
El alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo Rodríguez, fue asesinado la noche del sábado durante la inauguración del Festival de Velas, una de las tradiciones más emblemáticas del municipio.
El ataque se registró alrededor de las 20:00 horas en el Centro Histórico, mientras el edil convivía con su familia y los asistentes al evento.
Según informó la Fiscalía General del Estado de Michoacán, Manzo recibió al menos tres disparos por la espalda mientras caminaba por la plaza principal con su hijo en brazos.
Testigos afirmaron que el funcionario observaba las decoraciones y conversaba con habitantes cuando los agresores lo sorprendieron, provocando pánico entre los presentes.
En uno de los últimos instantes visibles, el alcalde dirigió a su hijo las palabras: “Mira, papi, la Catrina”, justo antes del ataque.
El edil fue trasladado de urgencia al Hospital Fray Juan de San Miguel, ubicado sobre el libramiento Lázaro Cárdenas, acompañado por elementos de seguridad y paramédicos.
Durante aproximadamente 40 minutos el personal médico intentó reanimarlo; sin embargo, falleció a las 20:50 horas debido a la gravedad de sus heridas.
Manzo solicitó apoyo antes de su ataque
Llegó al cargo como presidente municipal mediante una candidatura independiente y se había distinguido por su postura crítica frente a la inseguridad en Michoacán.

En los meses previos al ataque había denunciado públicamente amenazas dirigidas contra él y su gobierno, y solicitó apoyo de la Guardia Nacional de México ante la presencia del crimen organizado en la región.
En septiembre había declarado: “Tengo mucho miedo, pero tengo que acompañarlo de valentía. No nos queda de otra. Está en nuestra vida, está en riesgo la vida de nuestro gobierno y la de nuestros ciudadanos… No quiero ser un presidente municipal más de la lista de los ejecutados.”
Minutos antes del atentado, había sido captado en transmisión en vivo cargando a su pequeño hijo y mostrando una monumental figura de la Catrina instalada para el festival. Lo que se proyectaba como una noche de celebración se transformó en una escena de horror en plena plaza.

La reacción de la ciudadanía de Uruapan fue inmediata. En el lugar del crimen los habitantes encendieron veladoras formando una cruz y escribieron el nombre del alcalde sobre las manchas de sangre que aún permanecían en el suelo.
Desde la madrugada del domingo se convocaron movilizaciones en la región y en la capital del estado, exigiendo justicia y el esclarecimiento del suceso. En señal de duelo, las autoridades suspendieron las actividades culturales previstas —entre ellas la IV Feria del Atole— y la plaza principal permanece acordonada bajo un fuerte dispositivo de seguridad de los tres niveles de gobierno.
El homicidio de Carlos Manzo simboliza una tendencia alarmante: más de 150 alcaldes, exalcaldes y candidatos a estos cargos han sido asesinados en los últimos quince años en México.


