¿Sufres de mal aliento? estas pueden ser las razones

Entre el 30 y el 50 por ciento de las personas experimentan halitosis en algún momento

Guardar
La principal causa de la
La principal causa de la halitosis es la actividad de bacterias en la cavidad oral que descomponen restos de alimentos. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La halitosis, conocida comúnmente como mal aliento, es un problema frecuente que afecta a un porcentaje significativo de la población. Según información recopilada por UNAM Global a través de Ciencia UNAM, entre el 30 y el 50 % de las personas pueden experimentar mal aliento en algún momento de sus vidas.

El mal aliento tiene diferentes causas y no se limita a un solo grupo demográfico, aunque se presenta con mayor prevalencia en mujeres, adultos mayores y quienes padecen enfermedades crónicas como la diabetes o problemas renales y hepáticos.

A nivel médico, la halitosis se define como la presencia de un olor desagradable en la boca. La comunidad académica especializada, como el Departamento de Patología Bucal de la Facultad de Odontología de la UNAM, ha destacado que existen múltiples factores que pueden provocarla. Una de las causas principales radica en la actividad de las bacterias en la cavidad oral. Estos microorganismos transforman los restos de alimentos que permanecen en dientes, encías, lengua y otras superficies, generando compuestos de azufre responsables del mal olor.

Existen diferentes tipos de halitosis,
Existen diferentes tipos de halitosis, como la genuina, la fisiológica y la patológica, según su origen y características. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La mayoría de los casos están asociados a una higiene bucal insuficiente. Los residuos alimenticios, cuando no se eliminan con una adecuada limpieza, favorecen la proliferación de bacterias que forman una población numerosa en la boca. Esta situación no solo genera mal aliento sino que también propicia el desarrollo de enfermedades bucales como la gingivitis, la periodontitis y la caries. Por esa razón, las visitas regulares al dentista y la rutina de aseo son prácticas recomendadas para prevenir este problema.

Además, la halitosis no es un trastorno homogéneo; existen distintas variantes que ayudan a explicar por qué se manifiesta el mal aliento. La halitosis genuina es el término utilizado para describir los casos en los que la intensidad del olor es objetivamente inaceptable. Esta condición puede tener origen fisiológico o patológico, dependiendo de si está relacionada con el funcionamiento normal del organismo o con una enfermedad.

Dentro de las formas fisiológicas, el mal aliento matutino ocupa un lugar destacado. Esta situación, llamada halitosis fisiológica, ocurre especialmente después de varias horas de sueño, cuando la producción de saliva disminuye. Al no producirse durante la noche, permite que se descompongan restos de comida y se genere el olor característico del despertar. Además, el consumo de alimentos azucarados antes de dormir o el hábito de fumar pueden agravar este tipo de halitosis.

Una higiene bucal insuficiente favorece
Una higiene bucal insuficiente favorece la proliferación de bacterias y aumenta el riesgo de mal aliento y enfermedades bucales. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En otros casos, la halitosis se relaciona con enfermedades. Es lo que se conoce como halitosis patológica, cuando el mal aliento se vincula directamente a enfermedades que afectan no solo la boca, sino también otros órganos o sistemas del cuerpo.

Por otro lado, hay personas que creen tener mal aliento sin que esto sea perceptible para quienes las rodean. Esta situación se denomina pseudohalitosis, y en ella la autopercepción no coincide con la realidad clínica. Una variante aún más compleja es la halitofobia, un trastorno de tipo psicosomático donde la convicción de tener mal aliento persiste incluso frente a la evidencia contraria y puede afectar la vida cotidiana del individuo.

El abordaje de la halitosis exige un enfoque integral. Las recomendaciones generales insisten en la importancia de mantener una buena higiene oral, que incluya el cepillado frecuente, el uso de hilo dental y enjuagues, así como la atención profesional periódica.