
La persistencia de malos olores en los zapatos suele deberse a la combinación de sudor y bacterias, un fenómeno que afecta a personas de todas las edades y que puede resultar difícil de erradicar. La acumulación de humedad en el interior del calzado, junto con la falta de ventilación y el uso prolongado, crea un ambiente propicio para que las bacterias proliferen y generen ese aroma indeseado.
El origen de este problema radica en la fisiología de los pies, que cuentan con más de 250 mil glándulas sudoríparas. Aunque el sudor es inodoro, al entrar en contacto con las bacterias presentes en ambientes cálidos y húmedos, se produce el característico olor desagradable. Si los zapatos no reciben una ventilación adecuada, el olor puede impregnarse en los materiales internos y volverse persistente.
Entre los remedios caseros más eficaces para combatir este inconveniente, el bicarbonato de sodio destaca por su capacidad para neutralizar olores. Este compuesto, presente habitualmente en la cocina, actúa absorbiendo la humedad y eliminando bacterias, sin dañar la mayoría de los materiales del calzado.

Su uso resulta sencillo: basta con espolvorear una cucharada de bicarbonato dentro de cada zapato, distribuirla para cubrir la plantilla y dejarla actuar entre 12 y 24 horas. Al día siguiente, se debe retirar el exceso de polvo. Una alternativa consiste en colocar el bicarbonato dentro de un pañuelo, calcetín viejo o bolsita de tela, lo que facilita su reutilización y evita que el polvo se disperse.
Existen otros métodos caseros que también ofrecen resultados positivos. Las bolsitas de té negro, gracias a los taninos que contienen, ayudan a eliminar bacterias; se recomienda colocar una bolsita usada, enfriada y seca, dentro de cada zapato durante varias horas.
El vinagre blanco, mezclado en partes iguales con agua y rociado ligeramente en el interior del calzado, contribuye a desinfectar y neutralizar olores, siempre que se permita un secado completo al aire libre. Las cáscaras de cítricos como naranja o limón, al dejarse en el zapato durante la noche, absorben olores y aportan un aroma fresco.

Por último, los aceites esenciales de lavanda, árbol de té o menta, aplicados en una bolita de algodón y colocados dentro del calzado, ofrecen una solución aromática y antibacteriana.
Para evitar la aparición de malos olores, se recomienda utilizar calcetines de algodón que absorban la humedad, alternar el uso de los zapatos para permitir su ventilación, lavar y secar bien los pies antes de calzarse y evitar el uso de zapatos sin calcetines, especialmente en días calurosos.
El empleo regular de bicarbonato de sodio y la adopción de hábitos de higiene adecuados permiten mantener el calzado fresco y libre de olores.