
Un operativo, realizado el 1 de octubre de 2025, permitió a las autoridades federales y estatales incautar 660 litros de acetona, 100 litros de ácido clorhídrico y 25 kilos de sosa cáustica, junto con diversos recipientes y contenedores.
Estas sustancias, fundamentales para la elaboración de narcóticos sintéticos, fueron localizadas en los poblados El Zapote, Lo de Bartolo y Cabañas de Tacuichamona, y posteriormente destruidas bajo supervisión oficial.
El hallazgo y destrucción de estas tres áreas de almacenamiento de precursores químicos en Culiacán, Sinaloa, representó un nuevo golpe contra la producción de drogas sintéticas en México.
Detalles del operativo

La acción conjunta involucró a elementos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional, la Secretaría de Marina, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la Fiscalía General de la República, la Fiscalía General del Estado y la Policía Estatal Preventiva.
Este despliegue coordinado se enmarcó en la “Operación Búsqueda, Localización y Destrucción de Laboratorios Clandestinos”, una estrategia que busca frenar la proliferación de laboratorios clandestinos y reducir la disponibilidad de sustancias químicas utilizadas en la fabricación de drogas sintéticas.
Las autoridades reiteraron su llamado a la ciudadanía para reportar emergencias y realizar denuncias anónimas, subrayando la importancia de la colaboración social en la lucha contra este fenómeno.
Los precursores químicos asegurados, como la acetona, el ácido clorhídrico y la sosa cáustica, son compuestos esenciales en la producción de drogas sintéticas.
Estos productos, de uso industrial legítimo, adquieren un papel central en la operación de laboratorios clandestinos, donde se utilizan para sintetizar sustancias psicoactivas.
La manipulación y almacenamiento de estos químicos en contextos ilegales facilita la elaboración de narcóticos y representa un riesgo para la salud pública, así como para la seguridad de las comunidades cercanas.
Las drogas sintéticas y sus principales riesgos

Las “drogas diseñadas”, son compuestos químicos creados para imitar los efectos de narcóticos y alucinógenos tradicionales, como la marihuana, la cocaína o el LSD. Entre las variantes más comunes se encuentran la marihuana sintética, las sales sintéticas, el fentanyl, el carfentanyl, el pink y la flakka.
Estas suelen producirse en laboratorios clandestinos, a menudo fuera del país, y llegan a los mercados locales en forma de polvos o cristales. Posteriormente, se mezclan con solventes como la acetona y se aplican a material vegetal, lo que dificulta identificar los componentes exactos y eleva el riesgo de reacciones adversas.
Los efectos adversos del consumo de estas drogas sintéticas abarcan desde paranoia, ansiedad, alucinaciones y psicosis, hasta pensamientos suicidas, náuseas, vómitos, taquicardia, dilatación de pupilas, temblores y convulsiones.
La peligrosidad de estas sustancias radica en su composición variable y en la ausencia de controles de calidad, lo que puede derivar en consecuencias fatales.
Además, la imposibilidad de determinar los químicos exactos aplicados a las plantas eleva el riesgo de reacciones graves y dificulta a los profesionales de la salud el tratamiento de sobredosis.
Frente a este panorama, las autoridades recomiendan a la población buscar información sobre los riesgos de las drogas sintéticas y recurrir a servicios de emergencia ante cualquier sospecha de intoxicación.
En caso de que una persona presente síntomas graves, como pérdida de conciencia o convulsiones, se debe llamar de inmediato al 911. También se aconseja a padres y educadores dialogar con los jóvenes sobre los peligros asociados a estas sustancias y promover la prevención desde el entorno familiar y escolar.
El peligro de muerte permanece latente para quienes consumen drogas sintéticas, incluidas variantes como la marihuana sintética, lo que subraya la urgencia de mantener la vigilancia y la prevención en todos los niveles de la sociedad.