
En la pantalla aparece como una mujer ambiciosa, calculadora y capaz de todo por amor. Sin embargo, detrás de Úrsula Castrejón, la antagonista de Regalo de Amor, está Bárbara Islas, una actriz que ve en esta historia de Televisa la oportunidad de abrir conversaciones incómodas y necesarias: desde la infertilidad femenina hasta la salud mental.
“Me parece muy interesante que a las 6:30 de la tarde haya una telenovela donde la protagonista es una mujer infértil”, expresó Islas.
La intérprete considera que la producción toca fibras sociales poco visibles en televisión abierta. El guion plantea cómo la maternidad, la imposibilidad de concebir y la presión cultural hacia las mujeres que no son madres pueden generar culpas y silencios.
“Imagínate cuántas mujeres por no ser mamás se sienten mal. Creo que este tipo de historias puede abrir pláticas, invitar a reflexionar o incluso a buscar ayuda”, subrayó.
Úrsula: un espejo de la ambición y la frustración
Islas describe a su personaje como “constante, trabajadora, culta y ambiciosa”, pero con un defecto que termina por consumirla: la obsesión. En la trama, Úrsula compite en el terreno profesional y sentimental, al grado de desatar conflictos con Isabella (interpretada por Alejandra Robles Gil).
Para Bárbara, encarnar a esta mujer rígida, poco expresiva y controladora representó un desafío actoral: “Tuve que trabajar mucho el cuerpo y la gesticulación. Úrsula piensa todo antes de actuar; no es visceral”.
La actriz confesó que su inspiración surgió de mujeres que ha conocido en el ámbito laboral: ejecutivas que, por priorizar su carrera, relegaron vínculos afectivos y con el tiempo enfrentaron frustraciones.
“Llevo 15 años en Televisa y muchas veces también he sacrificado fiestas, novios, momentos familiares, porque piensas que lo más importante es el trabajo. Ahí encontré conexión con Úrsula”.
Una villana odiada, a diferencia de otras
El público suele tener fascinación por las villanas de telenovela, señaló. En su carrera, Bárbara ha dado vida a antagonistas carismáticas como Doris en Vivir de Amor o Samanta Vega, personajes que, pese a sus defectos, conquistaban simpatías.
Con Úrsula la reacción ha sido opuesta: “La gente la detesta. Incluso ya le dicen la ‘Brújula’. Pero creo que eso habla bien del personaje: cumple con su cometido”.
Salud mental en horario estelar
Otro punto que la actriz celebra es la representación de la salud mental en la trama. Una de las jóvenes protagonistas sufre un trastorno límite de la personalidad, lo que, a juicio de Islas, visibiliza una problemática poco explorada en telenovelas. “Siempre he pensado que la salud mental debería estar en la canasta básica. Me encanta que se hable de estos temas, porque sin salud mental no hay nada”.
La propia actriz compartió que desde hace años vive con ansiedad generalizada y ha recurrido a terapia y tratamiento psiquiátrico cuando lo ha necesitado. “He aprendido que pedir ayuda es indispensable. Por eso creo que cuando alguien se ve reflejado en un personaje así, debe buscar apoyo profesional”.

Entre golpes ficticios y compañerismo real
Aunque Úrsula sea la villana odiada, para Bárbara el rodaje ha sido un espacio de respeto y complicidad. Recordó, por ejemplo, la escena de la cachetada que le propina Isabella: “Siempre se hacen con mucho cuidado y respeto. Con Ale ya había trabajado antes, lo que genera confianza”.
La actriz también destacó el ambiente de trabajo bajo la dirección de Cilia Cano, a quien definió como una productora “inteligente y humana”.
Lo que viene
Sobre el futuro, Bárbara sueña con un protagónico, aunque asegura disfrutar a las villanas: “Son la sal y la pimienta de la telenovela”. Además de Regalo de Amor, la actriz acaba de grabar la segunda temporada de Riquísimos, una comedia que pronto llegará a ViX.
Y cuando se le pregunta por el verdadero “regalo de amor” que le ha dado la vida, no duda: sus hermanas. “El mejor legado de mi mamá son ellas. Eso es lo más valioso que tengo”.