Descubren ciudad prehispánica que permanecía oculta en Guerrero

La cancha de juego de pelota y estructuras ceremoniales destacan en el hallazgo arqueológico

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El hallazgo cuenta con el
El hallazgo cuenta con el respaldo de autoridades locales y el Plan de Justicia Amuzga. FOTO: INAH

La reciente inspección arqueológica realizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la comunidad de El Carmen, municipio de Xochistlahuaca, ha dejado al descubierto un hallazgo que podría cambiar la comprensión de la historia prehispánica en la Costa Chica de Guerrero.

Paso Temprano o Corral de Piedra, como es conocido el sitio, se caracteriza por su extraordinario grado de conservación a pesar de sus 1.200 años de antigüedad.

Según el arqueólogo Miguel Pérez Negrete, del Centro INAH Guerrero, las poblaciones locales, mayoritariamente nahuas, ya conocían de la existencia de estos vestigios, refiriéndose al lugar como Ciudad Antigua o Corral de Piedra.

Sin embargo, los análisis preliminares sugieren que la ocupación final del área se asocia tanto a los amuzgos como a los mixtecos, aunque nuevos estudios serán necesarios para determinar con precisión quiénes habitaron Paso Temprano y contra quiénes se defendían.

La técnica de paramento mixteco
La técnica de paramento mixteco y la muralla defensiva evidencian la complejidad del sitio. FOTO: INAH

Los trabajos del INAH, realizados por el propio Pérez Negrete y su colega Cuauhtémoc Reyes Álvarez, han permitido confirmar que este asentamiento pertenece al periodo Epiclásico (650 a 950 d.C.).

El contexto arquitectónico de Paso Temprano resalta por el uso de una técnica conocida como “paramento mixteco”, que emplea bloques parados intercalados con lajas pequeñas, un método similar al de la Zona Arqueológica de Tehuacalco.

El área registrada alcanza más de 1,2 kilómetros de longitud, con evidencia de una sociedad estratificada: las residencias más sencillas se ubicaban a menor altura, mientras que las zonas palaciegas ocupaban los puntos elevados y mejor protegidos.

El ascenso es difícil por la altura de los cerros donde se halla el sitio pero, conforme uno se adentra en él, puede reconocer diferentes sectores”, indicó Pérez Negrete al equipo del INAH.

El descubrimiento abre nuevas líneas
El descubrimiento abre nuevas líneas de investigación sobre la ocupación y defensa en Guerrero. FOTO: INAH

Según su relato, se distinguen unidades arquitectónicas aisladas en la base, dos áreas residenciales conocidas como Pueblo Viejo con restos de habitaciones y pasillos, y, en la cima, un sector defensivo delimitado por una muralla.

Dentro del sector ceremonial destaca una cancha de juego de pelota de 49 metros de largo por 8 metros de ancho, con cabezales formados por promontorios naturales parcialmente reforzados con piedra. En el extremo oriente, los arqueólogos hallaron un cuarto de 4,5 por 11 metros, una estela lisa que probablemente funcionaba como altar, y múltiples estructuras secundarias.

El estado casi intacto de las construcciones permite a los especialistas imaginar su función y disposición durante los siglos de ocupación. “Es como si no hubieran pasado siglos o ya hubiese sido explorado. Se puede observar cómo eran las viviendas, los pasillos y la distribución de los espacios”, recalcó Pérez Negrete para el boletín del INAH, al tiempo que advirtió sobre la importancia de desarrollar estrategias de conservación adecuadas para proteger este patrimonio.

El registro forma parte de los esfuerzos impulsados por la Mesa de Trabajo “Cultura e identidad” dentro del Plan de Justicia y Desarrollo de la Nación Amuzga, iniciativa de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México que, a través del INAH, fortalece la atención sobre una región históricamente poco documentada por la arqueología nacional. Los trabajos han contado con el respaldo de autoridades locales, entre ellas el Comisario Municipal de El Carmen, Noé Salazar Maceda, y representantes comunitarios como Cecilio Antonio Nieves, director del Museo Comunitario de Xochistlahuaca.

El potencial de Paso Temprano para convertirse en la referencia de una cultura arqueológica local entre el Epiclásico y el Posclásico Temprano representa un reto y una oportunidad para la investigación mexicana, en una zona donde, pese a recorridos realizados desde los años 60, el registro sistemático apenas comienza a consolidarse.