
Secarse las manos con un aparato de aire caliente puede parecer una alternativa moderna y ecológica al uso de toallas de papel. Sin embargo, estudios revelan que estos dispositivos podrían no ser tan higiénicos como se piensa.
Investigaciones publicadas en revistas especializadas como Journal of Applied Microbiology y Hygiene and Environmental Health Advances han demostrado que los secadores eléctricos pueden dispersar bacterias y virus presentes en el ambiente, depositándolos de nuevo en las manos recién lavadas.
Estos aparatos funcionan succionando aire del entorno para expulsarlo a gran velocidad. El problema es que el aire de los baños públicos suele estar cargado de microorganismos, por lo que, al secarse las manos, el usuario podría estar expuesto a una nube de partículas contaminadas.
En algunos casos, se ha comprobado que las bacterias pueden viajar varios metros desde el secador, aumentando el riesgo de contaminación cruzada.

Toallas de papel: la opción más higiénica
De acuerdo con los expertos, las toallas de papel desechables siguen siendo la forma más higiénica y rápida de eliminar la humedad de las manos. Además de secar eficazmente, las fibras del papel ayudan a arrastrar restos de microorganismos que el lavado no logró eliminar.
Un informe de una universidad en Londres comparó diferentes métodos de secado y concluyó que los secadores de aire, especialmente los de chorro, pueden incrementar hasta 10 veces la cantidad de bacterias en las manos, mientras que las toallas de papel reducen significativamente su número.
Los especialistas también advierten que la humedad residual en las manos favorece la transferencia de bacterias a otras superficies. Por ello, secarlas completamente con un método eficaz es un paso crucial en la higiene personal.
¿Qué opción elegir en casa y en lugares públicos?
En el hogar, si el ambiente se mantiene limpio, el uso de un secador no representa un riesgo importante, aunque lo ideal es utilizar una toalla personal limpia y lavarla con frecuencia.

En cambio, en espacios públicos —donde el flujo de personas es alto y la ventilación puede ser limitada—, las toallas de papel resultan más seguras y efectivas.
Los especialistas recomiendan además reforzar el lavado de manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos y evitar tocar superficies innecesarias después de limpiarlas.
Aunque los secadores eléctricos aportan beneficios ambientales al reducir el consumo de papel, su uso implica un dilema entre ecología e higiene. Si bien no deben descartarse completamente, los estudios sugieren que su utilización en baños públicos podría incrementar la exposición a bacterias.


