Abastecimiento, previsibilidad y riesgo: ordenar un rompecabezas que cambia todo el tiempo

La complejidad del comercio internacional redefine la planificación del abastecimiento, con más variables, mayor exposición al riesgo y la necesidad de anticiparse para sostener la operación

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Juan José Iglesias es director
Juan José Iglesias es director ejecutivo de negocios para Perú, Ecuador y Bolivia en el sector de nutrición animal (Foto: Movant Connection)

Hoy, el manejo de los esquemas de abastecimiento, para los mercados importadores, es muy cambiante. Es, literalmente, como un rompecabezas que se va modificando de manera constante. En negocios como el de Pet Food, y operando desde países netamente importadores, esa complejidad se fue magnificando y volviéndose cada vez más desafiante.

Trabajamos con proveedores de distintas locaciones y hasta de distintos continentes: Estados Unidos, varios países de Latinoamérica y Asia. A eso se suman restricciones sanitarias que cambian, volatilidad cambiaria según el origen, riesgos geopolíticos, disrupciones portuarias y lead times que ya no son estables. Todo ese conjunto de variables obliga a replantear permanentemente la planificación operativa.

Gestión global en un escenario de riesgo permanente

En este contexto, antes de decidir un esquema de abastecimiento hay algo que resulta innegociable: la previsibilidad sanitaria. Necesitamos que la regulación “encaje” tanto en origen como en destino. A partir de ahí, evaluamos y testeamos los lead times teóricos contra los reales, analizamos el riesgo país y el riesgo portuario, revisamos la confiabilidad documental y el costo total de la operación. Y, siempre, nos aseguramos de contar con un back up, un plan B que funcione como alternativa real. El objetivo final es simple, aunque no siempre fácil de lograr: tener el producto disponible para que el consumidor pueda abastecerse.

La sensibilidad de los lead times volvió a poner a la planificación en el centro de la estrategia. Un buen forecast es la base de todo. En nuestro caso, trabajamos con una proyección habitual de tres meses, unas doce semanas. A eso se suma la importancia de asegurar contratos de largo plazo con navieras que garanticen espacios y costos adecuados, y la elección de rutas confiables, tanto por la situación de los puertos como por la necesidad de minimizar trasbordos innecesarios.

Otro punto clave es la digitalización documental. Tener una planificación real con los proveedores permite evitar sobreproducciones o faltantes, mantener inventarios adecuados y tener claridad sobre los tiempos de proceso en toda la cadena logística. Eso no solo ordena la operación, sino que también ayuda a evitar sobrecostos, incluidos los vinculados al almacenaje en destino.

El objetivo final es simple,
El objetivo final es simple, aunque no siempre fácil de lograr: tener el producto disponible para que el consumidor pueda abastecerse (Foto: Shutterstock)

Planificación, regulación y decisiones que ordenan la operación

Las barreras sanitarias y gubernamentales siguen siendo uno de los principales factores de riesgo. Por eso, las compañías debemos realizar un seguimiento continuo de normativas locales e internacionales en aduanas, comercio exterior y sanidad, además de verificar requisitos y certificaciones en cada mercado. Anticiparse a esos cambios permite evitar demoras, desvíos operativos y costos por incumplimientos.

Ese trabajo implica un monitoreo constante con agencias locales como SENASA, SAG o Agrocalidad, el cumplimiento de normas internacionales como las de la FDA, y la construcción de un mapeo claro de barreras sanitarias y arancelarias. En nuestro caso, el benchmark regional es una herramienta muy útil para entender cómo se están resolviendo situaciones similares en otros mercados.

En cuanto al transporte, el multimodal ofrece ventajas concretas frente al terrestre cuando se trata de largas distancias en rutas internacionales, cuando se busca reducir costos o cuando se necesita mayor estabilidad operativa ante bloqueos u otras situaciones que afectan al transporte por carretera. También resulta más eficiente para cargas pesadas. Sin embargo, el límite aparece cuando la complejidad logística incrementa los costos por transbordos, cuando la rapidez del terrestre resulta más competitiva, o cuando la carga documental y el mayor manipuleo generan riesgos adicionales, como un aumento de bad goods.

Justamente, el manejo de bad goods y de cargas con riesgo sigue siendo un punto crítico. Los errores más frecuentes suelen estar vinculados a etiquetados incorrectos o incompletos, falta de documentación para mercadería peligrosa y deficiencias en la trazabilidad durante el transporte y el almacenamiento. Para elevar los estándares de seguridad, el sector necesita avanzar en sistemas de seguimiento, estandarización de procesos, capacitación continua, uso obligatorio de embalajes certificados y señalización adecuada.

Mirando hacia adelante, en el plano regional se empiezan a marcar tendencias claras. Las empresas buscarán proveedores más cercanos para reducir riesgos logísticos, costos de transporte y tiempos de entrega, sin abandonar la lógica de contar con abastecimientos alternativos como planes de contingencia. La sostenibilidad también va a influir cada vez más: trabajar con proveedores que tengan prácticas sostenibles y cumplan regulaciones ambientales será clave.

A nivel costos, fortalecer acuerdos internacionales que eviten incrementos arancelarios aparece como una oportunidad. En Latinoamérica, la consolidación portuaria, la inflación logística, la digitalización, la posibilidad de aduanas comunes entre mercados y los cambios en los hábitos de consumo serán factores que van a redefinir el equilibrio entre el abastecimiento internacional y el abastecimiento local en los próximos años.