
En general, al analizar las conductas de las personas respecto a la gestión de su dinero y de sus finanzas personales, surgen básicamente tres situaciones que sirven para clasificar de alguna manera tres escenarios:
Pérdida mensual: cuando los ingresos son menores a los gastos;
Ingresos = Gastos: cuando no hay una pérdida, pero tampoco sobra dinero; y
Ganancia mensual: cuando los ingresos son mayores a los gastos y sobra dinero para ahorrar, acumular reservas e invertir.
En principio, si se está en un momento de pérdida, lo primero es ver si es sólo una situación, crítica o extrema, que puede estar afectada parcial o indirectamente por el difícil momento económico general, pero de la que se espera salir y mejorar. En estos casos, sería prudente y necesario dedicar un tiempo todas las semanas al armado y control de un presupuesto, seguir los números lo más de cerca y a detalle posible y ser creativos para generar ingresos extra, aunque sea por un período de tiempo. También idealmente, plantear un escenario de situación temporal extrema de reducción de gastos al máximo, con foco en cancelación de deudas, pedido de ayuda y asistencia y tendiente a la búsqueda estricta de orden, planificación y registro minucioso de ingresos, deudas y gastos.
Si la situación es intermedia, es decir que no se está en pérdida, pero no se logra un sobrante de dinero mensual, seguramente se quiera estar mejor y que sobre algún monto mensual para ahorrar. Para eso, es necesario dedicar tiempo, aunque sea una vez por mes, para realizar un control de gastos, ya que, actualmente, el consumo es lo que más afecta a la posibilidad de proyectar una economía sana y en crecimiento, fundamentalmente por causa de la alta inflación mensual y anual.
Esto es planificar y proyectar un presupuesto cada vez que empieza el mes, y controlarlo el 15 del mes y nuevamente al finalizar, para analizar desvíos, variaciones; y separar cuáles son los realmente necesarios e imprescindibles, de los específicamente innecesarios y evitables.
Haciendo foco en la tercera situación planteada (es decir, que sobra algo de dinero), lo ideal es proteger los ahorros frente a la inflación y potenciarlos a largo plazo.

Para esto, en relación al control de gastos, un buen ejercicio es anualizar cada rubro de lo que se gasta y hacer el cálculo de cuánto sería ese dinero a fin del año, si en vez de consumir, se invierte todos los meses a una tasa de interés promedio. Será necesario establecer un presupuesto ordenado mensual, para que, todo lo que sobre, tenga ya asignado un destino específico, ya sea a ser reservado para emergencias o imprevistos (en este caso ese dinero puede invertirse en Dólar MEP o en fondos comunes de inversión de alta liquidez y riesgo bajo que busquen al menos resguardar los pesos de la inflación) o para inversiones de largo plazo.
Puede pensarse en diversificar la cartera de inversión en instrumentos de renta variable, como Cedear y acciones argentinas (pesos), o de renta fija como bonos provinciales (de buena calidad crediticia), obligaciones negociables que paguen un interés en dólares, entre otros activos
Qué mejoras pueden hacerse en el presupuesto
Alquiler: revisar bien los contratos por un especialista antes de firmar, prestar atención a las comisiones y gastos, negociar el precio inicial y una indexación o aumento anual o lo que corresponda por ley.
Expensas: asegurarse de que se establezcan por ley como corresponde (ordinarias y extraordinarias dependiendo cada caso) y por contrato.
Servicios: realizar pedido de subsidios de luz y las y revisar hábitos de consumo (cuidado y mantenimiento).
Servicios de cable y plataformas online: decidir qué es lo que consumimos de televisión por cable, teléfono y plataformas de streaming. Quizás no sea necesario contratar todos estos servicios sino limitarnos a uno o dos y con eso reducir un alto gasto fijo mensual.
Compras: este es uno de los rubros en el cual se pueden generar los mayores desvíos. Si se trata del supermercado, buscar siempre ofertas, promociones y descuentos. Pedir tarjetas de beneficios y considerar los días especiales para comprar con descuentos. Revisar si hay promociones por compras online. Atarse sólo a un listado de lo que se consume e intentar estandarizar o repetir siempre la misma compra. Hacerla por cantidad y cuanto más se pueda stockear o guardar. En tanto, es ideal evitar las compras diarias sin planificación y en supermercados pequeños de cercanía.
Celular: pedir promociones con beneficios, descuentos y bonificaciones a largo plazo. Ver planes de otras compañías y solicitar mejoras en los precios.
Cuotas de clubes o gimnasios: una buena alternativa es congelar el precio, pagando seis o doce meses juntos en cuotas fijas sin interés.
Ropa e indumentaria: es uno de los rubros que más aumentó sus precios en el último año. En este punto, vale la pena preguntarse qué tanto se necesita consumir y pensar bien antes de efectivizar la compra. Intentar no generar muchas cuotas o con varias tarjetas de crédito.
Combustible: ver promociones con tarjetas de bancos y apps.
Seguro: consultar brokers distintos para mejorar cotizaciones de pólizas y precios.
Mantenimiento: buscar precios, ir reservando mes a mes un rubro para guardar en reservas para este punto. Conservar el dinero que vamos separando en dólares o algún instrumento de inversión, líquido y que se actualice por inflación.
En conclusión, al margen de estas tres situaciones mencionadas hoy, cuanto más tiempo se dedique al análisis de la situación personal de cada uno y más herramientas se apliquen, mejores resultados se obtendrán para compensar los efectos negativos de la inflación, controlar gastos, generar ahorros y poder invertir.
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