
El mole de olla es uno de los guisos más representativos de la gastronomía mexicana. Nació como una fusión entre ingredientes prehispánicos y técnicas introducidas durante la época colonial, dando como resultado un caldo espeso y aromático que ha trascendido generaciones.
Su nombre proviene del término náhuatl mulli, que significa “mezcla” o “salsa”, y hace alusión a la diversidad de sabores que lo componen.
A diferencia de otros tipos de mole más espesos, se distingue por su textura tipo caldo, rica en vegetales y especias. Es considerado un platillo casero por excelencia, ideal para los días fríos o para compartir en familia, ya que ofrece un equilibrio entre lo nutritivo y lo reconfortante.
Ingredientes esenciales
La base de este guiso está en la carne, tradicionalmente de res, aunque existen variantes con cerdo o pollo según la región. Se utilizan cortes como el chambarete o el espinazo, cocidos lentamente para obtener un caldo sabroso y concentrado.
Entre los ingredientes más comunes se encuentran el chile guajillo que aporta color y un toque ligeramente picante, a este se suman verduras frescas como calabaza, chayote, zanahoria, ejotes y elote, además de hierbas como el epazote, que realza el aroma del platillo.
Otros componentes importantes son los jitomates, ajo y cebolla, que se asan previamente para acentuar el sabor, y las bolitas de masa de maíz, que ayudan a espesar el caldo y otorgan una textura tradicional. Todo se combina en una cocción lenta que permite integrar cada elemento hasta lograr un sabor profundo y equilibrado.

Platillo con raíces profundas
Para preparar un mole de olla al estilo tradicional, se inicia cocinando la carne en una olla grande con agua, ajo, cebolla y sal, hasta que quede suave. Mientras tanto, se licúan los chiles remojados junto con los jitomates, el ajo y la cebolla asados, para obtener una salsa tersa y de color rojizo.
La mezcla se cuela y se incorpora al caldo con la carne. Posteriormente, se agregan las verduras, las bolitas de masa y las hojas de epazote. Se deja cocinar a fuego medio hasta que los vegetales estén tiernos y el caldo adquiera un sabor concentrado.
Se sirve caliente, adornado con cebolla picada, cilantro fresco y unas gotas de limón. En algunas regiones se acompaña con queso fresco, chile piquín o tostadas, lo que aporta texturas y contrastes que enriquecen la experiencia culinaria.
Herencia y sabor de hogar
El guiso no solo representa una receta tradicional, sino también un símbolo de unión familiar y de la riqueza cultural de México. Su sabor evoca la cocina de las abuelas, donde el tiempo, la paciencia y el amor eran los ingredientes principales. Cada cucharada es un viaje a las raíces del país, donde la tradición sigue viva en cada mesa mexicana.