
Cuando las luces del escenario se desvanezcan y la vibración de los bajos aún recorra el cuerpo de los asistentes, solo quedará la certeza de haber presenciado algo grande e inolvidable. Así se anticipa la próxima presentación de Plastilina Mosh en la Ciudad de México, un evento que, más que un simple concierto, se perfila como una declaración de principios y una celebración de la resistencia cultural.
El jueves 18 de septiembre de 2025, el Centro de Espectáculos La Maraka abrirá sus puertas a partir de las 20h para recibir a una de las bandas más audaces y queridas del país, en una noche donde el pasado y el futuro de la música mexicana se encontrarán en un mismo escenario. Los boletos ya están disponibles a través de Boletomóvil y en las taquillas del recinto.

La relevancia de este regreso no se limita al reencuentro con el público capitalino. La promotora EnLive Production ha sido determinante en la configuración de este espectáculo, apostando por propuestas que trascienden el mero entretenimiento.
La trayectoria de Plastilina Mosh se remonta a 1997, año en que irrumpieron en la escena con el álbum Aquamosh. Desde entonces, el dúo formado por Jonás González y Alejandro Rosso ha desafiado cualquier intento de clasificación.
Su propuesta, marcada por la fusión de géneros como el funk, la electrónica, el hip hop, el lounge y el rock, ha evolucionado hacia territorios más introspectivos y políticos, sin perder la irreverencia y sofisticación que los convirtió en referentes internacionales.

Temas como “Mr. P. Mosh”, “Afroman”, “Pervert Pop Song” y “Peligroso Pop” consolidaron su reputación, mientras que sus incursiones en sonidos más oscuros y electrónicos demostraron una inquietud creativa constante.
En 2025, lejos de anclarse en la nostalgia, Plastilina Mosh presenta dos nuevos sencillos que marcan el pulso de su reinvención. “Ilegal”, concebida en 2011 pero lanzada en mayo pasado, se erige como un manifiesto contemporáneo.
La colaboración con Al Jourgensen de Ministry aporta una contundencia industrial que refuerza su crítica al control de masas. La canción, de estética visual distópica y referencias orwellianas, confronta la propaganda y la manipulación desde una melodía que rehúsa someterse.
En contraste, “Conquistador”, publicada en junio, explora una dimensión más íntima y sofisticada. Se trata de una pieza pausada que revela la madurez de una banda capaz de expresar épica emocional sin recurrir al estruendo. Ambas composiciones evidencian que, tras más de 25 años de carrera, el dúo sigue formulando nuevas preguntas y explorando texturas inéditas.