
A poco más de un mes del inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum, una operación conjunta de agencias mexicanas llevó a la captura con fines de extradición del ciudadano chino Zhi Dong Zhang, también conocido como Brother Wang, un nombre que ya es sinónimo de alto perfil en el narcotráfico internacional. Pero lo que comenzó como un golpe contundente al crimen organizado terminó convertido en un escándalo de fuga, silenciosamente manejado por las autoridades mexicanas y con consecuencias graves para la ya tensionada relación con Estados Unidos. Así lo aseguró el periodista Héctor de Mauleón en su columna En tercera persona de este miércoles, titulada La fuga del misterioso Brother Wang.
En ella, el periodista explica que Zhi Dong Zhang era un objetivo prioritario para el gobierno de Estados Unidos. De acuerdo con investigaciones y una orden de aprehensión girada por una corte en Atlanta, Georgia, este operador de múltiples alias —entre ellos Pancho, GG, Nelson Mandela, Memo y Li Gong Sun Chang— era el principal intermediario entre los cárteles de Sinaloa y Jalisco con Asia, encargado de importar precursores químicos utilizados para fabricar fentanilo, cocaína y metanfetamina.
Se le acusaba del tráfico y distribución de más de 1,800 kilos de fentanilo, mil de cocaína y 600 de metanfetaminas, además de participar en un complejo esquema de lavado de dinero que dejaba ganancias por más de 150 millones de dólares anuales. Su arresto, en una residencia de lujo en Lomas de Santa Fe, alcaldía Cuajimalpa, fue presentado por Omar García Harfuch, secretario de Seguridad, como un logro derivado de la coordinación entre la Secretaría de Seguridad, el Centro Nacional de Inteligencia, la FGR, la SEMAR y la SEDENA, recalca De Mauleón.
“Con esta detención se evita que lleguen millones de dosis de droga a las calles”, celebró García Harfuch. Pero ese optimismo duró poco.

En una decisión que ha generado sospechas dentro y fuera del país, explica el comunicador, un juez de control cambió la medida de prisión preventiva justificada por la de prisión domiciliaria. El poderoso operador fue trasladado a una propiedad en Lomas de Padierna, alcaldía Tlalpan, donde quedó bajo custodia superficial de la Guardia Nacional.
Poco después, como si se tratara de una escena de película, el 11 de julio, Zhi Dong Zhang escapó. Vecinos advirtieron que tres hombres saltaron una barda, y se confirmó que el capo había excavado un túnel desde su casa hacia una vivienda contigua también de su propiedad, lo que le permitió evadir la vigilancia externa.
La fuga fue minimizada por el gobierno federal. A diferencia del despliegue mediático tras su captura, la desaparición del “broker” del fentanilo se manejó con hermetismo oficial, lo que ha encendido alarmas en Washington, donde se analiza imponer aranceles del 30% a México por “no hacer lo suficiente” para frenar el tráfico de drogas.
En un contexto donde la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la DEA y el FBI lanzan constantemente declaraciones e informes críticos contra el gobierno mexicano, el caso de Brother Wang representa un golpe demoledor a la confianza bilateral en materia de seguridad.
El episodio ocurre además en un momento en el que crecen las filtraciones sobre posibles redes oficiales de protección al narcotráfico y vínculos de funcionarios con el crimen organizado. Para muchos observadores, la fuga de Zhi Dong Zhang no solo es un error estratégico, sino también un símbolo del deterioro institucional en la lucha contra las drogas.