El arte también depende de la logística: desafíos para exportar obras argentinas al mundo

Milo Lockett, artista plástico, reflexiona sobre la conexión entre arte y logística, las dificultades para exportar obras desde Argentina y la necesidad de transformar la forma en que el país piensa su vínculo cultural con el mundo

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Milo Lockett es artista plástico
Milo Lockett es artista plástico (Foto: Movant Connection)

Para Milo, “la logística también es un arte”. En esta ocasión, describe cómo los costos, las regulaciones y los procesos del comercio exterior inciden en la circulación del arte argentino y en la posibilidad de que la creatividad trascienda fronteras.

¿Cómo es la logística de un artista plástico en Argentina?

La logística de un artista plástico es complicada. Ya de por sí, la logística en Argentina es compleja, y para quienes trabajamos con obras físicas, los costos y los tiempos son determinantes. Salir al exterior también supone un gran desafío. No se trata solo del transporte, sino de los trámites, las normas y las reglas que hacen muy difícil mover obras de arte fuera del país.

¿Por qué cuesta tanto exportar arte argentino?

Argentina tiene mucho talento, pero una gran traba en el comercio exterior de arte. Hay muchos conflictos aduaneros que dificultan el desarrollo de una carrera internacional. No es un problema personal, le pasa a la mayoría de los artistas plásticos.

No es que falten artistas ni obras de calidad: el país podría ser un gran polo de exportación cultural. Pero las regulaciones, los procesos burocráticos y la distancia geográfica hacen todo más difícil. No es lo mismo proyectar una carrera desde Buenos Aires que desde París, Nueva York o Ámsterdam. Si además sumás las trabas normativas, el desarrollo de una logística internacional desde Argentina se vuelve casi imposible.

¿Cómo podrían aprovecharse mejor la logística y el comercio exterior para que el arte local llegue más lejos?

Yo creo que Argentina necesita un cambio profundo en su manera de pensar la logística. Tenemos un gran potencial, no solo cultural sino también económico, pero seguimos arrastrando conflictos estructurales.

Hay que modificar las estrategias, buscar nuevos aliados y repensar los vínculos con otros países, especialmente en Latinoamérica. Si logramos hacerlo, el arte argentino podría circular mucho más y ocupar el lugar que merece.

¿Encontrás alguna conexión entre el arte y la logística?

Mucha. La logística también es un arte, y lo vimos muy claro después de la pandemia. Fue uno de los grandes temas que quedaron al descubierto: cómo se conecta el mundo, cómo se transportan alimentos, medicamentos, vacunas o conocimiento.

La logística es esencial para el desarrollo de cualquier actividad humana, incluso el arte. Si no podés mover una obra, si no podés exponerla ni mostrarla, el arte no se comparte. Por eso digo que la logística es, en parte, una forma de hacer arte.

¿Cómo vivís el hecho de que tus obras viajen por distintas ciudades del mundo?

Cada vez que una obra mía llega a otro país, siento que el arte cumple su función: vincular culturas y generar empatía. Cuando viajé a China, por ejemplo, nadie me conocía y, sin embargo, el arte fue la puerta que abrió los encuentros. Me impresionó ver cómo el arte puede conectar personas tan diferentes y transformar la manera en que se miran unas a otras.

¿Te toca trabajar con materiales importados?

No. En mi caso trabajo con materiales industriales y accesibles: cartulinas, pinceles económicos y pintura hidroesmalte sintética al agua. Me gusta porque es versátil y puedo aplicarla en papel, tela, chapa o madera.

También me permite pintar murales en escuelas o trabajar en proyectos sociales sin depender de materiales costosos. Para mí, eso es clave: que el arte pueda hacerse en cualquier parte y con lo que haya a mano.

¿Es necesario tener los mejores materiales para hacer arte?

No, para nada. Siempre les digo a los artistas que recién empiezan que el valor no está en el material, sino en el lenguaje. No hace falta tener la mejor pintura ni el pincel más caro: lo que importa es lo que querés contar con eso. Yo también empecé con poco, usando materiales reciclados o elementos encontrados. Y creo que eso te enseña a darle valor a la idea, a la mirada, a la emoción detrás de la obra.

"En mi caso trabajo con
"En mi caso trabajo con materiales industriales y accesibles", comenta Milo (Foto: Shutterstock)

¿Qué tan conectada está Argentina con Latinoamérica, en términos artísticos?

No lo suficiente para la cercanía que tenemos. A veces estamos más vinculados con países que están a miles de kilómetros y, sin embargo, tenemos grandes centros culturales cerca, como Brasil, Colombia o México, con los que aún no logramos una conexión profunda. Falta construir más puentes culturales en la región.

¿Qué desafíos artísticos te atraen para los próximos años?

Hoy me interesan mucho los proyectos sociales. Creo que el arte es un motor dentro de las culturas, una herramienta de transformación. Cuando un artista llega a una escuela, a un pueblo o a una comunidad del interior con un proyecto artístico, se genera algo distinto: la gente se anima, los chicos se expresan y todo el entorno cambia. El arte tiene ese poder de transformar y educar al mismo tiempo.

¿Es una profesión difícil?

Sí, es una carrera muy difícil. Muchas veces no tiene remuneración ni reconocimiento. Yo mismo tuve momentos en los que pensé en dejar, pero la pasión siempre gana. Ser artista también es ser emprendedor: hay que insistir, reinventarse y aprender a convivir con los fracasos. Porque los fracasos, a veces, te enseñan más que los éxitos.

¿Y cuánto pesan la pasión y el talento en ese recorrido?

Tiene que haber talento, educación y, sobre todo, disciplina. He visto a personas con muchísimo talento fracasar por falta de constancia. El éxito, en cualquier área, se construye con esfuerzo, sacrificio y la capacidad de renunciar a cosas. A veces hay que resignar tiempo, dinero o incluso vínculos para poder avanzar.

¿Cómo impacta la inteligencia artificial en el arte?

La inteligencia artificial va a transformar nuestras vidas, y el arte no va a quedar afuera. Hay artistas que nacieron en lo digital y otros, como yo, que venimos de otra generación. Yo prefiero verlo como una oportunidad: puede cambiar, mejorar o incluso complicar las cosas, pero me gusta pensar que si se usa bien, puede ser una herramienta que potencie la creatividad.

¿Qué lugar ocupa la educación en tu manera de entender el arte?

Para mí, el arte es un derecho universal. Todos tenemos derecho a hacer arte y a mirar arte. No creo en los conflictos dentro del mundo artístico, creo en la empatía y en la educación como camino. Cuando uno educa desde el arte, genera conocimiento. Y el conocimiento nos hace mejores.