
Al referirse a los embarques de cerámicos, Ariel aclara que “el desafío no pasa tanto por la fragilidad, sino por el valor contenido en el contenedor”, ya que el mismo resulta relativamente bajo en relación a los costos del transporte. En esta entrevista, repasa su experiencia en la industria de la construcción, los cambios del contexto y la importancia de la logística como soporte operativo.
¿Qué implica ser jefe de comercio exterior en la industria de la construcción?
Estar a cargo de un área tan importante en este sector implica seguir de cerca la actualidad y adaptarse a los constantes cambios del país. En comercio exterior, las reglas del juego se modifican todo el tiempo. Cuando creés que todo está en orden, aparece algo nuevo que altera los parámetros. Esa dinámica te obliga a desarrollar mucha improvisación y a tomar decisiones rápidas.
Liderar un equipo también suma otra responsabilidad: entender que se convive con errores y que lo esencial es resolverlos. La principal virtud, en este tipo de áreas, es la rapidez para reaccionar ante los imprevistos.
¿Cuáles son las claves para enfrentar esos desafíos sin perder competitividad?
La experiencia y las ganas de aprender del equipo hacen la diferencia. En este rubro, cada semana puede cambiar el panorama. Hoy vivimos un contexto algo más flexible, donde se abrieron ciertas trabas que antes limitaban las operaciones. Pero no se puede confiar en que eso será permanente.
Por eso, la clave está en estar siempre atento, en capacitarse y en mantener la repentización, que es la capacidad de reaccionar sin perder la orientación estratégica.
¿Qué lugar ocupa el comercio exterior dentro de la industria de la construcción?
Es un área transversal, que conecta con casi todos los sectores de una empresa: compras, logística, administración y ventas. A veces no se sabe bien dónde ubicarla, pero en realidad está presente en cada etapa.
El comercio exterior no solo mueve productos, sino que facilita procesos, coordina tiempos y asegura que los materiales o insumos lleguen cuando se necesitan. En un sector donde cada día de demora puede afectar la producción, esa coordinación es fundamental.
¿Cómo es trabajar con productos como los cerámicos?
En este tipo de materiales, el desafío no pasa tanto por la fragilidad, sino por el valor contenido en el contenedor. Un embarque de cerámicos, por ejemplo, rara vez supera los 15.000 dólares, lo que significa que el costo logístico tiene un peso proporcionalmente mayor.
Por eso, es clave ser muy preciso con los costos de camionaje, depósito fiscal y nacionalización. Cada pequeño desvío impacta. En este tipo de importaciones, la eficiencia está en los detalles: cómo se embala, cómo se estiba y cómo se controla cada movimiento hasta destino.

¿Qué aspectos considerás centrales en la relación entre logística y comercio exterior?
Para mí, el foco tiene que estar en el servicio. Hoy el transporte o el flete internacional son commodities: cualquiera puede cotizar un flete o contactar una marítima. Lo que diferencia a una buena gestión es la capacidad de crear valor, de anticiparse a los problemas y de simplificarle el trabajo al cliente interno o externo.
Las empresas de logística y comercio exterior deben dejar de ofrecer solo tarifas: deben ofrecer soluciones. Es ahí donde está el verdadero valor agregado.
¿Qué rol juega el idioma en las operaciones internacionales?
Durante años, el inglés fue una herramienta fundamental de conexión, pero hoy la tecnología cambió las reglas. Con las herramientas de traducción y la comunicación digital, el idioma ya no es una barrera.
De todos modos, aprender idiomas sigue siendo valioso. Amplía la mirada, permite entender otras culturas y mejora la forma de comunicarte. Pero en términos de negocios internacionales, la tendencia muestra que la barrera idiomática se está reduciendo cada vez más.
¿Qué te motiva a seguir trabajando en este sector?
Principalmente, el dinamismo. No hay dos días iguales. Cada operación es distinta y cada contexto te obliga a repensar la estrategia. Además, me gusta que el comercio exterior combine análisis, coordinación y resolución.
Es un área donde aprendés todo el tiempo y donde los resultados son tangibles. Ver una operación llegar a destino sin inconvenientes, después de tanta gestión, genera una satisfacción enorme.
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