
En plena temporada decembrina, cuando las cocinas se llenan de preparaciones tradicionales, un postre comienza a destacar por su originalidad y su carácter profundamente festivo: el helado de flor de nochebuena.
Esta receta, que fusiona un símbolo icónico de la Navidad mexicana con un fruto ampliamente asociado con las celebraciones invernales, ofrece una alternativa refrescante para quienes buscan innovar sin perder el vínculo con la tradición.
La flor de nochebuena no solo adorna hogares y espacios públicos durante diciembre; sus brácteas, tratados de forma adecuada, pueden emplearse en infusiones y preparaciones gastronómicas que aportan color, delicadeza y un sabor suave ligeramente herbal.

Su combinación con arándanos crea un contraste equilibrado entre frescura, acidez y matices florales, lo que resulta ideal para cerrar cenas navideñas abundantes o acompañar reuniones familiares de temporada.
Ingredientes
- 1 taza de hojas de flor de nochebuena lavados y sin partes verdes
- 2 tazas de leche entera
- 1 taza de crema para batir
- 1 lata de leche condensada
- 1 cucharadita de extracto de vainilla
- 1 taza de arándanos frescos o congelados
- 3 cucharadas de azúcar
- 1 raja de canela
- Ralladura de naranja (opcional)
La preparación inicia con la infusión de la nochebuena. En una cacerola se colocan los pétalos, la leche y la canela, calentando a fuego medio sin permitir que hierva. El objetivo es que la leche absorba el color y el aroma floral, lo cual ocurre tras unos 10 a 12 minutos de cocción suave. Una vez lista, la mezcla se cuela para retirar los pétalos y la canela, obteniendo una base ligeramente rosada y aromática.

Mientras la infusión reposa, se preparan los arándanos. En un sartén pequeño se colocan los frutos junto con el azúcar y una cucharada de agua. Conforme se calientan, los arándanos liberan sus jugos, formando una compota espesa. Para un toque más brillante y aromático, se recomienda añadir ralladura de naranja durante este proceso. Después de unos minutos, la mezcla se retira del fuego y se deja enfriar.
En un tazón amplio se combina la leche infusionada con la crema para batir, la leche condensada y la vainilla. Tras integrar bien los ingredientes, la preparación se vierte en un refractario apto para congelación. Luego se agregan los arándanos, ya sea formando vetas decorativas o mezclándolos completamente para un color más uniforme.
El recipiente se coloca en el congelador durante cuatro a seis horas, removiendo la mezcla cada hora con un tenedor para evitar la formación de cristales gigantes y lograr una textura cremosa.
El resultado es un helado suave, con tonos rosados que evocan inmediatamente la estética navideña, y un sabor que combina lo floral, lo especiado y lo frutal. Servido en copas individuales, decorado con arándanos enteros o pétalos comestibles, este postre ofrece una reinterpretación contemporánea de la Navidad mexicana, ideal para sorprender a familiares y amigos durante las celebraciones.


