
Javairo Dilrosun se ha convertido en uno de los casos más incómodos para el Club América en el actual torneo Apertura 2025.
El extremo neerlandés, que llegó con credenciales europeas y experiencia en Champions League, no logró consolidarse en el equipo dirigido por André Jardine y hoy representa una carga económica y deportiva para la institución azulcrema.
Tras tres torneos con las Águilas, en los que apenas sumó dos goles y seis asistencias, Dilrosun fue descartado por el cuerpo técnico para esta campaña.
La directiva intentó colocar al jugador en otro club, y en ese intento lo cedió por un mes al LAFC de la MLS. La operación buscaba que el futbolista mostrara su calidad y se quedara en Estados Unidos, pero el préstamo no prosperó.
El atacante regresó a Coapa sin haber convencido al equipo angelino, y sin opciones viables en el mercado nacional o internacional.

Ante la falta de plazas disponibles para extranjeros en el primer equipo, América decidió inscribirlo en la categoría Sub-21 como medida provisional. Sin embargo, de acuerdo con el portal oficial de la Liga MX, Dilrosun no ha disputado un solo minuto en dicha categoría.
Aunque entrena con los juveniles, no ha sido considerado para participar en los partidos, lo que confirma su marginación total del proyecto deportivo.
La situación se agrava por el impacto financiero que representa mantenerlo en la plantilla. Según reportes de Capology, el salario anual de Javairo Dilrosun ronda los 1.4 millones de dólares, equivalentes a aproximadamente 26 millones de pesos mexicanos.
Esta cifra lo coloca entre los sueldos más altos del club, a pesar de no tener actividad ni en el primer equipo ni en las fuerzas básicas.

Su valor de mercado también ha sufrido una caída significativa: pasó de 8 millones de dólares a apenas 3 en poco más de un año.
La directiva continúa en la búsqueda de un nuevo destino para el jugador, pero el elevado salario y la falta de rendimiento complican cualquier negociación.
Mientras tanto, Dilrosun permanece en Coapa, entrenando sin competir, y cobrando como si fuera una figura del plantel. Su caso se ha convertido en un ejemplo de mala gestión de fichajes y de los riesgos que implica apostar por jugadores con cartel internacional sin una evaluación profunda de su adaptación al entorno local.
El Club América enfrenta así un dilema que mezcla lo deportivo con lo económico, y que podría prolongarse hasta el próximo mercado de invierno, cuando se reabran las posibilidades de transferencia. Hasta entonces, el neerlandés seguirá siendo un jugador fantasma en la nómina azulcrema.