Paciencia y flexibilidad: bases para sostener operaciones internacionales en la industria gráfica

Pablo García, responsable de comercio exterior para la industria gráfica, explica cómo la importación de insumos, la adaptación tecnológica y las trabas normativas definen la competitividad en el sector

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Pablo García es responsable de
Pablo García es responsable de comercio exterior para la industria gráfica (Foto: Movant Connection)

“Uno siempre está pensando cómo mejorar”, comenta Pablo. En esta entrevista, comparte su visión sobre la producción gráfica, la logística y el comercio exterior, destacando la necesidad de innovar procesos, adaptarse a las normas cambiantes y trabajar en equipo para crecer.

¿Qué particularidades presenta el comercio exterior en este rubro?

La participación del comercio exterior en el rubro gráfico es fundamental. Es una industria muy amplia, con diferentes sistemas de impresión y muchísimas gráficas. En Argentina, antes abarcaba sobre todo lo vinculado al papel, pero eso fue cambiando hacia otros sistemas. Hoy, por ejemplo, existe el offset flexográfico, que da muchísima amplitud y versatilidad.

Además, hay algo clave: la adecuación a las innovaciones de los productos. Cada producto va cambiando en marca, color, dimensión, y la gráfica se adapta a eso. El comercio exterior tiene un rol enorme porque hay insumos que en Argentina no se producen y hay que traerlos de distintas partes del mundo.

Nuestro trabajo es justamente eso: importar materias primas, inspirarnos en diseños de afuera, decidir qué traer y con qué hacerlo. Eso implica coordinar con distintos actores de la empresa y visualizar las mejores alternativas.

¿Cuáles son los principales mercados de referencia para este sector?

En insumos, los mercados fuertes son Estados Unidos y Europa, aunque hoy China es un jugador inmenso, un mundo paralelo, como yo digo. Ellos copian mucho de lo que hicieron Europa o Estados Unidos y lo ofrecen a la mitad de precio. Eso los hace muy competitivos.

Estados Unidos tiene un ecosistema que te permite conseguir cualquier insumo. Y si no lo tiene una empresa, lo consigue. Europa sigue siendo referente por su tecnología, especialmente países como Italia, Alemania o Dinamarca. Aunque los costos son más altos, hay empresas históricas que no tienen competencia y que se van a mantener siempre.

En los últimos años también creció Brasil. Muchas compañías europeas se instalaron allí y abastecen a Argentina con una logística mucho más cercana, lo que acorta plazos. Otro país que está emergiendo es India, con materia prima interesante, mano de obra barata y precios que ayudan a que Argentina pueda ser más competitiva.

¿Qué aspectos del régimen bancario son más críticos para asegurar la trazabilidad financiera en las operaciones de importación?

En Argentina el régimen bancario es clave. Podés tener todo acordado y de repente sale una comunicación del Banco Central que cambia las reglas. Entonces hay que analizar ese “gris” con todos los actores: despachante de aduana, banco y empresa.

Nosotros planteamos: “tengo que pagar de esta manera, ¿se puede?”. Y empieza un ida y vuelta hasta llegar a una solución, salvo cuando hay bloqueo total. Hoy, comercio exterior define cómo se paga. Antes el área de compras decidía cómo hacerlo; ahora somos nosotros los que le decimos a compras de qué manera se puede pagar. Eso es un cambio enorme.

¿Qué flexibilidad operativa se necesita para adaptarse a esas condiciones cambiantes?

Mucha. Todo el tiempo analizamos procesos, comunicaciones y normativas. Ha habido momentos con cambios diarios del Banco Central. Algunos daban más flexibilidad, otros la quitaban. Ya vivimos esto antes: hubo épocas con total libertad de pagos y luego restricciones de un día para otro.

Después se flexibilizó, volvió a restringirse, y hoy está otra vez mutando. Lo importante es que, con todas esas trabas, al menos se pueda trabajar. Que se pueda importar o exportar, aunque haya que contemplar muchas condiciones.

¿Cómo coordinás con otras áreas para asegurar pagos y cobros internacionales?

En comercio exterior tenés relación con casi todas las áreas de la empresa. Informamos a Finanzas los gastos previstos para que manejen el cashflow, más aún con las variaciones del tipo de cambio. Con Logística estamos en contacto por ingresos y egresos de mercadería.

Con Administración trabajamos en la documentación, que sigue siendo en gran parte física. También nos vinculamos con Comercial, que consulta cómo estamos antes de negociar con algún país. Así que tenemos contacto con todos, siempre un poco con cada uno.

¿Qué habilidades son clave para gestionar comercio exterior en contextos exigentes y con regulaciones complejas?

La primera es paciencia. Si no, no se puede avanzar. Vienen con un pedido urgente y uno tiene que decir: “dejame verlo, analizo y te digo cómo hacerlo”. Después, la comunicación clara es esencial. Los cambios son tan frecuentes que lo que valía hace un mes ya no es igual. Y no quiere decir que no vuelva a cambiar el mes que viene, para mejor o peor.

Personalmente, me apasiona el comercio exterior. Nunca le perdí el gusto. Es una disciplina dinámica, con mucho contacto con la gente. No es solo viajar, sino todo lo que implica en procesos y vínculos. Eso me motiva siempre a seguir aprendiendo.

En esta industria, según Pablo,
En esta industria, según Pablo, "el comercio exterior tiene un rol enorme porque hay insumos que en Argentina no se producen y hay que traerlos de distintas partes del mundo" (Foto: Shutterstock)

¿Y cómo ves la parte logística, tanto a nivel internacional como nacional?

La logística hoy está en un contexto complejo. Los costos varían mucho, por petróleo, insumos, guerras o factores externos, y eso impacta directamente. En el plano nacional, el déficit de infraestructura es enorme. Cuando llega la mercadería, trasladarla a provincias es un problema: rutas en mal estado, falta de transporte, poca iluminación. A veces un trayecto que debería tomar seis horas demora doce o más. Y eso condiciona todo. Hay caminos nuevos que a futuro van a ser muy buenos, pero hoy perjudican.

¿Dónde ponés tu constancia en este trabajo?

En el día a día. Todo el tiempo estoy revisando cómo mejorar los procesos. Muchas veces choco con la costumbre de “siempre se hizo así”. Yo propongo hacerlo distinto si me beneficia en carga horaria y a la empresa en costos. Y lo presento a mis jefes. Uno siempre está pensando cómo mejorar. Incluso en mi vida personal lo aplico. Ser padre también es un trabajo enorme, y hago la misma ecuación de cómo optimizar y mejorar todo.

¿Qué mensaje final te gustaría dejar?

Que la gente dimensione lo que implica el comercio exterior. No es solo logística o bancos, sino mucha gente trabajando en conjunto: despachantes, administrativos, portuarios. Y un mensaje que me gusta dar: que las empresas den oportunidades a los jóvenes. Que puedan formarse como juniors, aprender en la práctica, hacer pasantías.

A mí me tocó estudiar y trabajar al mismo tiempo, y eso me dio una base que me ayudó muchísimo. Argentina necesita crecer, pero también que se fomente la formación práctica en las empresas. Eso abre un camino de desarrollo enorme.