“Un contenedor optimizado es competitividad”, afirma Romina al describir cómo el vínculo entre equipos, proveedores y operadores define la calidad del proceso logístico. Su mirada muestra que la eficiencia no es solo técnica: también es coordinación, escucha y capacidad de reacción.
¿Cómo describirías hoy el contexto del sector de electrodomésticos?
Hoy el sector tiene una oferta muy amplia. Con la apertura de importaciones de diciembre de 2023, las compras al exterior crecieron más del 30%, pero el consumo se desaceleró. Eso hizo que muchas empresas queden con sobrestock y hoy estén evaluando cómo acomodar ese inventario de cara a los desafíos de 2026.
A esto se sumaron cambios normativos: hubo flexibilizaciones aduaneras y en certificaciones. Antes teníamos que presentar toda la documentación en el despacho; ahora muchas certificaciones se presentan post–despacho, lo que agiliza muchísimo la operatoria.
En ese escenario, ¿cómo se trabaja para que toda la cadena funcione de forma eficiente?
La clave es la comunicación. Toda la célula de supply chain —planificación, compras transnacionales, comercio exterior y logística— trabaja mancomunadamente. Si no hay comunicación fluida, los costos se disparan y la eficiencia desaparece.
Trabajás tanto con insumos para producción como con producto terminado. ¿Qué diferencias marcan cada gestión?
El insumo es crítico porque afecta a la fábrica: si no llega en tiempo y forma, parás la producción. Eso implica costos altísimos y un impacto directo en la cadena. El producto terminado es distinto. Es importante cumplir tiempos, claro, pero si hay un retraso no dejás una planta detenida. Ese es el punto de diferencia más notorio.
Cuando la empresa evalúa fabricar o importar, ¿qué se considera desde comex?
Se hace un análisis de costos completo: precio de las partes, tiempos, competitividad en el mercado y plazos de fabricación. Hoy la oferta es enorme, así que el producto tiene que llegar con un precio competitivo y en los tiempos que el consumidor espera.
Importar partes implica múltiples compras, tiempos de llegada distintos, fabricación y recién después distribución. Con importación de producto terminado, lo recibís y lo distribuís. La decisión depende siempre de esa ecuación.
¿Qué factores determinan una importación eficiente de producto terminado?
Lo fundamental es el “forecast” por contenedor. El flete internacional es una de las variables que más impactan en el costo final, por eso hay que aprovechar al máximo el volumen del contenedor.
Planificación y compras tienen que trabajar juntas para entender cuántas unidades de cada SKU entran en cada carga. Un contenedor mal armado es un precio final más alto. Un contenedor optimizado es competitividad.
En fechas pico de demanda, ¿cómo se sostiene el abastecimiento?
El sector tiene picos claros: el Día de la Madre, los cyber, las Fiestas. Para llegar en tiempo y forma se planifica con mucha anticipación: a veces más de seis meses. Hay que considerar el tiempo de producción en origen, el tránsito —que puede ser de hasta 60 días— y después la distribución. Solo con un buen plan llegás al depósito cuando lo necesita el mercado.
¿Cómo está impactando la tecnología, especialmente la IA, en comercio exterior?
Muchísimo. La automatización hace todo más rápido y eficiente: información en tiempo real, reportes inmediatos, toma de decisiones más asertiva. Para nuestro sector es clave, porque trabajamos con escenarios que cambian todo el tiempo.
Estudiaste coaching. ¿Aplicás ese aprendizaje en tu día a día?
Sí. Me dio habilidades blandas muy valiosas: resolución de conflictos, comunicación asertiva, empatía, liderazgo, trabajo con otros sectores. Finalmente, lo que damos es un servicio. Y cuanto mejor sea el vínculo, mejor funciona la cadena.
¿Qué consejo le darías a alguien que está dando sus primeros pasos profesionales en el sector?
Que trabajen en mejora continua. Los escenarios son dinámicos, inciertos, y siempre se puede mejorar. Que no se frustren cuando algo no sale como esperan: todo es aprendizaje.
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