
En la arena: tiendas de tela. En el hielo: iglús. Intuitivo…
¿Y si hacemos algo con lo que ya tenemos? ¿Y dejamos lo que no hay… para las elucubraciones de los genios galácticos que algún día vendrán? En otras palabras, nos vendría muy bien poner todas las miradas en aquello que ya tenemos, y sentarnos (¡o pararnos!) a pensar qué podemos construir con eso. Es agotador vivir pensando en todo lo que nos falta. Y más frustrante aún es ponernos a delirar acerca de todo lo que podríamos lograr si tuviéramos lo que hace falta para eso (¡pero que aún no tenemos!).
No somos Picasso… pintando en un lienzo blanco prístino, con vista al mediterráneo mientras una brisa mueve unas cortinas de lino. Somos un maratonista… volviéndonos locos pensando cómo rayos haremos para pasar el famoso “muro”, que es el momento de la carrera en el que se agota nuestra reserva de glucógeno y acechan los calambres. Ojo: soy el primer defensor de la creatividad y la innovación. Lo que digo es que estamos más cerca de la “emergencia” que de un “retiro creativo”. Por eso es bienvenida la imaginación, pero sólo en la medida en que nos permita hacer más con lo que ya tenemos. Y se convierte en una sustancia tóxica cuando nos invita a construir algo con piezas inexistentes.
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Hasta aquí, todo muy lindo. Pero, como dicen mis amigos: “Es muy bonito lo que escribís en el diario… pero como se aplica…?” ¿Cómo se aplica en la práctica la idea de “hacer con lo que ya tenemos”?
Se aplica así.
¿Qué es lo que ya tenemos? Tenemos: 500.000 futuros jóvenes graduados de escuelas secundarias, 13 unicornios (¡trece!) y exportaciones de servicios basados en el conocimiento (SBC) por US$7.000M anuales, que han crecido ininterrumpidamente durante los últimos 5 años. Ahora es cuando reaparecen mis amigos… los “escépticos” y me susurran sarcásticamente: “Estos datos son espectaculares… ¿pero para qué sirven? ¿Es posible esto? Dame un ejemplo…”

Les respondo en orden. Sí, es posible. El ejemplo se los doy ahora mismo: Tierra del Fuego lo acaba de hacer.
Por primera vez en nuestro país, nuestra provincia más inhóspita y alejada acaba de lanzar exitosamente un programa que se dicta en el 100% de las Escuelas Públicas de su territorio, por el cual los estudiantes se capacitarán en programación durante sus dos últimos años de educación secundaria. El contenido de esos cursos está estrictamente diseñado en base a la demanda de trabajo que el sector requiere en este momento.
“En la nieve… cubos de hielo.”
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A su vez, se han capacitado más de 50 docentes públicos en esta materia, para que actúen como facilitadores de la plataforma que será usada para capacitar a los estudiantes (Playground, de Digital House). Todas las provincias del país están invitadas a venir, mirar, tomar lo que les sirva y replicar este modelo en su territorio. No hay barreras de entrada, ni trampas, ni espejismos.
La estocada final para los escépticos: la demanda de trabajo en SBC sobra; y la oferta, falta. Desafío a quien quiera decirme que estos datos son irrelevantes, ficticios o inconducentes.
Toda maratón comienza con el primer paso. Y toda casa, con los materiales disponibles.
“Tela en el desierto; hielo en la nieve.”
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