
Recientemente se han viralizado memes sobre la aparente conveniencia de comprar un pollo rostizado antes que una pechuga de pollo, ya que sus precios son “poco proporcionales”.
Por lo general, un pollo rostizado sin complementos vale entre 90 y 140 pesos, mientras que el kilo de pechuga —una pieza puede pesar más de un kilo— cuesta entre 110 y 160 pesos mexicanos.
Ante esta duda, muchas personas han optado por compartir memes sobre la conveniencia de un pollo rostizado, ya que al comprarlo se obtiene pechuga, piernas, muslos, huacal y alas, además de que ya está cocinado.
La respuesta de la Inteligencia Artificial fue la siguiente:

Dentro del mercado de alimentos preparados y crudos, las estrategias comerciales juegan un papel decisivo en la diferencia de precios entre el pollo rostizado y la pechuga fresca. Las rosticerías utilizan el precio bajo del pollo asado como un producto de atracción para los consumidores.
Este producto gancho permite captar a un mayor número de clientes, quienes suelen complementar su compra con bebidas, salsas, arroz y otros acompañamientos. El verdadero margen de ganancia de una rosticería suele estar en estos productos adicionales y en el volumen de ventas que su modelo de negocio le permite alcanzar, gracias a operaciones a gran escala y precios competitivos.
En contraste, en las pollerías la pechuga de pollo fresca se posiciona como un producto “premium”. La demanda y la practicidad de la pechuga en la cocina diaria hacen que los consumidores estén dispuestos a pagar un mayor precio por kilo. Este margen adicional responde tanto al valor culinario y nutricional percibido, como a los costos adicionales asociados al despiece selectivo, preparación y manipulación. Las pollerías rentabilizan así la preferencia del cliente por ciertos cortes, trasladando parte de los costos operativos y de merma al precio de la pechuga, al mismo tiempo que deben buscar salida para partes menos populares del animal.
Estas distintas estrategias evidencian cómo el posicionamiento del producto, la segmentación de consumidores y el enfoque de utilidad por ventas influyen directamente en el precio final. El pollo rostizado es presentado como una opción integral y accesible, mientras que la pechuga fresca se cotiza como un corte selecto, optimizando los márgenes en cada canal de venta según su propia dinámica comercial.
La diferencia de precios entre la pechuga de pollo fresca en la pollería y un pollo rostizado completo responde a varios factores relacionados con el peso útil, el tipo de producto, la percepción de valor y la dinámica de negocio entre pollerías y rosticerías.
- Pollo rostizado completo: Al comprar un pollo rostizado, pagas por todo el animal, incluyendo partes de bajo costo o bajo rendimiento culinario (huesos, piel, vísceras, grasa), que elevan el peso total. El precio, entonces, se reparte en todas las partes, aunque una buena fracción no se consuma o tenga menos valor comercial.
- Pechuga de pollo fresca: Comprar sólo la pechuga significa adquirir la parte más valorada del pollo, con alto rendimiento cárnico y versatilidad culinaria. Su precio por kilo será más alto porque representa un recorte selecto que requiere un proceso adicional de despiece y selección, además de que, proporcionalmente, una pechuga entera representan alrededor del 20%-25% del peso total del pollo.
Diferencias de negocio y percepción de valor
- Rosticerías: Estas empresas compran pollos enteros a granel, a precio bajo por volumen y, mediante procesos industriales, cocinan grandes cantidades que les permite optimizar tiempo y consumo de insumos. Buscan rotación y volumen, por eso los precios suelen estar ajustados para vender más rápido y atraer al mayor número de clientes posible, generalmente obteniendo utilidades a partir de bebidas, guarniciones y ventas por volumen.
- Pollerías: Venden cortes frescos, y la pechuga, al ser la pieza más demandada, tiene sobreprecio comparado con partes como el huacal o alas. Además, el rendimiento de la pechuga obliga a manejar el resto del pollo (que puede venderse más barato o quedarse rezagado). El costo de despiece, manipulación y merma también se transfiere al precio final.


