
El tomate es un alimento bajo en calorías y rico en nutrientes esenciales. Su consumo frecuente se asocia a dietas saludables debido a su alto contenido de fibra, vitamina C, potasio y antioxidantes.
En especial, el zumo de tomate, bebida obtenida de tomates frescos, es reconocido por su bajo contenido calórico y alta concentración de vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes. Usualmente, se utiliza para apoyar la salud cardiovascular y controlar los niveles de colesterol.
Una investigación publicada en la revista Food Science & Nutrition, demostró que el consumo de zumo de tomate sin sal estaba relacionado con la reducción de la presión arterial y del colesterol en adultos con riesgo de enfermedad cardiovascular.

El estudio contempló la medición de la presión arterial, el perfil lipídico en suero y la tolerancia a la glucosa antes y después del periodo de intervención. Los participantes, 184 hombres y 297 mujeres, recibieron la indicación de consumir la cantidad de zumo de tomate sin sal que desearan a lo largo de doce meses.
Al concluir, se observó una disminución significativa en la presión arterial de los 94 individuos con prehipertensión o hipertensión no tratados.
Así se prepara un jugo de tomate sin sal que ayuda a regular la presión arterial
El jugo de tomate sin sal es una bebida refrescante, versátil y sumamente saludable, ideal tanto para acompañar las comidas como para disfrutar solo, especialmente en los días de calor.

Su preparación en casa es sencilla y rápida. El procedimiento comienza seleccionando tomates maduros y frescos, que aseguren un sabor natural y jugoso. Posteriormente, se procesan para obtener un líquido suave, que puede ser colado para lograr una textura más fina.
En caso de desear potenciar el sabor, se pueden sumar unas gotas de jugo de limón, un toque de pimienta negra recién molida o hierbas frescas como albahaca o perejil, pero también se puede dejar puro para aprovechar al máximo el dulzor y acidez del tomate.
Además, en caso de que la preparación no se haya terminado en un solo día, se puede conservar en refrigeración hasta 2 días, preferentemente en un recipiente de vidrio bien tapado, pero se recomienda consumirlo lo antes posible para disfrutarlo fresco.

Debido a la accesibilidad y disponibilidad del zumo de tomate, investigadores de la Universidad Médica de Tokio lo proponen como una alternativa nutricional viable para la prevención de enfermedades cardiovasculares en personas con factores de riesgo.