
El embarazo adolescente sigue representando un desafío relevante para las políticas de salud pública y bienestar social en México, especialmente en los estados Chiapas y Guerrero, que encabezan el listado nacional de entidades con mayor incidencia, de acuerdo con el reporte más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
El documento subraya la persistencia de una brecha en el uso de anticonceptivos en los estados con cifras más altas de casos, lo que repercute directamente en la dinámica social y familiar de las regiones afectadas.
La proporción de nacimientos en madres de entre 15 y 19 años resulta considerablemente mayor en estas entidades del sur del país, principalmente en comunidades indígenas.
En este sentido, señaló que en Chiapas, la tasa de maternidad adolescente supera el 20%, mientras que en Guerrero se mantiene cercana a esa cifra, contrastando con porcentajes notoriamente menores observados en la zona norte y centro del territorio nacional.

El INEGI documentó que, dentro de la población adolescente, la mayoría de los embarazos ocurre sin planificación y en contextos con acceso limitado a información y servicios de salud sexual.
Alrededor de la mitad de las jóvenes reporta no haber hecho uso de métodos anticonceptivos durante su primera relación sexual, lo que expone una vulnerabilidad sostenida.
Además, el porcentaje de adolescentes que emplea anticonceptivos se mantiene muy por debajo del promedio nacional en las entidades donde se registra la mayor incidencia de embarazos tempranos.
El organismo señaló que factores socioeconómicos acentúan estas brechas. En zonas rurales, la falta de servicios de salud reproductiva y la baja escolaridad aumentan la probabilidad de gestaciones tempranas.
Entre adolescentes indígenas, la proporción de embarazo temprano duplica el promedio nacional, lo que resalta la existencia de desigualdades marcadas según el origen étnico y condición social.

La distribución geográfica del embarazo adolescente exhibe patrones asociados a la disponibilidad de servicios, a la cultura local y al entorno familiar.
El INEGI indicó que en estados donde existen mayores campañas de acceso efectivo a anticonceptivos y educación sexual, la tasa de embarazos en menores de 20 años resulta considerablemente menor.
Entre los principales hallazgos, el reporte establece que los niveles de reincidencia—segundo o más embarazos durante la adolescencia—se relacionan con menores grados de escolaridad, lo cual limita las oportunidades futuras para las jóvenes y agudiza el ciclo de pobreza intergeneracional en varios municipios de Chiapas y Guerrero.
El análisis resaltó que la ampliación de la cobertura en métodos anticonceptivos, así como un mayor acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, representa una herramienta fundamental para reducir la incidencia del embarazo adolescente en las entidades más afectadas.