
En medio de una cultura de limpieza intensificada tras la pandemia, los hogares mexicanos han incorporado con mayor frecuencia productos desinfectantes para protegerse de virus y bacterias. Sin embargo, muchas personas desconocen que ciertas combinaciones de productos comunes pueden llegar a tener consecuencias muy graves para la salud. Evitar accidentes domésticos relacionados con el aseo es posible cuando se comprende el peligro de mezclar determinados químicos.
De acuerdo con información proporcionada por Ciencia UNAM, uno de los principales errores reside en mezclar cloro (hipoclorito de sodio) con otros productos de aseo.
Al combinar cloro y ácido muriático—también conocido como ácido clorhídrico—se produce cloramida, un gas muy irritante cuya inhalación puede provocar desde tos y ardor en las vías respiratorias hasta dolor en el pecho, inflamación e incluso puede resultar mortal en casos extremos.

Mezclar cloro con vinagre representa otra de las prácticas de riesgo común en los hogares. Cuando estos dos líquidos interactúan, se libera gas hipocloroso, el cual es altamente tóxico y, en altas concentraciones, puede provocar la muerte. De hecho, este mismo gas fue utilizado como arma química durante la Primera Guerra Mundial. El amoníaco es otro producto con el que no se recomienda mezclar el hipoclorito de sodio.
Las advertencias se extienden al uso de limpiapisos u otros productos que contengan compuestos ácidos, como el limón o el vinagre, pues mezclarlos con cloro ocasiona efectos peligrosos. Un error frecuente es pensar que sumar varios artículos multiplica la eficacia, pero la realidad es contraria: las reacciones químicas inesperadas generan sustancias dañinas, mientras que la acción desinfectante puede disminuir o perderse.
Para evitar accidentes, Ciencia UNAM recomienda siempre leer las etiquetas cuidadosamente, ya que en ellas se especifican diluciones permitidas, precauciones de uso y advertencias sobre posibles mezclas indebidas.

Adicionalmente, se aconseja ventilar adecuadamente los espacios al emplear productos fuertes, usar guantes y evitar mezclas caseras guiadas por intuición o recetas populares no verificadas, así como respetar el tiempo de contacto de los desinfectantes y lavar las superficies solo con agua después de aplicar productos.
El lavado de manos con agua y jabón sigue siendo uno de los métodos más efectivos para eliminar agentes patógenos, ya que el jabón, además de arrastrar suciedad, interacciona con las grasas que recubren muchos virus y consigue desintegrarlos. Por su parte, los productos a base de alcohol requieren ciertas concentraciones (más del 65%) para ser verdaderamente efectivos, pero tampoco deben combinarse con otras sustancias químicas domiciliarias.


