
Lejos de ser un grupo desorganizado, los cárteles mexicanos operan bajo una estructura jerárquica bien definida que combina disciplina militar, control territorial y redes de inteligencia local.
Desde los llamados halcones hasta los patrones, cada nivel cumple con una función específica que garantiza la permanencia y expansión de las organizaciones criminales.
De acuerdo con Jorge Rojas, comunicólogo experimentado en narco y seguridad a nivel nacional e internacional, las estructuras del crimen están organizadas de manera piramidal que permite que los grupos delictivos mantengan operaciones simultáneas en distintos estados, incluso cuando sus líderes son capturados o asesinados.
Los ojos y oídos del narco
En la base de la pirámide se encuentran los halcones, encargados de vigilar las calles, carreteras y zonas urbanas. Su tarea principal es reportar los movimientos de las autoridades o grupos rivales, convirtiéndose en la red de inteligencia más amplia y económica del crimen organizado.

Pueden ser taxistas, vendedores ambulantes, jóvenes o incluso ancianos, conectados entre sí mediante radios portátiles y aplicaciones encriptadas.
Por encima de ellos operan los punteros, una versión táctica del halcón. Se ubican en puntos estratégicos como cerros, brechas o entradas a territorios en disputa, donde permanecen durante días o semanas. A diferencia de los halcones, suelen estar armados y pueden responder con fuego su son descubiertos.
Cabe señalar que las postas son puntos de vigilancia fijos (como casetas improvisadas o casas seguras) que sirven para coordinar alertas o monitorear accesos.
La fuerza armada
Los sicarios son el brazo armado de los cárteles. Ejecutan las órdenes directas que van desde proteger a los líderes hasta realizar emboscadas y asesinatos.

En algunos grupos, los equipos móviles de sicarios se conocen como estacas, integradas por dos a cuatro hombres que se desplazan constantemente.
Por su parte, el término gente del cerro o gente de la sierra, se usa para describir a los sicarios rurales, especialmente en estados montañosos como Sinaloa, Michoacán o Guerrero.
Finalmente se encuentran los zancudos, estos son la versión más joven y vulnerable del sicario: adolescentes o menores de edad reclutados para misiones de riesgo o vigilancia armada.
Los mandos medios y superiores
Cada territorio o plaza (que puede abarcar desde una ciudad hasta una región entra), está controlado por un jefe de plaza o comandante, quien administra las operaciones locales: cobro de piso, tráfico de drogas, ejecuciones y defensa del territorio.

Por encima de ellos están los señores, patrones o “dones”, los mandos regionales o nacionales que dirigen la estrategia general del cártel, controlan las alianzas y defienden los movimientos financieros.
Por su parte, los escoltas se encargan de la protección personal de estos mandos. Aunque el término es común en el ámbito civil, dentro del crimen organizado representa un rol de confianza que requiere lealtad absoluta.
Producción y logística
En el ámbito de la producción, los cocineros y los químicos son esenciales.

Los primeros operan en laboratorios clandestinos y se encargan de “cocinar” metanfetaminas o fentanilo, especialmente para grupos como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Los químicos, por su parte, cuentan con conocimientos técnicos o formación académica, lo que les permite optimizar procesos y aumentar la pureza de las drogas.
El producto es trasladado por los troqueros o cargadores, quienes transportan los precursores o la droga terminada. En los laboratorios, los jaladores mueven barriles o sacos de droga durante la producción.
Nuevos roles en la era tecnológica
La evolución tecnológica también transformó la estructura criminal.

Este grupo es el más reciente dentro de las células criminales. Los droneros u operadores de drones (figura surgida dentro del CJNG), manejan aeronaves con cámaras o explosivos improvisados. Estos operadores son clave en tareas de reconocimiento, vigilancia y ataques a distancia, y su presencia se extendió a otros cárteles.
Finalmente, uno de los cargos importantes dentro de las estructuras criminales, son los broker, un intermediario que actúa entre los clientes (cárteles mexicanos) y empresas (por lo regular financieras o farmacéuticas que distribuyen químicos para la creación de drogas). Ellos se encargan de las finanzas y de los negocios a nivel nacional e internacional.
En los últimos años, las autoridades detectaron que esta jerarquía se replica incluso en células locales o independientes, lo que dificulta la erradicación del crimen organizado en México.


