Santoral de hoy: quién fue San Pablo y por qué se festeja el 25 de enero

La lista los santos y mártires para que sepas a quiénes debes felicitar en un día como hoy

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Majestuosidad de santos católicos en
Majestuosidad de santos católicos en el arte barroco de vidrieras en catedrales. Todos los días hay una celebración onomástica (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como todos los días del año, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del sábado 25 de enero.

Celebración del día: San Pablo en su conversión

Fue en un día inesperado, mientras conducía una comitiva hacia Damasco, que Saulo de Tarso enfrentó un evento que transformaría su vida por completo, según el relato registrado por el historiador Lucas. Estaba en plena misión, acompañado de cartas de recomendación de los judíos de Jerusalén, con el propósito de arrestar a cristianos que identificara en la ciudad. Este acto era visto como una purga necesaria para preservar la pureza de las tradiciones judías. En ese instante, “una luz fulgurante proveniente del cielo lo rodeó” y cayó al suelo, escuchando una voz que le preguntaba: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Según Hechos 9:3-9, aquel fue el comienzo de su proceso de conversión religiosa.

Nacido en Tarso, ciudad grecorromana, Saulo, también conocido como Pablo, pertenecía a la casta de los fariseos. Su ciudadanía romana le otorgaba derechos similares a los de un centurión o magistrado, pero su condición de judío lo obligaba, desde niño, a ocultar su fe en un contexto cultural que consideraba su religión como superstición. Este entorno, sumado a un fuerte apego a las costumbres patrias y al estudio profundo de la Ley judía bajo la enseñanza del maestro Gamaliel en Jerusalén, forjaron un carácter celoso y apasionado por la identidad de su pueblo.

En sus años de juventud, Saulo tuvo acceso tanto al conocimiento de los manuscritos sagrados del judaísmo como a la literatura y filosofía griega. Sin embargo, su entorno grecorromano solo lo veía como un hebreo, miembro de una comunidad segregada por sus costumbres alimentarias, leyes matrimoniales y prácticas distantes de la cultura dominante. Este rechazo contribuyó a consolidar su fervor por proteger la idiosincrasia judía frente a todo lo que consideraba una amenaza, como la herejía cristiana que, a su parecer, ponía en peligro la unidad del pueblo judío.

Este fervor se manifestó en episodios como su colaboración en la lapidación de Esteban, cuando guardó los mantos de quienes lo apedrearon, según se recoge en el relato bíblico. Para Saulo, los seguidores de Jesús de Nazaret, a quienes acusaba de idolatrar a un hombre crucificado, representaban una desviación intolerable. Actuando con saña y “respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor”, encabezó misiones para perseguir y detener a los cristianos.

Sin embargo, tras su visión en Damasco, Saulo pasó tres días en completa oscuridad, sin comer ni beber, reflexionando sobre lo ocurrido. Eventualmente, sería bautizado, marcando el inicio de una transformación total en su vida. Aquella radical conversión lo llevaría a dejar de perseguir a los cristianos y, en cambio, convertirse en uno de sus mayores defensores. Su carácter apasionado, que previamente lo impulsaba a actuar contra ellos, ahora lo dirigía hacia la predicación del Evangelio a lo largo del mundo grecorromano, enfrentando naufragios, persecuciones, encarcelamientos y, finalmente, la muerte.

Lucas, quien documentó su historia y lo conoció personalmente, afirmó que Pablo vio al resucitado Jesús, un testimonio que este mismo repitió frente a las comunidades de Corinto y otros lugares. Este compromiso fue el motor de sus viajes por el imperio, llevando el mensaje cristiano incluso a los rincones más lejanos. Sus sufrimientos, que incluían azotes y privaciones, los consideró como señales de su fidelidad y de la victoria final que buscaba al servir a Dios.

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este sábado 25 de enero como los siguientes:

Beato Antonio Migliorati (s. XV)

Beato Antonio Swiadek

Beata Arcángela (Leonor) Girlani (s. XV)

San Artemas (s. III)

San Bretanión (s. IV)

San Popón (s. XI)

San Palemón (s. IV)

Beata María Antonia (Teresa) Grillo (s. XX)

El origen de los santos

Comerciante durante la canonización del
Comerciante durante la canonización del papa Juan Pablo II. (Reuters/Romeo Ranoco)

La iglesia católica y ortodoxa utiliza la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida que durante su vida hizo sacrificios o estuvo relacionada a un evento divino a favor de la iglesia.

Esto implica incluir el nombre de la persona en el canon (lista de santos reconocidos) y se concede el permiso de la iglesia católica de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.

Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media. En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar.

Para la iglesia católica existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.

Además, se considera si la persona vivió las virtudes cristianas en un grado heroico o si sufrió martirio a causa de su fe, asimismo, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir).

La iglesia católica en el mundo

Preparativos para la canonización de
Preparativos para la canonización de Juan Pablo II. (Reuters)

El catolicismo es una de las religiones que más se practican en el mundo. Los datos más recientes del Vaticano -particularmente de su Anuario Estadístico Eclesial- señalan que hay más de mil 360 millones de católicos en el orbe.

El continente americano es donde más católicos prevalecen, con casi la mitad de los registrados por el Vaticano, siendo más de una cuarta parte ubicados en Sudamérica.

En los últimos años, el Vaticano ha dado cuenta que la presencia de católicos ha aumentado de forma importante en dos continentes: Asia -particularmente el Medio Oriente- y África.

En contraste, los religiosos en Europa han ido a la baja, mientras que en Oceanía se han mantenido estables.

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