
“Argentina tiene un gran potencial porque la producción agrícola es contracíclica, sustentable y de gran calidad”, destaca Ernesto sobre la producción local de aceitunas, y brinda una mirada integral que combina producción, logística y comercio exterior bajo un enfoque de sustentabilidad.
¿Cómo ves la demanda internacional de aceitunas y aceite de oliva?
La demanda internacional sigue creciendo, sustentada principalmente por la dieta mediterránea y la búsqueda de alimentos saludables. Hoy ese potencial está muy presente en los jóvenes, que buscan nuevas acciones y vínculos con lo que consumen.
¿Cuál es el rol de Argentina como jugador en este mercado y sus desafíos logísticos?
Argentina tiene un gran potencial porque la producción agrícola es contracíclica, sustentable y de gran calidad. Eso permite compensar la demanda internacional en los intercambios.
La logística es compleja. El corredor productivo abarca Catamarca, La Rioja, San Juan y llega hasta Mendoza. Esto ya implica un desafío multimodal, sustentado en transporte terrestre y marítimo.
Al mismo tiempo, depende de cómo se comercialice el producto. Puede venderse a granel o envasado, y cada uno requiere un tipo de carga especial. En el caso del aceite a granel, se necesitan infraestructuras como “flexitanks” o unidades de consolidación más pequeñas. Todo eso se contempla en el desarrollo logístico.
¿Qué tendencias de consumo impactan en la exportación?
Las generaciones jóvenes buscan productos más saludables, sustentables y prácticos. Por ejemplo, los snacks se consumen de forma inmediata, y eso genera nuevos desafíos para la industria.

¿Qué rol juegan los certificados de calidad en la seguridad alimentaria?
Hoy son la llave para cualquier contacto internacional. No solo son un requisito, son la base de cualquier exportación. Dan confianza al consumidor respecto a los procesos de control y, sobre todo, a la seguridad alimentaria.
Si pensamos en mercados como Brasil, ¿qué desafíos se presentan en materia de exportación?
Al ser un producto agrícola, el gran desafío es la movilidad de volúmenes. Brasil es uno de los principales compradores de aceituna y aceite de oliva, con traslados mayormente terrestres. El reto está en hacerlo cuidando la huella de carbono, el estado de las rutas y apostando a una logística inteligente.
¿Cómo es el proceso desde el vivero hasta que la aceituna llega a la mesa, y qué cuidados requiere en esos primeros años?
Es un proceso largo. La industria tiene una integración vertical, desde el vivero hasta la mesa del consumidor. Una plantación de olivo empieza a dar frutos útiles recién a partir del cuarto o quinto año. Desde ahí, se inicia el proceso productivo. Luego, la fermentación de la aceituna tarda entre 60 y 90 días para que esté en condiciones de ser consumida.
Desde que se planta un esqueje hasta que el árbol enraíza y crece, se requiere un seguimiento constante. Hay cuidados de fertilización, riego y observación agronómica. Los suelos son áridos, las lluvias mínimas y todo depende del riego. El ingeniero agrónomo lleva una especie de “historia clínica” de cada planta.
¿Qué lugar ocupa la sustentabilidad en la gestión del comercio exterior y en el uso de subproductos como la aceituna?
El enfoque sustentable integra tres pilares. Primero, la producción responsable, con cuidado del medio ambiente y de recursos como agua y energía.
Segundo, la logística inteligente, que busca reducir la huella de carbono, optimizar rutas y cargas, y garantizar un transporte eficiente.
Tercero, la sostenibilidad social, que abarca la relación con proveedores, clientes y comunidades locales. Esa base social es fundamental para desarrollar infraestructura y generar empleo.
Además, la aceituna tiene posibilidades de reutilización. Puede usarse como biocombustible a través de digestores, generando energía. Esto la convierte en un producto 100% sustentable. Esa característica sirve como base para certificaciones internacionales, que hoy exigen trazabilidad y sustentabilidad en toda la cadena.
¿Qué reflexión te gustaría dejar sobre logística y comercio exterior?
Logística y comercio exterior van de la mano. Sin infraestructura logística que sustente el movimiento de bienes, el comercio no puede existir, aunque haya demanda. Son dos aspectos inseparables.
En lo personal, ¿cuál es tu rol en este proceso hasta que la aceituna llega a la pizza o el aceite a la ensalada?
Mi rol es cuidar la cadena de valor de principio a fin. Estar atento a ferias y tendencias de consumo, tomar nota de los cambios y anticipar los desafíos. Todo para que, finalmente, el producto llegue a la mesa del consumidor en las mejores condiciones.
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