
Ha pasado más de un año de la captura de Ismael El Mayo Zambada García, uno de los líderes fundadores del Cártel de Sinaloa; al igual que el inicio de una sanguinaria narcoguerra entre las facciones del grupo criminal denominados Los Chapitos, liderados por Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, en contra de Los Mayos, dirigidos por Ismael Zambada Sicairos, alias Mayito Flaco e hijo de El Mayo Zambada.
Tras los hechos, los avances de seguridad presentados por la administración actual ante un enfrentamiento armado en diferentes Estados de México recuerda la ocasión cuando Ismael Zambada García, confesó que el narcotráfico está en la misma sociedad al igual que la corrupción, interpretando que el gobierno llegó tarde a una lucha contra el narcotráfico y la corrupción donde las acciones no cambiarán al sistema criminal.
El capo ejemplificó:
“Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió.
“El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí. El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción“, detalló el capo en 2010 para el periodista Julio Scherer García.

Estas declaraciones incursionan no solo en la mentalidad de uno de los principales líderes criminales del siglo XXI, sino también en los elementos estructurales que permiten la supervivencia del narcotráfico en México.
Guerra contra el narcotráfico: más de 20 años de violencia
Asimismo en al entrevista, Ismael Zambada dirigió una mirada crítica hacia las acciones del Estado mexicano en su combate al narcotráfico, en particular a los operativos militares desplegados como parte de la llamada “guerra contra el narcotráfico” implementada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa y que actualmente persiste en el gobierno de la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo.
En su conversación con el periodista, Zambada expuso la brutalidad ejercida durante las incursiones oficiales, donde se relató que los soldados irrumpen sin miramientos en viviendas, quebrantando la privacidad mientras siembran el terror entre la población civil. Dichas acciones son las que en hechos específicos dejan víctimas inocentes que a menudo son maquilladas por las autoridades.
Un ejemplo claro han sido los llamados Culiacanazos, un intento de las autoridades por capturar en su momento a Joaquín Guzmán Loera y posteriormente a su hijo, Ovidio Guzmán López, alias El Ratón.

Lo anterior mencionado también tiene relevancia si contabilizamos las bajas civiles y daños estructurales a causa de enfrentamientos de las fuerzas del orden contra elementos del crimen organizado a lo largo de la República, especialmente en los estados de Sinaloa, Tamaulipas, Sonora, Baja California, Michoacán, Morelos, Veracruz, entre otros estados.
Acciones federales no atacan el problema de raíz
Desde la perspectiva de Zambada, la estrategia estatal resulta ineficaz porque no modifica los factores de fondo que mantienen el funcionamiento del narcotráfico. Además, el jefe criminal sostuvo ese 2010 que ninguna intervención, aparatosa o enérgica conseguiría afectar el cuso real de las operaciones ilícitas.
En tiempos actuales, se ve reflejado en el conflicto abierto que mantienen las fuerzas de seguridad contra el Cártel del Golfo en Sinaloa, o en contra de La Familia Michoacana en el propio estado de Michoacán, enfrentamientos contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en Baja California o Tabasco e incluso en la propia capital del país con el conflicto contra grupos criminales como la Unión Tepito, la Anti Unión, el Cártel de Tláhuac, entre otras células delincuenciales.
“El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción”, detalló el capo para el periodista.

La perspectiva de la entrevista también giró en un relato crítico a la organización política mexicana, donde se describía una estructura presuntamente infiltrada por el narcotráfico desde los estratos más bajos. Según la nota escrita por el periodista, dicha infiltración se dio a causa de una herencia histórica de complicidades y acuerdos tácitos que dinamizan el comercio ilegal de drogas (y actualmente de huachicol) en el país.
Para Zambada, la corrupción no solo afectaba (y sigue afectando) a mandos medios o locales, sino que constituye un fenómeno transversal presente en todos los niveles, bloqueando cualquier posibilidad de erradicación del problema desde adentro.
Tras esa idea, Zambada habría predicho los arrestos e incluso las investigaciones que iniciarían años después con el arresto y juicio de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012); el arresto de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de seguridad de Tabasco (2019-2024) por su presunta participación en el grupo criminal La Barredora, en Tabasco; los asesinatos perpetrados contra funcionarios de Tamaulipas (Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna) y Morelos (Antonio Cortes Torres); o el arresto de personal de la Marina (Raimundo Pedro Morales y Rafael Ojeda) en Tampico por la llegada de un buque cargado de huachicol.

Una política llena de engaños
Durante la conversación, Zambada puntualizó en la figura de la figura del presidente de la República, sugiriendo que ni el jefe del Ejecutivo conoce plenamente la magnitud real del desafío que representa el narcotráfico.
Según su testimonio, los propios colaboradores presidenciales formarían parte de esa red de complicidades, pues suelen engañar y reportar avances ficticios o logros sin sustento en al realidad.
Este desvío de información, de acuerdo a la redacción de Julio Scherer, mantiene al representante del Ejecutivo en una posición vulnerable e ignorante frente a la verdadera dimensión del combate al narcotráfico.

De nueva cuenta, el capo habría previsto las consecuencias de las declaraciones dictadas por los gobernantes, como el caso del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, donde a pesar de haber desplegado a los tres niveles gobierno en el estado, el asesinato de Policías Estatales Preventivos, el robo y asalto a civiles e incluso el caso de intento de despojo de vehículo a escoltas de la nieta del gobernador o el secuestro de un protector del propio hijo del mandatario, reflejan la dificultad de la violencia regional.
A raíz de la aprehensión y posterior extradición de Ismael El Mayo Zambada a Estados Unidos, la entrevista realizada por Julio Scherer García cobró una dimensión renovada en el análisis del fenómeno criminal en México.
La declaración de Zambada, “el negocio sigue aunque uno caiga”, fue refrendada por la continuidad operacional del cártel después de varios golpes y capturas de alto perfil.