
La relación entre la mafia italiana y México incrementó su relevancia en los últimos años debido a la conformación de alianzas transnacionales para el tráfico de drogas, lavado de dinero y otras actividades ilícitas.
Lejos de tratarse de conexiones superficiales, las organizaciones criminales de ambos países construyeron redes complejas de cooperación que permitieron la expansión de sus actividades, la disminución de riesgos y el aumento de utilidades en el mercado ilegal global.
Aunque la influencia de las mafias italianas en América Latina resulta menor que la de otros actores internacionales, su sofisticación y capacidad de adaptación han posicionado a grupos como la ‘Ndrangheta, la Cosa Nostra y la Camorra como piezas relevantes para el trasiego de drogas hacia Europa.
Mecanismos de cooperación de la mafia y el narco

La mafia italiana logró consolidarse en México a través de vínculos estables con grupos criminales locales para operar principalmente en dos grandes áreas: el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales.
El narcotráfico, que constituye el eje central de la economía criminal internacional, necesita de corredores seguros y socios confiables capaces de garantizar la llegada de grandes cargamentos a puertos europeos. Las mafias italianas cumplen este papel aliándose con cárteles mexicanos, quienes controlan la producción y el envío de estupefacientes.
De acuerdo con ¿Mafias en México?, capítulo del texto Atlas de la seguridad y la defensa de México, de Antonio Luigi Mazzitelli, tanto la ‘Ndrangheta como la Cosa Nostra y la Camorra cuentan con una larga historia de presencia en América Latina —particularmente en México—, desde donde tejieron lazos con células criminales locales.
El elemento central que permitió la consolidación de las mafias italianas en México fue la cooperación para el tráfico de cocaína y otras drogas. Los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, los Zetas y otros grupos mexicanos funcionan como proveedores y socios logísticos de las organizaciones italianas.
Desde México, se despachan toneladas de cocaína y metanfetaminas que llegan a Europa a través de rutas marítimas y aéreas. Además, las mafias utilizan a intermediarios especializados para coordinar la compra directa con los proveedores sudamericanos y la logística marítima, así como el ingreso a puertos europeos, principalmente en España, Italia, Bélgica y los Países Bajos.
La relación entre las mafias de ambos países trasciende la transacción económica para convertirse en una verdadera sociedad criminal, donde la confianza, la reputación y la violencia compartida garantizan el cumplimiento de los acuerdos.
Las organizaciones criminales mexicanas se benefician del acceso a un mercado europeo robusto y altamente lucrativo con conexiones locales aseguradas por la mafia italiana. Ésta, a su vez, garantiza que la droga enviada desde México evite los controles restrictivos mediante la infiltración en puertos y la corrupción de funcionarios.
Por ello, las relaciones no se basan únicamente en intercambios materiales, sino también en garantías de reciprocidad y protección mutua.