
Dentro de pocas semanas, la Ciudad de México será testigo de un duelo cargado de emociones y memorias. Las distintas voces que han triunfado en las seis semifinales interpretan canciones, pero además arrastran consigo historias de resistencia y esperanza, llegarán a la final de México Canta, dos de ellas son las de: Carolina Imperial y William Zepeda.
Ambos artistas coincidieron en que esta etapa no se gana únicamente con técnica vocal, sino con la fuerza de conectar con un público que, en sus palabras, “es quien realmente tiene la última palabra”.
“Necesitamos los votos del pueblo mexicano, aunque no sea por nosotros, que apoyen a su favorito”, dijo Carolina con un brillo de gratitud que se le escapa en cada respuesta.
La música como refugio y motor
Carolina Imperial, originaria de Monterrey y residente en Fort Worth, Texas, no oculta el peso de lo vivido. Su mayor batalla no fue sobre un escenario, sino contra la violencia doméstica.
Encontró en un albergue de mujeres el camino para escapar y reconstruir su vida. Hoy, asegura que cada nota que canta tiene la intención de darle voz a quienes aún buscan la salida: “Cuando puedo cantar y darle sentido a las historias de otras mujeres, ese dolor cobra propósito”.
William Zepeda, nacido en Nueva York y criado cerca de Los Ángeles, reconoce que el divorcio de sus padres fue la grieta más dura en su vida personal. Ese episodio lo llevó a mudarse con su madre a Querétaro, donde decidió que la música sería más que un sueño: sería su destino. “La música es algo que no me pueden quitar, forma parte de mí”, subrayó.

¿Cómo se preparan para la final?
Ambos finalistas insisten en que lo crucial no es únicamente la preparación vocal, sino la salud física y mental. Carolina subrayó la importancia de cuidar el sueño y la estabilidad emocional, mientras William recalcó que canta todos los días “sin pensarlo”, porque la autenticidad solo nace cuando la música fluye sin artificios.
Aunque aún no conocen las canciones que interpretarán en la gala final, confían plenamente en la producción del certamen. “Ellos sabrán qué tema nos acomoda mejor a cada uno. Yo solo sé que lo daré todo en el escenario”, afirmó Zepeda.
Voces que trascienden fronteras
Más allá de la competencia, México Canta se presenta como una iniciativa que promueve la paz y combate las adicciones a través de la música. Imperial, quien pasó 28 años indocumentada en Estados Unidos, lo asume como un símbolo personal: “Ser elegida y vista por el pueblo mexicano, después de tanto tiempo sin poder regresar, es algo tremendo. Me llena de orgullo”.
Zepeda coincide. Para él, la música tiene el poder de sanar heridas colectivas: “La responsabilidad de los artistas es usar la música para inspirar. Este concurso demuestra que el arte puede ser una herramienta contra la violencia y las adicciones”.

Sueños a futuro
A cinco años, ambos se imaginan en escenarios distintos, pero con una misma certeza: seguir viviendo en paz y rodeados de música. Carolina lo describe como “un regalo del cielo”, mientras William se visualiza creando y compartiendo canciones que trasciendan.
Más allá del escenario
Ambos finalistas no son ajenos a las tensiones políticas en Estados Unidos. Carolina denuncia el racismo que persiste bajo la sombra de gobiernos como el de Donald Trump, y reivindica el aporte de los migrantes en su comunidad. William, por su parte, considera que “el racismo en 2025 no tiene lugar” y que los migrantes merecen respeto, dignidad y reconocimiento por su aporte a la sociedad estadounidense.
Con sus trayectorias marcadas por la adversidad y su compromiso con la música como acto de fe y resistencia, Carolina Imperial y William Zepeda llegan a la gran final de México Canta con un mensaje que rebasa el concurso: la música no solo se escucha, también se vive, se padece y se convierte en esperanza.
