
Hoy en día, las pymes y empresas se encuentran transitando un contexto muy desafiante impulsado por los cambios de hábitos de consumo de las personas en la era postpandemia; algunos incluso tal vez se encuentren en una etapa que requiere la reinvención de sus modelos de negocio y que implica tomar decisiones de fondo para producir un impacto en lo inmediato.
Es decir, en un mundo cada vez más competitivo e interconectado, los que logren escuchar atentamente a sus usuarios y facilitarles aquello que necesitan de manera simple y eficiente, son los que lograrán mantenerse y hacer la verdadera diferencia.
Un tema común que atraviesa a todas las empresas son las ventas y cobranzas: cómo gestionar las experiencias de pago. Actualmente, cada vez son más los que eligen canales digitales para realizar cualquier gestión rápidamente y desde la comodidad de un celular. En este sentido, las finanzas embebidas –que incorporan servicios financieros a los modelos de negocio actuales– pueden representar una gran oportunidad prácticamente para cualquier tipo de empresa. Este fenómeno se está posicionando como una propuesta de valor inevitable que se irá extendiendo a la mayoría de las industrias, sectores y comunidades.
Las finanzas embebidas significan en concreto que cualquier empresa o negocio puede, además de vender su producto o servicio, ofrecer al cliente distintas modalidades de pago digitales, la posibilidad de retirar dinero en efectivo en ese mismo lugar, e incluso solicitar un préstamo para financiar lo que desea adquirir, entre otras opciones. De esta forma, se logra fidelizar a los clientes aumentando así el ciclo de permanencia y recurrencia dentro de esa misma empresa.
De esta forma, las plataformas financieras y bigtech han sido pioneras en el modelo de finanzas embebidas, sumando productos como pagos tokenizados, prestamos BNPL (Buy Now Pay Later o compre ahora pague después) a sus flujos de negocio, maximizado la fidelidad de sus clientes, reduciendo sus costos de adquisición y capitalizando el uso de los datos para acercar ofertas en el momento en que se genera la necesidad.
Actualmente, existen muchas empresas que cuentan con grandes y diversas comunidades, que conocen muy bien las necesidades de sus diferentes segmentos, que mantienen óptimos canales de comunicación, pero que tal vez no saben cómo desarrollar ese producto o servicio complementario para consolidar la fidelización de sus clientes y generar mayor rentabilidad. Asimismo, los emprendedores y pequeños comercios también están dispuestos a integrar plataformas financieras y pagar por ellas porque entienden el potencial que esto puede traer a sus negocios.
Por otro lado, los bancos han cambiado su percepción sobre este modelo, encontrándose más abiertos a desarrollar el vertical BaaS (Banking as a Service por sus siglas en inglés) como una nueva forma de hacer negocios. Este modelo puede convertirse en una autopista para distribuir servicios financieros a un universo de nuevas audiencias, hoy insatisfechas, reduciendo el costo de distribución y el riesgo, capitalizando el uso de los datos provenientes de estas comunidades o fintech con las que se han aliado. Se estima que para 2025 este fenómeno podría sumar una oportunidad de mercado superior a los 200 billones de dólares para el sector financiero.
Además, cabe destacar que no es necesario ser una empresa grande o una corporación para implementar funcionalidades como el de las finanzas embebidas, hoy en día existen múltiples plataformas tecnológicas que son accesibles y escalables, y que están pensadas para adaptarse a la necesidad concreta y al ritmo de cada negocio particular.
De esta manera, la tecnología al servicio de las finanzas se convierte en un medio para agregar valor y seguir construyendo comunidades sustentables que mantienen vínculos más sólidos con sus clientes y, al mismo tiempo, pueden generar más crecimiento y expansión.
Si bien todavía queda mucho por recorrer, en un mundo postpandemia que quedó atravesado por la digitalización en la mayoría de los usos y costumbres, resulta prioritario seguir desarrollando propuestas integrales que faciliten la vida de las personas. Sin dudas, la tecnología financiera tiene un enorme potencial para esto, y al mismo tiempo cuenta con una importante responsabilidad para promover la inclusión social, pensando soluciones que sean fácilmente aplicables para muchos, y así empoderar a todos aquellos que hoy se encuentran por fuera del sistema financiero.
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