
La medicina personalizada se presenta como uno de los grandes avances de la ciencia contemporánea. Basada en la información genética, los datos clínicos y el análisis de estilos de vida, esta disciplina promete diseñar tratamientos a la medida de cada paciente, aumentando su eficacia y reduciendo riesgos.
Sin embargo, junto a su potencial transformador surgen dilemas éticos de gran relevancia que plantean interrogantes sobre el futuro de la atención sanitaria.
Desafíos éticos
Uno de los principales retos se centra en la privacidad de los datos. Para que la medicina personalizada funcione, requiere recopilar y analizar una enorme cantidad de información genética y biomédica. El acceso a esos datos plantea el riesgo de filtraciones, usos indebidos y posibles violaciones a la confidencialidad médica.
⇒ Especialistas en bioética advierten que, sin regulaciones sólidas, esta información podría ser utilizada por compañías de seguros, empleadores o gobiernos para discriminar a individuos según sus predisposiciones genéticas. ⇐

La equidad en el acceso es otro dilema crucial. Los tratamientos personalizados suelen implicar altos costos en pruebas genómicas, desarrollo de fármacos específicos y seguimiento especializado. En países con sistemas de salud desiguales, el riesgo es que solo una parte de la población tenga acceso a estas terapias avanzadas, ampliando aún más la brecha entre quienes pueden costear atención de vanguardia y quienes dependen de servicios básicos.
Respecto a los desafíos éticos que surgen de dicha especialidad están:
- Evitar que la medicina personalizada se convierta en un privilegio y no en un derecho.
- El debate sobre el uso de algoritmos e inteligencia artificial en el diagnóstico y la toma de decisiones médicas.
- Otro dilema tiene que ver con la consentimiento informado respecto a sus implicaciones.
Expertos de la Universidad del País Vasco (EHU, Euskal Herriko Unibertsitatea) refieren la necesidad de reflexionar sobre el impacto social y cultural de esta revolución médica ya que conocer las predisposiciones genéticas a desarrollar ciertas enfermedades podría generar ansiedad, estigmatización o presión social para someterse a tratamientos preventivos, incluso cuando aún no exista certeza absoluta de que una enfermedad se desarrollará.
La medicina personalizada no solo plantea oportunidades inéditas para mejorar la calidad de vida, sino también una serie de dilemas éticos que requieren debate público, regulación y un marco de protección de derechos que acompañe a la innovación científica, aunado a otras cuestiones como la necesidad de ofrecer alternativas al profesional sanitario para evitar la falta de adherencia terapéutica, que ocurre cuando un paciente no sigue correctamente las indicaciones médicas.


