
Al referirse al uso de redes sociales para informar y enseñar, Fernando comenta que “mucha gente quiere aprender o tiene ganas de traer algo”. En esta entrevista, recorre sus estrategias para explicar procesos, optimizar operaciones y facilitar importaciones clave para la salud y la industria.
Trabajás con productos médicos. ¿Qué complejidades y particularidades encontrás en esas operaciones?
Hoy se simplificó bastante. Me toca traer muchos repuestos para aceleradores lineales, equipos usados para tratar cáncer. Antes la importación era más burocrática: pedidos de documentación extra, intervenciones más lentas, tiempos muertos. Ahora, al no tener que presentar ANMAT ante la aduana, muchos salen canal verde y se acelera todo.
Un acelerador lineal es un equipo enorme, que requiere un búnker, paredes especiales y calibración perfecta porque trabaja con radiación. Una máquina puede estar parada por un tornillo, un cable o una lámpara. Entonces la rapidez en liberar la mercadería es crítica.
También me tocó traer equipamiento de posicionamiento del paciente, que se usa para mantener exactamente la misma postura durante cada sesión. Hay mucha demanda en el interior del país y muchas clínicas quieren invertir en tecnología nueva. He traído equipos para ciudades donde antes no había y ahora la gente ya no necesita viajar a Buenos Aires. Eso muestra cómo el comercio exterior puede impactar en la salud pública.
¿Qué importancia creés que tiene el comercio exterior para la salud?
Muchísima. No solo por los equipos, sino por los insumos. Catéteres, sondas, cánulas, material descartable… todo eso se usa todos los días en hospitales. Antes había más demoras y más trámites. Hoy, con una importación más ágil, esos productos llegan más rápido y se evita burocracia innecesaria.
Además, el circuito entre despacho, ANMAT y documentación ahora se puede cruzar por sistema, sin necesidad de revisar papeles uno por uno. Eso agiliza muchísimo para productos de alta rotación y uso inmediato.
¿Cuáles son las claves para no perder el “forzoso” y evitar costos extra?
Mi estrategia para no perder el forzoso —los días libres de almacenaje— es oficializar los despachos bajo la modalidad i-65. Eso permite presentar la documentación incluso cuando el contenedor todavía está arriba del barco. Mientras el buque está operando, que son dos días, nosotros adelantamos la oficialización.
Como trabajo mucho con productos médicos, casi todos salen por canal naranja. El verificador tarda de dos a cuatro días en revisar la documentación, entonces aprovechar esos dos días previos da margen. Después se suman los siete días del forzoso y se pide el turno para el último día para poder liberar sin costos.
Las terminales cambiaron su metodología: abren los turnos según orden real de los contenedores, no como antes, cuando uno quedaba abajo de una pila y era imposible moverlo rápido. Hoy se ve más orden, pero igual hay momentos donde faltan turnos por la mañana, que es lo que todos quieren para entregar y volver con el vacío antes de las 18:00, porque el transporte cobra por día. Si no devolvés en tiempo, pagás 50% o 100% adicional.
Para cargas al interior no es tan crítico, pero en Buenos Aires todos buscan optimizar ese calendario. Es un equilibrio entre lo que ofrece la terminal, lo que necesita el cliente y lo que permite el sistema.

¿Qué determina que una mercadería salga por canal verde, naranja o rojo?
Los canales de selectividad funcionan así:
- Verde: libera automáticamente
- Naranja: control documental
- Rojo: control físico
Por experiencia, canal rojo aparece para clientes nuevos, empresas nuevas o ciertas posiciones sensibles. Los productos con intervención —juguetes, seguridad eléctrica, materiales de construcción— suelen salir naranja, igual que los productos médicos.
Con el cambio de gobierno se diferenciaron los productos por riesgo. Para los de bajo riesgo, clase 1 o 2, ya no se presenta documentación ANMAT ante la aduana. Solo se carga un aviso. Eso generó que muchos productos que siempre salían naranja ahora salgan verde. El control queda en manos del ANMAT y no en la aduana.
Antes la relación era 80% rojo/naranja y 20% verde. Hoy es al revés: la mayoría sale canal verde, salvo los productos que requieren intervención o los que ya están clasificados como sensibles.
Estás muy activo en redes sociales. ¿Qué rol creés que cumplen en este intercambio de información y asesoramiento?
Con la apertura de los mercados, mucha gente quiere aprender o tiene ganas de traer algo. Me preguntan amigos, conocidos, emprendedores, y por eso decidí generar contenido que explique los pasos principales: cómo hacer una importación, qué documentación se necesita, cómo debe venir la mercadería, qué conviene según el país de origen o el medio de transporte.
Trato de hacerlo de un modo que la gente entienda, sin palabras muy técnicas. La idea es ayudar a quienes quieren emprender algo nuevo o hacer su primera operación. También doy charlas en el Instituto de Capacitación Aduanera, donde mostramos operaciones reales. Les muestro todo: factura, packing, clasificación arancelaria y el uso del sistema María. A los estudiantes les sirve ver la práctica real, no solo la teoría.
¿Sentís que mostrar el día a día ayuda a entender mejor qué hace un despachante de aduana?
Sí, totalmente. Explicar el día a día le permite a la gente entender qué hacemos realmente. Hay personas que creen que el despachante “trae cosas”, pero en realidad somos gestores ante la aduana, asesoramos desde el primer momento para evitar problemas y nos ocupamos de que la mercadería llegue con la documentación correcta, que tenga las etiquetas adecuadas y que pueda liberarse rápido.
La idea es siempre aconsejar desde la compra, porque si un producto viene mal declarado o sin algún documento, todo se atrasa, y esos atrasos cuestan tiempo y dinero.
¿Hay algo más que te gustaría destacar?
Más allá del rubro médico, estoy recibiendo muchas consultas de industrias que quieren invertir en tecnología. Empresas que quieren traer tornos CNC, soldadoras, elevadores, máquinas para producir. No es solo importar productos masivos: hay una movida muy grande de gente que quiere comprar máquinas para fabricar más, para mejorar procesos y para exportar.
También hay interés del sector agrícola, que quiere traer maquinaria para cosechar más y sembrar más. Todo esto muestra que la apertura está generando movimiento y que hay muchas ganas de invertir. A mí me incentiva ayudar, cotizar, orientar. Todo lo que sea traer tecnología para producir más, para crecer y para exportar, suma para el país.
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