más previsible. Las mismas van desde los conocidos storage hasta edificios.
Comprar una propiedad en Estados Unidos para luego ponerla en alquiler, es una de las opciones preferidas por los inversionistas argentinos. El motivo es claro: rentabilidad a corto plazo –mensual o trimestral–, y en dólares, moneda de por sí codiciada por los argentinos y mucho más en tiempos inflacionarios. Estamos hablando de un rápido retorno de inversión, en un país estable y con reglas de juego claras.
La diferencia está en el retorno de las inversiones. Es cierto que, en un paraíso fiscal, el dinero está oculto y casi sin riesgo; pero en un paraíso institucional podremos encontrar una ganancia o beneficio, fruto de una apuesta que tiene un mínimo o nulo riesgo. Asimismo, si hablamos de una inversión inmobiliaria en Estados Unidos, podremos sumarle el revalúo de las propiedades. Un retorno que, por ejemplo, los bonos no pueden tener.
El autor es economista y escritor
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