
No podemos limitarnos a administrar la pobreza mediante planes sociales. El problema es estructural, en la Argentina la vieja generación de políticos no se anima, no quiere o no le interesa dar la batalla cultural. No se animan a aceptar el capitalismo como el único modelo de salida próspera y moderna, de acuerdo con la experiencia mundial.
La activación de planes sociales por trabajo es una gran mentira. Ninguna persona que cobra un plan social, como el Potenciar Trabajo, estará inmerso en la cultura del trabajo. Les han enseñado que el plan social es una buena política de inclusión social. Llegamos al extremo de que tres generaciones no pasaron un empleo genuino. Esta es la razón principal por la que una persona que percibe un plan social tendrá dificultades para adaptarse a la vida laboral activa. Sin ir más lejos, hoy, quienes perciben planes sociales y programas del Estado como la AUH y la tarjeta Alimentar, pueden sumar más ingresos que un trabajador a tiempo completo.
El mundo atraviesa una nueva revolución tecnológica con cambios vertiginosos que suceden en casi todos los ámbitos de la vida humana, cuya velocidad y originalidad sugiere que la llamada Cuarta Revolución Industrial no es la mera continuación o profundización de las tres anteriores.
La automatización y digitalización mediante sistemas de producción flexible que facilitan la elaboración de bienes y servicios personalizados son la contracara de las nuevas necesidades de consumo, identificables gracias al procesamiento de big data.
Vivimos en un nuevo mundo. La educación, la creatividad, la innovación tecnológica, la ciencia y el capital humano se desarrollan a una velocidad nunca vista. En un futuro cercano estos procesos van a separar a los países que abdiquen del conocimiento y de las nuevas tecnologías de los que inviertan en ellas.
El nuevo proyecto de transformar planes sociales por trabajo será uno más de los fracasos de los políticos actuales que lucen sus discursos pensados desde el marketing electoral pero vacío de contenido real. El problema es la falta de seguridad jurídica a la hora de contratar un dependiente o ejercer libremente el comercio, y la industria del juicio laboral que crece en desmedro de la producción y el desarrollo económico.
El Gobierno debe pensar en darle seguridad jurídica a los empleadores a la hora de contratar. En materia de asistencialismo, es mejor cortar los planes de raíz, es la solución más efectiva para la salida de un país que actualmente se pierde en el circulo vicioso de la pobreza.
Siempre acentúo que la revolución laboral está estrechamente vinculada a las TIC (Tecnología, información y comunicación), y éstas al futuro del empleo. Con la Cuarta Revolución Industrial, la sociedad enfrenta una etapa superior del avance tecnológico, en la cual los senderos se multiplican y la capacidad de previsión se vuelve mucho más modesta. Las disrupciones que promete la industria 4.0 sobre los procesos productivos rodean la robótica, las tecnologías 3D, la ciberseguridad y los algoritmos que “aprenden”.
Un país que invierte en educación y apuesta al trabajo como única política de inclusión social, alienta la inversión privada, engrandece aquellos que quieren producir o generar empleo, apuesta a una económica con menor intervención estatal.
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